casco insumissia fusil roto
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Del autor más plañidero y victimista que hayan visto nunca, vive en La Razón

Un par de artículos llorones sobre el ejército español

Un par de artículos llorones sobre el ejército español

...y todo lo que escribe es del mismo estilo.


De hombres honrados

Diego Mazón


CUANDO TODO VA MAL

Ellos están ahí. Siempre. Cae una nevada bestial y se les llama para sacar a la gente de sus coches o para despejar el aeropuerto; hay una riada sin precedentes y acuden a dar esperanza a una población desesperada; el fuego devora hectárea tras hectárea y los que le hacen frente son ellos. Cualquier situación caótica, cualquier atisbo de crisis y a quien se recurre es a los militares.

No es nuevo, siempre ha sido así. A ellos se les ordena una cosa y la hacen sin rechistar. Para eso están, claro, para eso son militares. Es un colectivo muy práctico para los políticos, porque cuando se avecina un marrón peculiar, se tira de ellos, uno queda bien y encima te solucionan la papeleta. Y encima son baratos.

Pero ese silencio, esa disciplina, esa obligatoriedad que lleva implícita su condición y el hecho de que estén dispuestos a entregar su vida por España no quita para que los demás no les demos de vez en cuando una palmada en la espalda. Ni quita para que los ciudadanos exijan, como deberían, que este colectivo que les saca de las nieve, de las inundaciones, del fuego, que se parte el pecho en el mundo entero por ellos, trabaje en las mejores condiciones posibles. Porque en el fondo es una contradicción absoluta que los españoles valoren a las Fuerzas Armadas como la mejor institución en España y ni se inmuten cuando su material está obsoleto, cuando no hay dinero para que entrenen ni para arreglar los buques. Si tanto los queremos, deberíamos preocuparnos por ellos. Es absurdo que cuando los políticos, sean del signo que sean, los usan como arma arrojadiza o como instrumento de mercadotecnia, nosotros nos quedemos callados. Que cuando les recortan sueldos y presupuestos nadie abra la boca, que cuando se mete la mano en los cuarteles, en sus tradiciones o en sus maneras de hacer no haya una protesta de los ciudadanos.

Nos encanta que nos cuiden, que nos salven, pero les correspondemos poco. Los ciudadanos debemos ser la voz de quienes no pueden hablar, los vigilantes de su bienestar como ellos lo son del nuestro. Porque cuando todo nos va mal, ellos están. Deberían ser recíproco.



DIVINO TESORO

«¡Cómo está la juventud!». Esta frase se ha repetido generación tras generación sin importar si en cada momento ésta estaba en horas bajas o en un momento glorioso. La juventud, ese colectivo de honda preocupación para políticos y educadores, es un buen termómetro para saber cómo está la sociedad o el futuro que nos espera. Quiero alejarme de agoreros pronósticos, conozco multitud de jóvenes implicadísimos en notables proyectos, pero he leído estos días el informe de la Fundación Santa María y no deja de ser preocupante. Es cierto, como dicen, que la juventud es un problema que se cura con la edad, pero en esa encuesta realizada a jóvenes entre 15 y 24 años, estos valoran muy positivamente a las organizaciones de voluntariado, el sistema de enseñanza, la Seguridad Social, la Policía, la ONU y la Unión Europea. Subrayo, dada mi opinión sobre su inutilidad absoluta, a la ONU, y no entraré a los suspensos que dan, principalmente a políticos e Iglesia.

Lo curioso es que ni entre los más valorados ni entre los despreciados, se encuentran las Fuerzas Armadas. De lo que me permito deducir que les resbalan. Y de esa deducción me permito sacar a la vez dos conclusiones: una, que los millones empleados en la llamada «cultura de defensa» sirven tanto como los gastados en el Ministerio de Vivienda estos años (ayer mismo, el BOE publicaba un concurso dotado con 600.000 euros para la promoción de la imagen de las Fuerzas Armadas); y dos, que los valores que los ejércitos representan y que forman parte de su esencia no atraen a los jóvenes porque no se los hemos inculcado.

Es esta segunda conclusión la que preocupa más, dado que hay gastos aún más inútiles que los especificados anteriormente. ¿Por qué valoramos los que los queremos a los ejércitos? Por cosas como la entrega incondicional, la abnegación, el patriotismo, el valor, el honor, el sacrificio, el compañerismo y por su labor imprescindible en el esquema social en el que vivimos, entre otras cosas. Y si el futuro de nuestra sociedad no cree en esos valores, ¿qué futuro le espera a nuestra sociedad? El esfuerzo radica en la educación, en dar a conocer esas virtudes desde pequeños a quienes de mayores tienen que regir esta sociedad. Tantas veces hemos visto el complejo que en muchas personas despiertan esas palabras, cuando no el rechazo, que no es raro que hoy la juventud las ignore, las menosprecie, y consecuentemente a quienes aglutinan muchas de ellas en su día a día.

Para inculcar ese reconocimiento, ese aprecio a nuestros militares en los jóvenes hay que alejar a los ejércitos de peleas políticas, de la manipulación a la que muchas veces los someten nuestros partidos, separarlos de encasillamientos ideológicos absolutamente obsoletos, mostrarles de verdad la benigna influencia que su labor tiene sobre nuestra vida diaria. Y poner esos valores (y quizá sobre todos ellos el patriotismo) en el lugar que les corresponde, en el centro de nuestra vida como sociedad, para evitar que un pueblo como el nuestro se vacie, se aleje de sí mismo y busque en el egoísmo, en el individualismo, un camino capaz de fructificar en algo útil, razonable.

El objetivo de acercar a los militares a la sociedad no es sólo que ésta los valore por su trabajo, sino que los uniformados, a través de su ejemplo, de sus valores, salven a la sociedad de la nada a la que a veces parece que se encamina. Tenemos tanto que aprender de ellos que podría considerárseles verdaderamente el divino tesoro.

dmazon larazon.es


Otra magnífica cita de Diego Mazón: «Cuando los españoles perdemos un soldado, perdemos un trozo de nosotros mismos, es un ángel de la guarda caído».

Ver también: Sobre las tropas españolas en Afganistán: “si por ellos fuera, bien que limpiaban aquello de terroristas”

Alternativa Antimilitarista - Moc
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