Por: Horacio Serpa
Hasta en los más recalcitrantes sectores gobiernistas ha causado estupor la cantidad de errores, vacilaciones, rectificaciones, ocultamientos, mentiras y encubrimientos en que se ha convertido el mañosamente denominado ’proceso de paz’ con los paramilitares. Es el colmo tanto engaño.
Los dos más recientes episodios indignan a cualquiera: el show de las ’capturas’, que aún no se sabe si fue advertencia, recomendación, sugerencia u orden de conducción, y el cambiazo de ’el tuso’, quien de un momento a otro pasó de puro narco, a para puro. Lo primero para decirle a los norteamericanos que se justifica seguir apoyando la lucha contra las drogas, así los resultados hayan sido un fracaso, y lo segundo siguiendo con los arreglos que se hicieron por debajo de la mesa para legalizar el paramilitarismo y corresponder sus efectivos apoyos electorales.
Pero no es solo lo del tal proceso lo que provoca escándalo y vergüenza.
Las noticias sobre corrupción no cesan. Aún no se ha aclarado lo que pasó en Emcali con el ’dedazo’ de 24 millones de dólares, ni lo relacionado con los fabulosos honorarios pactados -finalmente con cargo al Estado y al pueblo- con los encargados del tráfico de influencias para la adjudicación del contrato del Aeropuerto Eldorado.
Si hasta del desamparado departamento del Putumayo llegan escandalosas informaciones sobre chanchullos entre gobernantes y políticos, y se escuchan ya demasiados comentarios sobre un negociado con la adquisición de letrinas en Casanare. Se negocia hasta con las más urgentes necesidades de la gente. Y ahora salen con que no hubo latrocinio en la compra de los computadores efectuada por la anterior Junta Directiva de la C’amara de Representantes, cuando se sabe que los adquirieron a sobre precio y a pocas horas de terminarse su período.
Es desafortunado tener que decirlo, pero vivimos la época de los negociados. Nadie se extrañe de lo que viene. Porque la noticia, aparentemente optimista e ingenua, según la cual la prosperidad del país puede medirse con los grandes contratos que tiene entre manos el gobierno nacional, vale decir, venta de la refinería de Cartagena, Ecogas y electrificadoras, adjudicación de concesiones de carreteras y licitación de Eldorado, y la privatización de Ecopetrol, lo que indica es que están activadas como nunca las componendas para ver como se le mete mano a las fabulosas sumas de dinero que se transarán en el elogiable y nunca bien ponderado propósito de ’luchar contra la politiquería y la corrupción’. Parece que ocho años de gobierno les será poco para feriar el Estado al más conveniente postor.
Lástima grande que las autoridades encargadas de investigar y sancionar tanto entuerto no se pronuncien con la prontitud requerida. Todo termina quedando en el plano de los comentarios, y el gobierno ’pasa la página’ como si no ocurriera nada. Cuando lo que sucede es verdaderamente grave.
Conozco al Fiscal General y sé que es un hombre honrado y un funcionario probo. Pero la entidad no ofrece resultados. ¿Qué pasó con lo de Incoder y Finagro? ¿Qué ocurrió con los crímenes atribuidos al Das? ¿Solo fueron ’calumnias de la oposición’?
Ni siquiera se sabe a estas alturas cuál es la autoridad competente para dilucidar la muerte de los diez policías acribillados por la fusilería del Ejército en Jamundí. Mucho menos se puede pretender la revelación de los sucios secretos que esconde tan criminal acontecer.
Es necesario insistir ante Fiscales y Jueces por resultados. A estas horas, por ejemplo, nadie conoce la lista de personajes cercanos al ’Socio’, que entregó a la Fiscalía el chofer de ese extraño personaje.
¿Existe la lista? ¿Es creíble? ¿Quiénes están en ella? ¿Dónde está la lista? ¿Por qué la esconden? Y el gobierno tan tranquilo. Y el gobernante tan de teflón. Definitivamente los corruptos están hoy en su paraíso.