Si bien la ministra indicó hace unos días que nuestra misión en Afganistán era defender las libertades de los afganos, nuestras y las de todo el orbe, en declaraciones más recientes ha reconocido que la misión que ahora se impone es defender a nuestros propios efectivos (casi 800).
No hemos valido para defender la libertad, la democraciía, la paz en Afganistán. Tampoco han mejorado sensiblemente las condiciones de vida con la intervención de la OTAN y de USA.
Ahora sólo defendemos nuestra cabeza de playa. ¿Con qué sentido? Pues, …, parece que el único es hacernos las víctimas para poder justificar nuestra presencia allí. Así justificaremos, de paso, nuestra presencia en otros foros internacionales.
En el fondo, lo que menos importan son los afganos y afganas y, por supuesto, nuestros muertos y heridos.