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Por Cthuchi Zamarra.

Bart de Ligt: el gran olvidado

Bart de Ligt: el gran olvidado

Hay un gran olvidado en la mayoría de los tratados de noviolencia, que se suelen centrar en Henry David Thoreau (como teórico de la desobediencia civil y por tanto antecedente de la teoría de la noviolencia), Lev Tolstoi, Mohandas Gandhi y Martin Luther King, y recogen posteriormente las aportaciones de Gene Sharp o Jean Marie Muller. Me refiero a que olvidan la importancia tanto del ejemplo como la teorización que tuvo en el periodo entreguerras el holandés Bartholomeus de Ligt (1883-1938), uno de los padres del llamado anarcopacifismo holandés. Tan sólo autores como Michael Randle, Devi Prasad o Brian Martin vinculados directamente con la Internacional de Resistentes a la Guerra, organización de la que fue ideólogo durante el periodo de Entre Guerras, suelen recoger su inmensa aportación a la teoría y, sobre todo, a la práctica de la noviolencia.

Si bien antes de 1919 Bart de Ligt estuvo vinculado al socialismo cristiano y ejerció de pastor protestante, posteriormente rompió con el cristianismo y se declaraba abiertamente anarquista. Previamente, su activa oposición a la Primera Guerra Mundial le había llevado a la cárcel dos semanas (por la redacción del Manifiesto de los Resistentes a la Guerra) y al enfrentamiento con el clero y con el Social Democratic Worker’s Party SDWP en el que se encuadraba su colectivo, la Union of Christians Socialits (UCS), de la cual era su principal ideólogo. Tras la guerra, cuando dejó de considerarse cristiano, dejó la UCS e ingresó en la International Anti-Militarist Union (IAMV según sus siglas en holandés) fundada en 1904 por el también anarquista holandésDomela Niewenhuis (1846-1919) y desde allí creó la sección internacional de la misma, la International Anti-Militarist Boureau, la IAMB. Sin dejar de participar en la lucha antimilitarista local, pues fue encarcelado casi un mes en 1921 por convocar una huelga general en apoyo a la objeción de conciencia, participó desde esta organización en la construcción de un movimiento antimilitarista internacional. Este proyecto se plasmó con la creación en 1921 de la War Resisters’ Internacional WRI, la Internacional de Resistentes a la Guerra IRG, inicialmente mediante la coordinación de los movimientos de resistencia a la guerra de los contendientes en la Primera Guerra Mundial. Desde entonces esta organización ha aglutinado a movimientos antimilitaristas y pacifistas de todo el mundo y a ella que han estado asociados en diferentes momentos personajes tan distintos como Albert Einstein (que abandonó la IRG en la Segunda Guerra Mundial), Mohandas Gandhi (que envió a su camarada Rajendra Prasad en su representación a la asamblea trienal de 1928), Lanza del Vasto, Danilo Dolci, Jean Marie Muller (cuya organización el MAN sigue perteneciendo a la IRG), Michael Randle, Johan Galtung, todos ellos teóricos de la noviolencia de cada una de las corrientes, así como la conocida cantante y activista norteamericana Joan Baez, que inauguró la asamblea trienal de Roma en 1966 .

Aunque buena parte de la producción teórica de Bart Ligt es en holandés y no ha sido traducida siquiera al inglés, sí lo han sido sus obras más importantes, entre ellas el primer tratado sistemático importante sobre pacifismo, antimilitarismo y noviolencia: «The conquest of Violence- an Essay on War and Revolution» . Hay que señalar que De Ligt venía usando el concepto de no-violencia con la grafía del guión desde su aparición de la mano de Gandhi en 1920 y como tal aparece en esta obra, y que ambos autores se influyeron mutuamente. De hecho de Ligt era uno de los pocos con legitimidad suficiente como para pedirle explicaciones a Gandhi sobre su postura en la guerra de los Boers y la Primera Guerra Mundial, en las que colaboró con el ejército británico (de hecho si no hubiera sido por un reuma Gandhi hubiera luchado, y probablemente muerto en las trincheras de Francia en el hipotético caso de que no se hubiera declarado objetor de conciencia ). El mismo relataba:

“La verdad es que en ambos casos (la guerra de los Boers y la Primera Guerra Mundial) los argumentos para alistarme en el ejército respondían a la misma lógica. Es cierto que no ignoraba que el hecho de participar en una guerra no podía ser compatible con la ahimsa. Pero no siempre resulta fácil saber dónde se encuentra el deber. Muchas veces sólo es posible caminar a tientas en la oscuridad. Aun cuando uno haya jurado hacer todo lo posible por ver la verdad. (...) Al no ser entonces, como no soy ahora, un reformador decidido a atacar las causas institucionales de la guerra, debía como ciudadano aconsejar de la forma más honrada posible a los que creyendo en la eficacia de la guerra, se negaban sin embargo a alistarse, bien sea por resentimiento contra el gobierno británico, bien por cobardía o por otros motivos más viles todavía. No se trata de justificar mi conducta apelando únicamente a los principios de la ahimsa, ya que según su escala de valores no se puede hacer distinciones entre aquel que maneja las armas y el que trabaja en el Cruz Roja. Ambos toman parte en la guerra y contribuyen a que funcione su engranaje. Sin embargo, incluso después de haber pensado mucho en ello durante estos años, me parece que, teniendo en cuenta las especiales circunstancias en que me encontraba cuando la guerra de los boers, la primera guerra mundial y la pretendida rebelión de los zulúes en Natal en 1906, estaba obligado a hacer lo que hice en cada uno de estos casos”. ”

