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La Insignia

Crónicas desde los territorios ocupados

Crónicas desde los territorios ocupados

María C. Moreno (*)
La Insignia. Palestina, agosto del 2005.

Bilin.- Es viernes en Israel y me decido a pasar de Tel Aviv a los territorios ocupados. Como cada viernes desde hace unos seis meses, decenas de activistas israelíes acuden a una parada de autobús en Tel—Aviv para dirigirse a Bilin, una de las localidades palestinas por la que pasará dentro de poco el muro de apartheid y a la que se expropiará, para ello, gran parte de sus tierras de cultivos sin respetar siquiera la llamada «línea verde» que separa Israel de Palestina tras el armisticio de 1967.

Bilin es un pueblecito al que se puede acceder por carretera desde Tel-Aviv en menos de una hora. Hasta el comienzo de la segunda intifada, muchos de sus habitantes acudían a trabajar a la capital israelí. Durante décadas de vecindad, nunca habían tenido ningún problema con sus vecinos israelíes. Ni conatos de violencia ni ataques suicidas ni ninguna de las imágenes a las que el conflicto nos tiene acostumbrados. Sin embargo, el muro aislará Bilin en breve, no sólo de Israel por motivos de «seguridad», sino también de sus propias tierras.

Varios grupos de presión israelíes relacionados con empresas constructoras han negociado con el Gobierno el trazado del muro en función de criterios económicos y de expansión de los asentamientos ilegales en terrenos que ahora pertenecen a Bilin. El ejército de ocupación ha realizado estudios sobre cuál es el recorrido más «seguro» para el muro y éste coincide casualmente con la expropiación de aproximadamente 70.000 «dunums» de la región de Ramala. La política gubernamental israelí consiste construir un muro al antojo de la planificación de nuevos asentamientos en los alrededores de Ramala expandiendo un proceso de colonización que trata de presentarse como finiquitado a través de gran impostura que supone la retirada de Gaza.

El día de hoy ha transcurrido de un modo relativamente tranquilo. La manifestación ha sido una vez más una prueba de que la ocupación militar no contempla el derecho a manifestarse por más que la actividad sea radicalmente no violenta. Un muro de cartón, canciones, palestinos, israelíes y activistas internacionales. Aproximadamente en 30 minutos, y tras recibir varias bombas de sonido y de gas lacrimógeno, hemos alcanzado un punto cerca de la zona en la que se está construyendo el muro. El ejército nos ha negado el paso, haciéndonos retroceder detrás de una línea roja imaginaria. Mientras el equipo de negociadores discutía con los oficiales, el resto del grupo ha decido sentarse pacíficamente delante de los aproximadamente 20 soldados con trajes antidisturbios y cámaras de video digitales que nos grababan.

En menos de cinco minutos y sin aviso previo han arremetido violentamente contra nosotros, que entrelazados de pies y brazos hemos formado un grupo casi indivisible. Las porras se han batido contra los cuerpos, los soldados han arrancado y separado a un grupo de compañeros de los demás y los han inmovilizado sentándose encima de ellos. Una activista israelí ha caído al suelo mientras trataba de no ser detenida y ha sido evacuada por una ambulancia. Otro activista ha conseguido huir mientras los soldados trataban de llevarle junto al resto de los detenidos.

El resultado final ha sido ocho activistas internacionales detenidos y veintiséis israelíes. Cuatro horas después y gracias al trabajo de activistas israelíes, internacionales y palestinos, todos los detenidos han sido liberados.

Podría verse todo esto como algo normal, una manifestación más en territorios ocupados, si no fuese porque viernes a viernes, desde hace seis meses, la alianza entre israelíes, palestinos y activistas internacionales se consolida en Bilin. A diferencia de las actividades en las que los activistas del ISM participábamos el año pasado, observo detenidamente a israelíes y palestinos y los veo hablar, chocar manos, reír juntos, reunirse y apoyarse a la hora de actuar juntos frente a los soldados.

Ayer mismo, Anarquistas contra el Muro, El Centro de Información Alternativo, la Coalición de Mujeres por la Paz y Tayush hacían un llamamiento conjunto a las diferentes organizaciones israelíes para acudir a participar en acciones directas no violentas en diferentes lugares de territorios donde la presencia de israelíes y activistas de otros países es necesaria para frenar los efectos de la ocupación, el muro y la expansión de los asentamientos. A la misma hora de esta reunión, una gran marcha naranja inundaba las calles de Tel-aviv para protestar contra la retirada de Gaza. Nuestros medios de comunicación se hacen eco de la marcha naranja hasta la extenuación y nunca recogen las actividades del bando israelí que lucha por la paz, la libertad, la justicia y la reconciliación entre palestinos e israelíes.

