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El Fusil Roto, No 96, Mayo 2013

Objeción de conciencia: hoy y mañana

Objeción de conciencia: hoy y mañana

Hannah Brock

En Londres, el 22 de mayo, un soldado que volvía caminando a su cuartel fue asesinado por dos personas armadas con cuchillos. El soldado era blanco y miembro del ejército británico, y los asaltantes hombres negros de fe musulmana.
La respuesta, que se pudo ver en las redes sociales y en los medios de masas, así como en las calles, autobuses y bares, incluyó un torrente de violencia verbal racista, islamofóbica y nacionalista. Yo misma percibí con tristeza cómo un amigo «compartió» en las redes sociales un mensaje de un grupo llamado
Britain First que decía: «HAN MATADO A UNO DE NUESTROS CHICOS EN WOOLWICH... ECHEMOS A PATADAS A ESOS BASTARDOS YA».

El mensaje se refería a todos los musulmanes. En la información a continuación se podía leer: «Que Dios dé consuelo a su familia y descanso eterno a nuestro joven mártir.» Un mensaje posterior incluía una foto de la mujer que hizo frente a los atacantes, descrita como ’heroína’, y un comentario de respuesta decía: «Mi marido estaba antes en las fuerzas... y si viera pasar eso delante de él ya ha dicho que habría ido ahí sin duda, nada de quedarse parado y dejar que las mujeres se adelanten!». La Stop War Coalition, una organización antibelicista del Reíno Unido, ha publicado una declaración condenando el asesinato y la violenta reacción a éste.

El militarismo funciona con la máxima efectividad con la existencia de una amenaza -un «ellos»- utilizado para justificar su propia existencia. Hoy en Gran Bretaña, el Islam es un chivo expiatorio que sirve a este fin.

Comparto esta breve historia, en parte como narración ilustrativa de la manera en que el militarismo interactua y es potenciado por factores tales como el nacionalismo, el racismo, el patriarcado y los ideales de heroísmo, y en parte, puesto que el El Fusil Roto sigue siendo tanto una circular como un magazine, para dar una muestra del contexto social y político actual de Gran Bretaña. El impacto de los recortes en los servicios públicos y la actual retórica de la «guerra contra el terrorismo» dejan ver fracturas a lo largo de las líneas de clase, etnia y religión. Estas líneas están siendo explotadas por grupos de ultraderecha y militaristas.

Militarismo: presentar hoy la alternativa

¿Cómo podemos demostrar nuestro rechazo a aceptar las piedras angulares del militarismo, tales como la uniformidad, la construcción del «otro» y la brutalidad, fuerzas que han sido tan perceptibles en Gran Bretaña en los últimos días? Negarse a participar en uno de las más obvias manifestaciones del militarismo fue una vez, y sigue siéndolo en muchos lugares, la objeción de conciencia al servicio militar.

La conscripción sigue con buena salud. Desde Venezuela a Turquía, de Rusia a Grecia, de Eritrea a Armenia, el reclutamiento es cómo el ejército se provee de mano de obra. La resistencia continua mediante la objeción de conciencia. Un artículo que actualiza la situación de Grecia en este número describe un empeoramiento en el tratamiento a los objetores de conciencia de allí. Una propuesta de ley en Colombia trata de salvar la distancia existente entre la política del Estado y sus leyes: el Tribunal Constitucional de Colombia dictaminó en 2009 que existe el derecho a la objeción de conciencia al amparo de la constitución, pero los objetores de conciencia son reclutados a la fuerza en la práctica, muchos en batidas – redadas callejeras. Y Natan Blanc, un objetor de conciencia en Israel, está encarcelado por décima vez, cosa que le otorga el curioso récord de ser el objetor con el mayor número de encarcelamientos en Israel.

Sin embargo, muchos países han suspendido la conscripción en los últimos 20 años (principalmente en Europa occidental), y en otros hay debates sobre su futuro. en enero, el gobierno de Austria celebró un referéndum sobre la conscripción. La mayoría votó mantenerla. Los análisis de este resultado sugieren que muchos hicieron esta elección porque temían que las organizaciones, incluida la Cruz Roja, que se aprovecha del servicio sustitutorio, sufrirían consecuencias negativas si se abolía la conscripción. Esto plantea la paradoja de que el servicio «civil» sustitutorio ha servido para mantener la conscripción militar, uno de los argumentos que los objetores usan contra aquél.

Los debates acerca del servicio sustitutorio han sido recorridos ya muchas veces por los antimilitaristas. Un reciente artículo en Azione Nonviolenta reabrió estos debates, elogiando el servicio alternativo por imbuir a la sociedad italiana en valores altruistas. En cambio el artículo de Carlos Pérez Barranco sobre el movimiento de insumisión en España proporciona un poderoso ejemplo de cómo el rechazo del servicio alternativo también puede socavar el servicio militar. Estos debates son todavía oportunos, ya que muchos siguen teniendo que afrontar la elección. Hoy en Finlandia, donde la duración del servicio sustitutorio es punitiva, el objetor total Jaakko Jekunen lleva en prisión desde el 4 de diciembre de 2012, acusado de un «delito contra el servicio civil» (siviilipalvelusrikos).