Además “the conquest of violence”, además de ofrecer legitimaciones y pruebas sobre la efectividad de la noviolencia, contiene un anexo muy interesante. Se trata nada menos que un resumen del «Plan of Campaign against all war and all preparation of war», conocido en su época simplemente como el «Plan de Ligt». Este plan fue expuesto en la asamblea trienal de la IRG de 1934 en Welwyn, Inglaterra, y consistía en una sistematización de métodos de resistencia noviolenta que se proponían a las diferentes secciones nacionales de la IRG para inspirar la resistencia a una guerra que se vaticinaba en el horizonte. De su debate en varios grupos locales surgió el concepto «defensa popular pacifista» , conocido en su evolución posterior con las denominaciones de defensa popular noviolenta, defensa civil o a veces simplemente alternativa de defensa. Se trata de un proyecto netamente antimilitarista que cuestiona el modelo de defensa militar y propone un nuevo modelo de defensa basado en la extensión a toda la población de técnicas de resistencia noviolenta, incluyendo por tanto una redefinición sobre cuestiones tales como qué hay defender, quién ha de defender, cómo ha de ser la defensa y contra qué hay que defenderse. Hay que señalar no obstante que ya había antecedentes a este concepto, pues Bertrand Russell ya había lanzado en 1915 la idea de que Gran Bretaña podría derrotar a Alemania mediante la no-colaboración sistemática y desde el movimiento anarquista se había propuesto la huelga general como forma de parar la Gran Guerra.

Así pues Ligt provenía de lo que se ha denominado como la corriente ética de la noviolencia, debido a su reformulación del cristianismo dentro de la teoría anarquista, pero su posición respecto a la crisis que supuso la guerra civil española en el movimiento pacifista internacional, en el que se enfrentaron estas las dos corrientes se la puede considerar de consenso entre las corrientes ética y pragmática. El caso es que la brutalidad del alzamiento fascista causó una importante crisis en el movimiento pacifista, antimilitarista y noviolento mundial ante la falta de consenso a la hora de si condenar o no la violencia antifascista. A mucha gente le costó mantener el ideal de resistencia noviolenta contra el fascismo y se preguntaban cómo reaccionarían si fueran pacifistas españoles, ante la imposibilidad ética de declararse neutrales. El activista español, José Brocca, fundador en 1932 de la primera sección española de la IRG, la Orden del Olivo, respondió con su actitud de no participar en combates violentos pero ayudando a la causa antifascista participando en labores de propaganda y ayuda humanitaria. Fenner Brockway, entonces presidente de la IRG, abandonó su cargo (y su propia afiliación a la organización) ante la imposibilidad de mantenerse en la postura de la IRG de no apoyar la venta de armas a la República. Otros muchos, entre los que destaca Albert Einstein, que había apoyado todas las campañas de la IRG, abandonaron su pacifismo para apoyar la guerra contra el totalitarismo alemán, japonés, italiano, soviético o español. En este momento crítico, la posición de Bart de Ligt fue el «rechazo a condenar a aquellos que aceptaron la violencia (de acuerdo con su visión de que la violencia era preferible a la resignación o la sumisión); pero creía que la IAMB debía apoyar a aquellos que apoyaban a la resistencia noviolenta» , y esta ha sido la postura de la WRI-IRG posteriormente con respecto a luchas de emancipación armadas, situándose hábilmente entre la corriente ética que condenaría toda forma de violencia y la pragmática que no condena la violencia sino que simplemente se preocupa de buscar los métodos más eficaces para la transformación o revolución social. Se trata ésta de una postura de consenso pragmático, propia de una gran institución, que permite aglutinar dentro de una organización a los representantes de ambas corrientes que no son tan distintas entre sí, sino que hacen referencia a diferentes niveles en los que manejar la noviolencia. El francés Jean Marie Muller ha recogido así mismo esta propuesta estableciendo una distinción ya clásica entre violencia en situaciones de injusticia (estructural), violencia de las acciones de liberación (revolucionaria) y violencia de las acciones de represión.

  • 5 de julio de 2006 17:19, por Pablo

    Me parece interesantísimo poder conocer a este teórico que además es tan antiguo y vivió acontecimientos de primera magnitud.

    Gracias a la publicación de este artículo podemos conocer cosas sobre la fundación y primeros tiempos de la IRG, el pacifismo en España antes de la guerra civil, los problemas éticos del antimilitarismo ante la Segunda Guerra Mundial... y me parece imprescindible el último párrafo en el que se dice que los grandes teóricos de la Noviolencia han buscado una vía entre ética y pragmática para diferenciar violencias y no condenar (tampoco legitimar) la lucha mediante el empleo de las armas por parte de los oprimidos.

    Se agradecen mucho publicaciones como esta. Uno de los grandes problemas que yo veo en el movimiento social antimilitarista es una brutal carencia de memoria histórica, incluso referida a periodos cortísimos de tiempo.

  • 8 de julio de 2006 10:19, por Amand.

    Què bien publicar este artículo! Totalmente de acuerdo con las observaciones anteriores de Pablo.

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