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Ria Novosti

La amenaza de una nueva guerra se cierne sobre Tayikistán

La amenaza de una nueva guerra se cierne sobre Tayikistán

El operativo a gran escala iniciado por el Ejército tayiko el pasado 24 de julio para establecer control sobre Jorog, la capital de la explosiva Región Autónoma de Alto Badajshán (RAAB) de Tayikistán, en las montañas del Pamir, parece una expedición militar de una metrópoli para reprimir a los indígenas desobedientes.

Pero solo a primer golpe de vista. Los habitantes de Alto Badajshán, que ocupa la mitad del territorio de Tayikistán, se consideran arios. Son gente pobre pero, como es natural para los serranos, muy orgullosa, y esta comparación les ofendería. Y con razón. Al menos porque el resto de Tayikistán, cuyas tierras bajas están separadas de su región por las montañas, no es ninguna metrópoli. Los vecinos de las valles comen las mismas migajas de pan con el que cuenta el país que los del Pamir, con el único privilegio de poder quedarse con una parte algo mayor.

Alto Badajshán siempre vivió de dotaciones. Hasta en la época soviética. Pero entonces los bienes se distribuían en Moscú, y ahora en Dushambé, por lo cual ya es harina de otro costal…

Es poco decir que en Pamir no simpatizan nada con el poder central en Dushambé. En el mejor de los casos, no lo reconocen, en el peor, lo desdeñan, calificándolo de injusto y corrupto.

El poder real en la RAAB pertenece a las figuras locales de influencia militar y criminal. Para denominarles de otra manera, en los últimos 20 años, marcados por una constante beligerancia en Tayikistán, aplican el término “comandantes”. Precisamente de ellos, en primer lugar, depende la vida cotidiana de la población local, que ya no espera nada de las autoridades en Dushambé. Al menos, garantizan algún ingreso que permitirá sobrevivir, aunque sea de procedencia dudosa: de narcotráfico, contrabando de tabacos y gemas de Afganistán.

Estas son las acusaciones que hacen ahora las autoridades en Dushambé contra Tolib Ayombékov, un antiguo comandante militar opositor que controló un destacamento guardafronteras en el pueblo tayiko de Ishkashim, en la frontera afgana.

Pero la cuestión es: ¿por qué las autoridades de Dushambé no se habían preocupado por el negocio criminal del comandante antes de que le hiciera falta un pretexto para la operación bélica en Jorog? Las autoridades lo sabían todo antes.

Pero hubo también otro motivo para la operación: Tolib Ayombékov se negó a entregar a las autoridades al grupo de los sospechosos del asesinato del general Abdullo Nazárov, jefe del departamento regional de los servicios secretos tayikos (GKNB o antiguo KGB de Tayikistán). El mayor general, de 56 años, resultó muerto el 21 de julio por la noche a unos kilómetros de Jorog. Según la versión oficial, que parece bastante extraña, cuando Nazárov viajaba en su coche a Jorog del viaje de negocios un par de decenas de desconocidos le obligaron a detenerse, le sacaron por la fuerza del automóvil y, tras darle una paliza, le apuñalaron. Pero nadie explica por qué sus guardaespaldas ni intentaron salvarle.

Ayombékov, ahora ya el exjefe de su destacamento y que perdió en el operativo a uno de sus hijos y huyó a Afganistán, explica que no va a entregar a sus hombres a las autoridades porque no cree en una investigación justa. Según su versión, el general iba muy borracho, insultando a todos los policías de guardia, y cuando bajó de su coche después de un accidente con otro vehículo no le reconocieron porque vestía un traje deportivo con capucha. Nazárov, según su versión, empezó a gritar y ofenderles a los guardias, los cuales no pudieron soportarlo y le empujaron. Después del general cayó rompiéndose la cabeza contra una piedra.

