casco insumissia fusil roto
x
casco insumissia fusil roto

Para ponerse en contacto con nosotr@s envíanos un email a noticias @ antimilitaristas.org.

ABC

De levante a racheado

De levante a racheado

Sacado de ABC

Por CARMEN MARTÍNEZ CASTRO

EL Ministerio de Defensa carece hasta de un helipuerto que le ahorre a su titular, el discretísimo José Bono, el numerito de aterrizar sobre el césped del Bernabéu con Florentino a pie de campo para hacerle los honores. Es la perfecta metáfora de nuestra Defensa Nacional y no sólo por cuestión de presupuesto, aunque también. Estos días hemos conocido al detalle las historias personales de los diecisiete hombres que fallecieron en Afganistán pero seguimos sin querer saber nada de los militares españoles. Hemos homenajeado a los muertos, les hemos adjudicado sin discusión la condición de héroes, pero sus compañeros continuarán sufriendo el anonimato y la escasez de medios de siempre. Nuestra democracia está a punto de convertir a estos profesionales en objeto de museo a golpes de menosprecio, cicatería y ministros inmerecidos.

Algunos expertos dicen que son las consecuencias de un proceso de profesionalización precipitado y mal hecho; otros culpan al franquismo o al inquietante ruido de sables que acompañó toda la Transición; yo creo, sin embargo, que son víctimas de una conjunción irrepetible de populismo y demagogia. El pacifismo bobalicón e irresponsable, el antimilitarismo más rancio y un sistema educativo que desdeña cualquier atisbo de esfuerzo o mérito han diseñado un ambiente casi irrespirable. Hemos creado una perversión social que sólo admite a los militares cuando ejercen como nuevos misioneros laicos y no en su auténtica naturaleza de hombres de guerra. El ministro Bono, después de declarar que prefería morir a matar, se dispuso a borrar las tres menciones a la guerra de nuestra Constitución. Abolida la guerra, ¿para qué necesitamos militares? Abrazar la profesión en estas circunstancias, convendrán conmigo, resulta ya una primera heroicidad.

Luego está lo de la Nación. Como siempre. El lema «A España servir hasta morir» provoca entre los socios de este Gobierno urticarias, sarpullidos, eczemas y malestares varios. Tanto que han tenido que borrarlo del Pirineo catalán para no ofender las delicadas pupilas nacionalistas. Ni siquiera en la recepción de los diecisiete caídos -me pregunto si caído es un término aceptable o también una rémora del franquismo- en Afganistán llegaron a sonar los acordes del Himno Nacional. Morir por España resulta excesivo en estos tiempos; es mucho más tolerable para esta sociedad ahormada en la fábrica de pensamiento de «Crónicas marcianas» morir por la democracia en Afganistán.

Hemos llorado como se merecían a los diecisiete militares muertos en Herat. Pero alguno de los asistentes al funeral de Estado se había cachondeado abiertamente de su trabajo hace tres años cuando, en una operación perfecta, defendieron la soberanía española en aquel mísero islote de Perejil. Hubo entonces burlas con las cabras y con el «fuerte viento de Levante». Hoy, trágicamente, hemos aprendido que el viento puede matar a diecisiete soldados.

Alternativa Antimilitarista - Moc
Administración RSS