Aplaudido por el empresariado, por la derecha política, por todes quienes desde la “Concertación” intentan sostener el consenso social con el gentil apoyo de la izquierda marxista extraparlamentaria, Ricardo Lagos, presidente de la República de Chile hasta el próximo 11 de marzo por la mañana, cuando entregue el poder a su ex ministra de Defensa, Michelle Bachelet, cuenta con el aplauso también de las fuerzas armadas chilenas.
La Armada despidió a Ricardo Lagos ha poco con la mayor Revista Naval en 50 años (para un presidente Civil), mostrándole su agradecimiento por el apoyo en la compra de armamentos que han “modernizado” una flota que, comparativamente en la región, nunca estuvo muy “antigua”. El Ejército, sin tanta parafernalia hasta el momento, se ha mostrado agradecido igualmente, por el sostenido apoyo en su “modernización”, que incluye también la compra “transparente” de armamentos. Transparencia necesaria a la luz pública luego de que la primera compra masiva de armamentos en “democracia” ha terminado con sus encargados procesados por trafico y corrupción, como el caso de el mismísimo ex intocable Pinochet y por cierto con algunos cadáveres de por medio por saber demasiado o por querer saber demasiado. Ciertamente esa primera compra en “democracia” nació como la última en dictadura, pero en la necesidad del primer gobierno concertacionista de Aylwin (1990-94) de normalizar la normalidad siempre “en la medida de lo posible”, el tema de la compra de armamentos y las definiciones estratégicas de defensa quedó establecida para siempre como un tema propio de “los militares” con la amable participación de el ministro (o ministra) de defensa como “guardián civil” del territorio. En ello maestro fue el ministro de defensa Pérez Yoma, quien recibió hasta condecoraciones de manos de Pinochet por su leal apoyo.
Se estableció una escuela con ello donde lo militar (un espacio muy amplio que incluye lo político, lo económico, lo social, relaciones exteriores, seguridad y hasta deportes!) quedo en manos de los militares, poniendo a firme la autonomía de las Fuerzas Armadas para desarrollar:
Sus diseños estratégicos
Su propio ámbito judicial (un muy amplio fuero judicial)
su propio equipo político (bancada militar, equipos asesores, intervenciones públicas)
su propia política en derechos humanos (estableciéndose como Parte en la negociación de la Verdad oficial)
su propia gestión económica (con ingresos sobre la VENTA del cobre y la disposición total sobre las propiedades fiscales adscritas a su uso, es decir, sobre todas las propiedades a nombre de las FFAA y la gestión autónoma de empresas de armamentos dedicadas a la exportación)
su autonomía previsional, fuera de las leyes de mercado (obligatorias para el resto de los y las chilenas)
Los continuadores de Pinochet en la comandancia en jefe del Ejército, Izurieta y Cheyre, supieron usar muy bien este poder adquirido, interviniendo activamente en la política nacional opinando sobre todo cuanto pudiese afectarles o no, dejando en claro que la No Deliberancia y Obediencia de las FFAA es algo que no debe ser tomada al pie de la letra.
Entonces es posible comprender que la modernización de las fuerzas armadas se entiende siempre en Chile como la ampliación de su autonomía política-económica y su relegitimación a los ojos del público, con la prensa (sobretodo la del Estado) puesta al servicio para acallar problemas, escuchar la versión del Ejército y hacer eco de las explicaciones “técnicas” de los oficiales a cargo.
Esto explica, que en crisis económica y con la cesantía más alta desde el primer gobierno de la concertación, el año 2003 el gasto militar en relación al PIB fue el más alto en toda América Latina (4, 1%). También fue mayor gasto bélico per capita en la región: US$ 180, por sobre Argentina (US$ 117), Colombia (US$ 66) y Brasil (US$ 55).
