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El falso Crates

El mito de la “promoción automática” o cómo la derecha ha conseguido colar su discurso educativo

El mito de la “promoción automática” o cómo la derecha ha conseguido colar su discurso educativo

Sacado de Infomoc

José Emiliano Ibáñez - Profesor integrante de Concejo Educativo de CyL y del Foro Social de Palencia

Publicado por José Emiliano Ibáñez | 6 de noviembre de 2005

¿Por qué el discurso conservador y clasista ha calado en ciertos
sectores progresistas e incluso algunos que se consideran radicales de
izquierda?

Mientras que algunos medios de comunicación y gentes más o menos
progresistas se resisten, con buen criterio, a tomar como cierta la
información interesada que da la derecha, cuando se habla de educación
se cree a pies juntillas casi cualquier cosa con el mismo origen. Uno de
los ejemplos más sangrantes es el de la “promoción automática”, escogida
por el PP como pretendida evidencia de que había que reformar el sistema
educativo (reformar “hacia atrás”: y nuestro atrás es el franquismo). Si
eso fuera cierto tal como lo cuentan: ¿por qué hay alumnado repetidor?
¿por qué en torno a un tercio de estudiantes no obtiene el título de la
ESO, que es una enseñanza obligatoria?. Si resulta que periodistas y
gentes del común fácilmente tienen familiares o amistades cuyos hijos o
hijas repiten curso, ¿cómo pueden repetir tal inexactitud o abierta
falacia? Lo que llamaban “promoción automática” era la organización de
la educación primaria y primeros dos cursos de la ESO en ciclos de dos
años, por lo que no se repite en el primer curso del ciclo, pero sí en
el segundo [1]. En este aspecto, una ley tan reaccionaria como la LOCE,
del mismo PP, el cambio que introducía era que el primer ciclo de la ESO
pasaba a considerarse dos cursos independientes y, por tanto, se podía
repetir en los dos; en Primara, los ciclos quedaban igual. O sea, que
dejaban lo que llamaban “promoción automática” igual en casi todos los
casos, pero ya no lo llamaban así, pero consiguieron que se dijese en
los medios: “se acabó la promoción automática” decían incluso en los
medios de comunicación menos afines al PP). Sorprendente. [2]

La educación tiene numerosos y graves problemas: los aprendizajes
resultan insuficientes, son mayoritariamente academicistas y
superficiales, sigue predominando la memorización y el ejercicio más o
menos mecánico y troceado sin aplicación vital ni práctica, falta la
elaboración personal, escasea (cuando no se combate) la colaboración, el
sentido crítico y la acción colectiva... y los excluidos escolares son,
en mucha mayor proporción, los de las clases populares. ¿Se habla de
todo ello como problemas educativos? No: la derecha, con los sectores
corporativistas al frente, ha impuesto que sólo se indigne la opinión
pública ante la “falta de esfuerzo” y la conflictividad en las aulas.

A uno, como profesor, le gustaría que el esfuerzo fuese mayor y el ruido
menor, pero, de ahí a que se desvíe toda la responsabilidad al alumnado
y sus familias, va un abismo. ¿Es la solución excluir a quien le cuesta
más trabajo estar motivado o tiene menos apoyo en casa? ¿Es la solución
hacer aún más selectivo el sistema escolar? ¿Es la solución aumentar la
obediencia acrítica del alumnado? Sí, es la “solución” para que quienes
tengan éxito académicos queden con las vías despejadas, y el sistema
educativo y la sociedad deje claro que en el fracaso sólo interviene la
responsabilidad individual, olvidándonos de la obligación de promover la
igualdad social. Es la “solución” para quienes quieren un sistema
todavía más individualista y clasista.

Pero no hemos respondido a la pregunta inicial ¿por qué este discurso
conservador y clasista ha calado en sectores progresistas e incluso
pretendidos radicales de izquierda? Algunas cuestiones pueden ayudar a
explicarlo:

La manipulación de los problemas reales y la idealización del pasado.
Los sectores conservadores han utilizado un desinterés y los problemas
escolares para llevar la situación a su terreno. Han utilizado algo que
es verdad, como que el esfuerzo tiene importancia, por ejemplo, para
sacar la conclusión interesada de que entonces no hay que hacer más, ni
hay que cambiar los métodos, ni hay que mejorar los recursos, ni hay que
trabajar de otra manera porque el que quiere estudiar estudia y el que
no, no. Hay una simplificación interesada también cuando se echa toda la
culpa a la LOGSE; hemos hecho importantes críticas a esta ley (no las
mismas que la derecha, por supuesto), pero decir que la LOGSE tiene la
culpa de la falta de interés, de la falta de esfuerzo... ¿es que la
sociedad actual es la misma que la de hace unas décadas? ¿es que nadie
se acuerda del fracaso de los primeros cursos de la FP en el anterior
sistema? ¿y de la población que no estudiaba?

