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Tomás Torres Peral

Misión de paz, misión de guerra

Misión de paz, misión de guerra

El Norte de Castilla

EL Ministro de Defensa compareció días atrás en el Congreso para informar sobre la situación de las tropas españolas en Afganistán y explicar las circunstancias de la muerte de la soldado Idoia Rodríguez al explosionar una mina contracarro. Reconoció el alto nivel de riesgo de la misión, y desveló nuevas acciones contra nuestras fuerzas. El Gobierno sigue aferrado a la idea de que nuestra presencia en Afganistán es en misión de paz, y por su parte la oposición ha denunciado que en dicho país se vive una situación de autentica guerra. Resulta necesario analizar ambos conceptos.

El concepto de guerra se ha ido transformando a lo largo de la Historia. La forma de hacer la guerra se ha diversificado, y en la actualidad no tiene un único significado. Es posible hablar de muchos tipos de guerra. El concepto tradicional de guerra abierta y declarada con dos ejércitos nacionales en confrontación en un determinado campo de batalla ha quedado claramente superado. En la actualidad nadie declara la guerra, simplemente la hace. El campo de batalla se ha universalizado y algunas de las partes beligerantes ni son ejércitos, ni representan a un Estado. El ejemplo de Al Qaida es significativo. Son las llamadas guerras de cuarta generación.

En la sentencia del Tribunal Supremo de 7 de marzo del 2005, en la que fija la doctrina legal sobre el ’valor acreditado’, se declara: «Es verdad que ese contexto bélico no puede reducirse al de la guerra como estado declarado formalmente en contra de un Estado, sino que ha de incluir, además, las formas en que actualmente se manifiesta. De ahí que deba utilizarse un concepto amplio de la misma que abarque todas las formas de conflicto armado en las que intervengan tropas españolas, contando entre ellas las operaciones internacionales de mantenimiento de la paz o de apoyo a los procesos de paz, así como las que tienen un carácter humanitario y se desarrollan en escenarios en que la situación existente pueda requerir el uso de la fuerza militar ».

El concepto de misión de paz, tampoco es un concepto exacto, preciso y contrapuesto al de misión de guerra. Hay muchas clases de misiones de paz. Las operaciones de paz de la ONU entrañan tres actividades principales: prevención de conflictos y establecimiento de la paz, mantenimiento de la paz y consolidación de la paz. Sin olvidar las operaciones de imposición de paz.

El Informe del Grupo de las Operaciones de Paz de la ONU de 21 de agosto de 2.000 señala: «Una vez desplegado, el personal de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas debe estar en condiciones de cumplir su mandato de forma profesional y con éxito. Ello quiere decir que las unidades militares de las Naciones Unidas deben poder defenderse, defender a otros componentes de la misión y al mandato de esta. Las normas para entablar combate no deben limitar la acción de los contingentes a respuestas proporcionales, sino que deben prever réplicas que sirvan para silenciar una fuente de fuego mortífero dirigida contra los contingentes de las Naciones Unidas o contra la población que estos deben proteger y, en situaciones particularmente peligrosas, no deben obligar a los contingentes de las Naciones Unidas a ceder la iniciativa a sus atacantes ».

Es decir, que en las operaciones de paz de la ONU, no se excluye el combate, sino que las unidades en misión de paz, deben combatir de forma profesional, con éxito y sin ceder la iniciativa a sus atacantes. En términos militares eso significa que deben hacer uso de la fuerza combatiente según las técnicas de la guerra. Las operaciones de paz, son operaciones militares. No creo necesario precisar la forma en que se impone la paz.

Misión de paz y misión de guerra no son conceptos excluyentes, sino parcialmente coincidentes, con zonas de intersección, como en el caso de Afganistán, donde la misión de reconstrucción se realiza en un escenario de guerra, no en el sentido clásico y tradicional del término, sino en uno de los mas modernos y peligrosos: la guerra fundamentalista de Al Qaida y los talibanes. Basta leer los informes del Consejo de Seguridad de la ONU. El presidente Zapatero reconoce ahora que en Afganistán se lucha contra el terrorismo. Evitando la palabra guerra, no se impide la realidad de la misma. Si esto fuera una mera cuestión doctrinal, el asunto no tendría mas importancia, pero quien se aferra a decir que la función de las tropas españolas en Afganistán es en una misión de paz, y nada mas que una misión de paz, ocultando la verdadera situación bélica de las mismas, está cometiendo un grave error, no solo porque se priva a la opinión pública de una información veraz, sino porque se podría perjudicar gravemente a nuestras fuerzas adoptándose decisiones perjudiciales para su seguridad, y para el eficaz cumplimiento de su misión.

Recientemente Al Qaida ha amenazado a España por su presencia en Afganistán. El asunto no es nuevo. Yusuf Azzam, ideólogo de Al Queda y profesor de Osama Bin Laden en la universidad de Yidda, en Arabia Saudi, dejo escrito antes de morir en 1989 refiriéndose a la yihad o guerra santa, que «este deber no terminará con la victoria en Afganistán; seguirá siendo una obligación personal hasta que nos devuelvan todos los territorios que fueron musulmanes para que el islam reine de nuevo: ante nosotros se extienden Palestina, Bujará, Líbano, Chad, Eritrea, Somalia, Filipinas, Birmania, Yemen del Sur, Tashkent y Al Andalus».

El Ministro de Defensa declaró recientemente en el Senado en mi opinión con más simpleza que rigor, que las tropas españolas no participan en ninguna guerra en Afganistán, «porque Naciones Unidas no hace la guerra, sino la paz», y la pasada seman dijo en el Congreso que nuestra presencia en dicho país «no es bélica». No consigo compatibilizar las declaraciones del ministro con los combates a los que se refiere el informe de la ONU antes mencionado, ni con el concepto de contexto bélico expresado por el Tribunal Supremo.

TOMAS TORRES PERAL/COMANDANTE DE CABALLERÍA, ABOGADO Y ECONOMISTA

  • 14 de abril de 2007 21:23, por JOSÉ RAFAEL

    Efectivamente, una misión de paz hoy en día es una misión de guerra. Las verdaderas misiones de paz deben ser misiones culturales a largo plazo, que contemplen cambiar la cultura actual de violencia en la que estamos inmersos por una cultura de paz. Vivimos rodeados de violencia, a todas horas y en todos los ambitos. Debería iniciarse un trabajo educativo empezando por los más jovenes, para aprender a reconocer lo que son acciones de violencia y poder ir excluyendolas de nuestras vidas. No regalar juguetes belicos a nuestros hijos, reaccionar ante las sutiles manipulaciones de nuestra forma de pensar.

    Y volviendo al atículo, no se puede resolver una guerra sin cambiar las circunstancias económicas, sociales, etc que la provocaron, las misiones de paz son misiones de guerra que no resuelven el origen del problema, que muchas veces es económico, y siempre el mismo, la opulencia y el dominio del primer mundo sobre la pobreza del tercer mundo. Mientras no se comparta de verdad la riqueza y los bienes del mundo no habra paz verdadera.

Alternativa Antimilitarista - Moc
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