Con todo, por arreglos presupuestarios el gasto del ministerio de Defensa aparece sólo con US$ 1.430 millones cuando una cifra más próxima a la realidad sería: US$ 3.150 millones, producto de su autonomía en el tema previsional.
Hoy mismo, intenta convencernos que no existe “carrera armamentista” en la región. Quizás tengan razón: con el nivel de gasto de las FFAA chilenas es posible entender que es una carrera que corren solos.
Y la corren de una manera extraña: Ayer llegaron al país los primeros dos cazabombarderos F 16 “de un total de diez, adquiridos en EEUU por un valor de 650 millones de dólares. El resto llegarán a Chile durante este año y se unirán a otros dieciocho aparatos del mismo tipo, usados, que la FACH acordó comprar a Holanda, en 150 millones de dólares, que serán remozados antes de entrar en servicio”. Difícil entender el mercado de armamentos: un año se compran los F16 a US$ 65 millones cada uno, y al año siguiente están a US$ 8,3 millones.En fin: todo eso es normal.
Normal como el rearme de la Armada con sus nuevos submarinos, fragatas, helicópteros, lanchas, etc. Normal como la masiva compra de Tanques Leopard II por parte del Ejército.
Normal como una “modernización” que mantiene a toda costa el Servicio Militar a pesar y contra la muerte de 45 soldados (44 de ellos conscriptos que realizaban el Servicio Militar) en ejercicios de invierno para los cuales NO llevaban la ropa adecuada.
El crimen de Antuco (la muerte de estas 45 personas en la zona precordillerana del Bio Bio) probó nuevamente lo sólida de la defensa corporativa del gremio militar y el pleno respaldo del gobierno civil a todas sus barbaridades a través del ministerio de defensa: Ni el Ministro de defensa, ni el Comandante en Jefe renunciaron o pusieron sus cargos a disposición. Tampoco permitieron la labor civil en la búsqueda de cuerpos ni menos entregaron la investigación judicial al ámbito civil del crimen. Nada de eso: la justicia militar se ha hecho cargo del asunto para conveniencia de los inculpados, entre ellos todo el aparato militar que insiste en conservar el servicio militar para justificar gastos y seguir lavando el cerebro de la juventud pobre de Chile en su cultura de la muerte, la xenofobia, el machismo y el racismo.
Y ante todo esto sólo celebraciones, aplausos para el Presidente de la República, mientras se reafirma la continuidad del Servicio Militar, incrementando los recursos para esa institución de la muerte, aumentando la participación de mujeres y profesionales, como amenaza la Presidenta electa, y ampliando su dinámica hacia le mundo civil mediante un “servicio Alternativo Ciudadano”, al mismo tiempo que se sigue desconociendo el derecho de Objeción de Conciencia, con el respaldo declarado de organizaciones “cristianas” que dicen tener una “fuerte preocupación” por los derechos humanos. Preocupación que no se nota cuando dan su apoyo a la candidata que se olvida del derecho de objeción de conciencia.
La ilusión de tener una mujer en la Presidencia ha hecho desnudar a ciertos izquierdistas profesionales que desde los derechos humanos hoy apoyan el fortalecimiento del servicio militar, el lugar donde más se violan los derechos humanos de los y las jóvenes en este país.
Hay que examinar con profundidad estas cosas y esforzarse en la consecución de más libertades y derechos y de restar el máximo espacio a los herederos privilegiados de la dictadura: el poder militar y quienes le prestan su apoyo, consciente o inconstienmente, inteligente o imbécilmente, tanto en la Concertación que gobierna como en la izquierda extraparlamentaria que suspira.
Para ello como es de esperar, desde la Insumión nos ratificamos en el libre ejercicio del derecho y la Libertad mediante la Acción Directa. Pues en realidad, ya basta de tontería.
Notas tomadas del taller sobre Gasto Militar de Eduardo Bahamondes y de la prensa digital chilena: Tercera.cl, El Mostrador.cl, Emol.com, GranValparaiso.cl.