Fuentes informadas en Dushambé han expuesto otra versión: el general Nazárov, que estaba al tanto de las actividades criminales del comandante, salió para ayudar en relación con una carga de tabacos de contrabando detenida. Por lo visto, no quiso que sus guardaespaldas le vieran hablar con la gente de Ayombékov, por eso les pidió que se quedaran en el coche. Pero le fue mal la charla con los contrabandistas, y cuando el general cometió la imprudencia de alzar la mano contra su interlocutor, recibió una cuchillada al corazón. Afirman que se la dio el hermano de Ayombékov…

Siendo tan cínicos como para llamar al pan, pan y al vino, vino, podemos decir que si no hubiera sido por este asesinato en Dushambé habrían tenido que inventar algún otro pretexto para desencadenar la operación y reprimir así a la región desobediente. Hay pruebas de que el operativo lo habían empezado a preparar hace unas semanas.
En las montañas del Pamir se esconden, según datos diferentes, hasta 300 paramilitares de la segunda generación de la oposición tayika, los que de niños vieron la guerra civil en Tayikistán a principios de los 1990. Estos jóvenes, sin acceso a trabajo legal, cuyos padres son perseguidos por las autoridades, formados en condiciones de enemistad entre clanes y regiones, se convirtieron en adversarios más peligrosos del régimen familiar del presidente Emomalí Rajmón.

El año que viene, llevando ya poder desde hace 20 años, Rajmón se dispone a postularse a la presidencia de nuevo. No tiene rivales políticos desde hace tiempo. Unos no han sobrevivido. Otros, están en la cárcel o en el exilio.

En las condiciones de falta de competencia política, los grupos de resistencia armados del Pamir pueden consolidar todas las fuerzas de protesta en Tayikistán, las cuales son bastantes no solo en las partes montañosas del país. La disconformidad con el régimen actual crece, a lo que contribuyen las persecuciones contra los musulmanes moderados realizadas por las autoridades bajo el pretexto de la lucha contra el extremismo religioso.

Es posible que la última operación permita establecer un control sobre el rebelde Pamir, para cierto periodo. Pero esto puede ser una victoria pírrica. El reinicio de la guerra civil (y es que en ello hacen pensar los acontecimientos en Jorog) no aumentará el prestigio ni la confianza hacia el Dushambé oficioso y, con más probabilidad, acelerará la caída del régimen de Rajmón.

La resistencia al régimen actual irá aumentando en la medida de la iniciada retirada de las tropas occidentales de Afganistán y con el abandono del puesto presidencial por Karzai, que se espera en 2014. La activación de los tayikos afganos, con el gobernador de la provincia de Balkh, Atta Muhammad Nur, a la cabeza, quien aspira a la presidencia en Afganistán para no permitir el regreso de los talibanes al poder y el dominio de los pastunes en el país, llevará inevitablemente al fortalecimiento de los paramilitares en el propio Tayikistán también. Esto es algo que, en primer lugar, entrañará peligro para Rajmón.

La operación militar en Jorog parece un final “digno” del 20 aniversario del poder de Emomalí Rajmón, quien cumple 60 años el próximo octubre.

Ví empezar su carrera política en noviembre de 1992. Bajo la protección del entonces todopoderoso criminal Sangak Safárov y contando con el apoyo de Moscú y Tashkent, el ex presidente de koljós soviético se convirtió, en las condiciones de la iniciada guerra civil, en un comandante militar del Frente Popular Pro Comunista, como decían entonces. Al cabo de dos semanas, los triunfantes entraron en Dushambé controlado por la oposición tayika, y empezó la fase activa de la guerra civil. Todos los calificados de opositores (y los vecinos del Pamir, en primer lugar), junto con sus familias, mujeres e hijos, se vieron bombardeados y empujados hacia la frontera con Afganistán. Decenas de miles de tayikos perecieron, otras decenas de miles huyeron, muriendo en Afganistán.

Pasados 20 años, el experimentado político Rajmón es tratado como rey en Tayikistán, donde se le llama “Su Majestad”, pero sigue actuando como un comandante de guerrilla.

Fuente: http://sp.rian.ru/opinion_analysis/...

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