Un cierto `elitismo’, más o menos disimulado: hay profesores/as que
quieren hablar de la igualdad social en clase... pero sólo con quienes
encajan en un determinado perfil académico, sin el alumnado que sufre la
desigualdad en su propia vida, y que quizá como efecto de ello tiene más
dificultad para seguir una educación no pensada para él. A veces, bajo
una argumentación izquierdista se intuyen olores nostálgicos o
corporativos.

El `mi-hijismo’: llamemos así a considerar que el verdadero progreso
social empieza por los propios hijos/as y pensar en términos como “sí,
el colegio es de monjas, pero les exigen mucho...”o “mejor en el
Instituto X, que va a estar en un mejor ambiente...”. Seguramente no
resulta ajeno a esta realidad otra más general: la instalación en el
individualismo y la renuncia a una verdadera mejora colectiva.

La voz dominante es la de quienes tuvieron éxito escolar y disfrutan
de una posición social asentada. Parece mentira que alguien pueda
idealizar una educación como la franquista... pero se está haciendo, a
menudo con la idea de “a mí me fue bien, luego debía funcionar bien”:
¿miramos la proporción de gente que no estudió más allá de la primera
escolaridad? ¿miramos los índices de lectura de la población que se
educó en el franquismo -de toda la población, no del círculo de
amigos/as licenciados/as-? En cambio, no se oye, igual que en otros
temas, la voz de las familias que, aún intentándolo, se encuentran que
es la escuela tradicional la que no responde a sus demandas, y que
encima les echa la culpa del fracaso escolar de sus hijos. Recojamos una
de estas voces (real y contundente): “Si ellos enseñan a una, porque una
no ha aprendido casi nada en la vida, nada más que trabajar, pero una
quiere lo mejor para nuestros hijos y viene del colegio y dice mamá y
esto, y qué te explico yo, si yo sé menos que tú, porque los de antes
sabemos hasta que están en segundo o tercero, ya no sabemos explicarles
nada; la primera cartilla se la he enseñado a todos mis niños, pero ya
nada más. Que los maestros se esfuercen más con los niños, y los niños
también y las familias; que ayudamos en todo lo que podemos, pero los
que estamos trabajando todo el día y los padres, que vienen de trabajar
y se bañan y se tiran en el sillón, y trabajar en la calle y en la casa
y con los niños, y no podemos con todo.” ¿Hemos visto reproducidos
mensajes similares en algún medio de comunicación? Los Muñoz Molina y
los Javier Marías, por ejemplo, ¿tienen amistades en su círculo que les
informen de estos ángulos de la realidad? ¿por qué se permiten hacer
generalizaciones a partir de lo que les cuenta algún familiar o
conocido/a que trabaja en educación, sin documentarse, sin ese rigor que
echan en falta en el alumnado?

Las contradicciones internas y limitaciones de reformas que fueron
sólo educativas y de carácter muy moderado, enmarcadas en contextos
neoliberales (como fue el caso de la LOGSE). Aquí habría mucho que
hablar, pero resumámoslo en lo denuncia que hicimos en los primeros
noventa: eran del gobierno del PSOE, pero la orientación de la reforma
la dieron los socialdemócratas, la escribieron en el BOE los tecnócratas
y la financiaron los neoliberales que, además, orientaban la cultura
social con aquello de que España era el país en que uno más fácilmente
podía enriquecerse (como dijo Solchaga). Estas contradicciones laminaron
parcialmente el discurso progresista.

¿Y qué pasa con la actual reforma promovida por el PSOE? La LOE elimina
bastantes de los elementos más reaccionarios de la LOCE, pero se queda
corta: los cambios han de ser de mayor calado y en una línea de defensa
radical de la educación pública. Es decir, no resulta criticable por lo
que afirman los sectores conservadores, sino más bien por lo contrario,
y en contra de lo que ciertos discursos vienen defendiendo.

Más información
Diversos análisis y propuestas en torno a la educación pueden verse en
www.concejoeducativo.org

[1] También se promociona si ya se ha repetido y no se aprueba, pero, en
este caso con las áreas pendientes.

[2] Otros cambios eran de mucha mayor trascendencia (itinerarios,
favorecimiento de la privada, etc.), pero no sólo se trata aquí de
mostrar, como ejemplo, la falsedad de un mito concreto.

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