Algo está cambiando. Se trata del largo comienzo -esbozado desde hace un par de años, como me comentaba hoy un activista israelí- del trabajo codo con codo contra la ocupación. Con todo el respeto por lo que las palabras significan, una intifida conjunta palestino-israelí está en marcha. Tal es la cooperación que puede observarse en localidades como Bilin que casi todos los activistas reconocen la «democratización de la violencia». Poco a poco, los israelíes comienzan a sufrir en sus cuerpos la misma violencia indiscriminada que los palestinos sufren desde 1948.

Obviamente, no podemos olvidar que a los israelíes se les aplican las leyes israelíes, mientras que a los palestinos se les aplica las leyes militares en caso de ser detenidos, mucho más duras.. Las consecuencias para los palestinos en caso de ser detenidos son meses de cárcel. A los israelíes, como mucho, pueden impedirles acceder a determinados trabajos estatales si sus antecedentes presentan alguna detención en protestas de este tipo. Para los activistas de otros países, la deportación y la prohibición de entrada en el país.

A ninguno de los dos grupos, ni a palestinos ni a israelíes por la paz, el gobierno de Sharon podrá perdonarles la oposición a la construcción del muro que les separa, a la confiscación indiscriminada de tierras palestinas y a la política colonialista y segregacionista que Israel impone. En definitiva, un movimiento de conjunto de israelíes y palestinos que defienden como objetivo último la desaparición del apartheid israelí y el fin de la política racista de destrucción de Palestina, es realmente novedoso y asusta al poder establecido.

Entro en Internet, ya de vuelta en Tel aviv y busco noticias sobre los hechos de hoy. Los periódicos internacionales siguen hablando de Gaza y desentendiéndose de la ocupación que continua en el resto de Palestina e incluso de la falta de igualdad en los derechos de los palestinos en Israel. La desconexión de Gaza se ha convertido en una estrategia de salvación para Sharon: mientras hace exclusivamente responsables a los palestinos de una paz que depende en realidad de dos voluntades, tensa la situación para demostrar la supuesta incapacidad de los palestinos para vivir en la paz que Israel se ha inventado para ellos.

Israel continúa planificando nuevos asentamientos en Cisjordania, construyendo el muro, traspasando población a los territorios ocupados y hablando de los colonos que acuden en ayuda de sus compatriotas desalojados de Gaza. Pero si la paz no es posible, pretenden contarnos que se debe únicamente a la negativa de Hamas y la Yihad Islámica a aplicar el alto al fuego a pesar de la desconexión de Gaza, una auténtica cortina de humo.

Nada dicen los periódicos de nosotros, unas cien personas de todo el mundo que se manifiestan cada viernes en Bilin con la simple utopía de una paz justa, la paz más justa que puede existir. La que palestinos e israelíes pueden decidir entre ellos, cara a cara, como hacen antes de cada manifestación los activistas con los que convivo este verano, esa paz en la que el árabe y el hebreo se mezclan en los oídos de los internacionales, ajenos al significado de unas palabras que pese a resultar indescifrables para nosotros, sabemos que representan el futuro.

Y quien no mire para hacia ellos es que no quiere la paz: quiere la noticia.

(*) María C. Moreno es activista del ISM.

  • 19 de agosto de 2005 14:47, por lasdel8

    Gracias por seguir concentrándoros cada viernes en Bil’lin. Este martes 450 mujeres internacionales manifestamos la oposión al Muro y a la ocupación. Pudimos comprobar como las niñas, las mujeres y los hombres se enfrentan al ejército con sus propios cuerpos, para proteger lo que les está siendo robado, las tierras y su propia opción de vida.
    Tenemos que organizarnos desde nuestros países de origen y establecer un objetivo común;El boicot a la economía israelí, que empieza a estar bajo mínimos, y como no! a su aliado Norteamericano.
    El estado español está entrenando a soldados y policia israelí. Nosotras somos responsables de mantener un gobierno como éste, que aisla y aniquila a un pueblo llamado Palestina.

    Tenemos que parar esta barbarie entre todas y todos.

    Un Saludo

Alternativa Antimilitarista - Moc
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