La objeción de conciencia mañana

Hans Lammerant nos recuerda que el final de la conscripción no representa necesariamente un éxito para los movimientos antimilitaristas, sino que se trata de que los reclutas ya no son considerados necesarios para satisfacer las necesidades militaristas contemporáneas. Nuestros impuestos financian ejércitos profesionales de voluntarios que orquestan guerras por «control remoto» en países lejos de donde proceden: ya no les hace falta reclutarnos; reclutan nuestro dinero. Kaj Raninen escribe que mucha gente cree que la conscripción en Finlandia terminará pronto, ya que el establishment militar reconoce que la conscripción «ya no es necesaria» en un contexto de post Guerra Fría y a la luz de los desarrollos de la tecnología militar. La cultura y el discurso militarista se adapta, concentrando sus energías en reclutar personal y justificar futuras guerras «remotas».

Con el final de la conscripción , el militarismo -como una hidra a la que crecen dos cabezas allí donde se le ha cortado una- debe desarrollarse. Lo mismo que los y las antimilitaristas.

Como se explicaba en un número anterior de El Fusil Roto, el programa de la IRG El Derecho a Negarse a Matar se está centrando en desarrollarse en una dirección determinada: el proyecto de oposición a la militarización de la juventud examina las formas en que la gente joven -reclutada o no- es militarizada. Esta militarización adopta diferentes formas, pero el tipo de impacto es el mismo: la gente joven (y puesto que yo misma fui una «joven» no hace mucho, hablo también desde mi propia experiencia) es persuadida para que apoye valores militares y respete las acciones militares. Nuestra reciente captación de fondos se centró en este tema.

La negativa de la gente joven a cooperar con los sistemas que infiltran en sus vidas valores militares es una dirección que podría tomar la objeción de conciencia. Podría ser en la educación, donde el ejército y las empresas armamentísticas financian e influyen; podría ser en el entretenimiento (desde los videojuegos, a las películas y las actividades de ocio), o podría ser en las calles, abortando eventos e instalaciones militaristas. El Día de Acción Internacional del 14 de junio se centra en la educación y la investigación libre de militares, y simultáneamente cualquiera puede participar en una conversación online que estamos coorganizando sobre éste y otros temas relacionados.

En esta edición de El Fusil Roto también presentamos contenidos de ’Sowing Seeds: The Militarisation of Youth and How to Counter It’,
que publicamos en junio. El libro examina ejemplos de militarización de la juventud y resistencias a ella en diferentes lugares del mundo -las secciones sobre Israel y Venezuela están disponibles aquí. Esperamos que promoverá una cooperación futura entre los que están haciendo esta labor.

Un mañana dibujado en la arena

Para el día internacional de las personas objetoras de conciencia, en Londres, formé parte de un grupo de debate sobre «la objeción de conciencia en la vida cotidiana». En este grupo hablamos sobre las formas en que se entrecruzan el pacifismo y la objeción de conciencia, y en qué se diferencian. Ambos conceptos, en cierto modo, pueden ir más allá de sí mismos: el pacifismo nos compele a hacer algo más que negarnos a alistarnos en las fuerzas armadas, y la objeción de conciencia es un concepto útil más allá del pacifismo, que hace referencia a las cosas que nos vemos obligados a rechazar.

En nuestro grupo de debate, nos imaginamos la objeción de conciencia como una línea en la arena, dibujada en el punto en que una persona o un grupo se niega a ir más allá. Como he mencionado, estamos explorando uno de estas líneas mediante el trabajo de oposición a la militarización de la juventud. Hay un artículo en este número sobre laobjeción de conciencia a los impuestos con fines militares, otra «línea en la arena» para mucha gente.

El militarismo tiene innumerables caras que merecen nuestra no cooperación, pero, como concluyó el grupo de debate esa noche, si no son parte de una campaña más amplia y orquestada que intente desbaratar cierto aspecto de la militarización, entonces nuestra no cooperación corre el riesgo de ser irrelevante: calmando nuestras conciencias sin contribuir al cambio social más allá de las ondas que pueden o no extenderse del comportamiento repetido o puntual de una persona. Sin olvidar que los actos individuales de oposición añaden dinamismo de resistencia y pueden ser precursores de actividades más organizadas y coordinadas más tarde. Además, puesto que muchos objetores de conciencia empezaron como tales para pasar a desarrollar una gama de activismo noviolento, estos pequeños actos de resistencia pueden promover un conocimiento más profundo de la complejidad del militarismo, y un deseo de hacer algo al respecto. Desde que me uní a la IRG en septiembre, estoy enormemente animada por la perspectiva de trabajar con los antimilitaristas en la IRG repartidos por todo el mundo para coordinar una saludable no cooperación.

Publicado en El Fusil Roto, No 96

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