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Guerra Eterna

El pañuelo y los neocon de zarzuela

El pañuelo y los neocon de zarzuela

Guerra Eterna

El Partido Popular y la prensa conservadora se escandalizan por la imagen de Zapatero con un pañuelo palestino puesto sobre los hombros. Con sus críticas, equiparan a los palestinos, a todos, con el terrorismo. También llaman
“antisemita” al presidente del Gobierno por sus duras críticas a la
brutal campaña de bombardeos de Líbano. Los expertos de sofá le hacen
el trabajo sucio a la embajada israelí. Por primera vez desde el
restablecimiento de relaciones entre los dos países, los diplomáticos
de ese país, acostumbrados a remar contra corriente, ya no se sienten
tan solos.

Nunca antes se había visto nada parecido en España. Criticar los
bombardeos sobre zonas civiles, sin negar el derecho de Israel a la
legítima defensa, sin adjudicar a los judíos ninguna condición
despreciable por el hecho de serlo (un rasgo habitual del racismo), se
ha convertido en una forma de antisemitismo.

Resulta especialmente triste ver al portavoz del PP en asuntos
exteriores, Gustavo de Arístegui, llegar a esos extremos. Su padre,
Pedro Manuel de Arístegui, fue asesinado en 1989 por los sirios
precisamente por defender a los libaneses, por defender su derecho a
vivir en libertad y sin tutelas extranjeras. Seguro que también se
habría opuesto a la decisión de Hizbolá de mantener como rehenes a toda
la población civil en su lucha contra Israel. Pero también habría
reconocido que el sufrimiento por el que está pasando el país es
excesivo e injusto.

De hecho, el propio Arístegui está ahora intentando evacuar a su familia del país. Si los bombardeos israelíes son proporcionados y no censurables, ¿dónde está el peligro?

Hay dos versiones de estos ’neocon de zarzuela’ con que contamos en
España. En primer lugar, está la variante más local. Los que escriben
para convencer a sus partidarios de que el Gobierno está en manos de un
idiota. Incurren en el mismo error estúpido que la izquierda cometió
con Aznar: subestimarle. Ignacio Camacho en ABC:

Ese pañuelo palestino ceñido al cuello presidencial en plena crisis del Líbano no es sólo una bisoña metedura de pata diplomática. Es un síntoma de irritante inmadurez política y de torticero fundamentalismo ideológico. Y es, también, el retrato de una generación descolocada, que ignora que no hay nada más antiguo que un moderno trasnochado.

Y habla de fundamentalismo, el mismo tipo que se refiere al
«pañuelito palestino» (es el mismo que se burló de Evo Morales por
llevar un jersey). Si alguien aplicara también términos despectivos a
una kipa judía o a la estrella de David, Camacho aullaría a los cuatro
vientos para denunciar esta muestra de antisemitismo rampante. Pero a
los otros, se les puede dar caña, y si les matan, seguro que algo
habrán hecho.

La otra versión neocon es más sofisticada, como mínimo porque tiene
el detalle de leer prensa extranjera y siente una particular
fascinación por las piernas de Condi Rice. Son los que sostienen que la
guerra contra el Islam radical obliga a imitar a los israelíes y a
responder con toda la fuerza posible, por muchas muertes de civiles
(supuestamente lamentables) que nos llevemos por el camino. Florentino Portero, también en ABC:

Israel no puede quedarse de brazos cruzados ante la agresión que ha sufrido, debe tratar de localizar tanto los arsenales como los centros de mando y control de Hizbolá y Hamás para destruirlos. No es casual que se encuentren en el centro de las ciudades. Buscan protegerse y forzar a sus enemigos a provocar víctimas civiles. Lo primero no lo consiguen, pero sí lo segundo, más aún cuando medios de comunicación no sienten reparo en afirmar, a sabiendas de que es falso, que Israel dispara sobre la población de forma indiscriminada.

¿Ataques indiscriminados? En absoluto. Lo que ocurrió ayer en Srifa, en el sur del Líbano, debió de ser sólo mala suerte. Los aviones israelíes destruyeron 15 casas. Todo un barrio quedó arrasado. Mataron a 17 personas e hirieron a 30.

Sus ocupantes eran culpables de un delito. No habían obedecido, o no
habían podido obedecer, las órdenes del Ejército de abandonar la zona.
En el sur del Líbano, se ha impuesto una política de limpieza étnica
temporal. Los habitantes de los pueblos tienen que huir si no quieren
perecer. Si Hizbolá lanza un cohete desde las inmediaciones de un
pueblo, todos sus residentes están en peligro de muerte.

Ahora ya es demasiado tarde para ellos. Aviones y helicópteros
disparan de forma indiscriminada contra camiones y furgonetas que
circulan por las carreteras del sur. Ante la posibilidad de que uno de
esos vehículos transporte un katyusha, no corren riesgos. Todos los
pasajeros son terroristas.

A todos estos comentaristas, y también al Gobierno español, habría que recordarles la opinión de Louise Arbour, alta comisionada de derechos humanos en la ONU:

UN human rights chief Louise Arbour suggested Wednesday that the military operations being carried out in Lebanon, Israel and the Occupied Palestinian Territories could be considered war crimes. The obligation to protect civilians during hostilities is entrenched in international law, "which defines war crimes and crimes against humanity,«Arbour said in a statement.»The scale of the killings in the region, and their predictability, could engage the personal criminal responsibility of those involved, particularly those in a position of command and control," she added.

No importa lo dura que sea esa guerra contra el Islam radical, y si es una guerra no creo que la estemos perdiendo. La obligación de proteger a la población civil en cualquier conflicto bélico alcanza a todo el mundo. También a Israel.

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