Cuando se vuelve la vista atrás y se intenta observar el camino recorrido a lo largo de los años, es habitual una sensación de extrañamiento, no puede ser que el tiempo transcurra de un modo tan sigiloso, como de puntillas, sin que nos enteremos muy bien de qué es lo va pasando. Y cuando uno se sienta a hacer balance de modo “científico”, buscando fechas para rellenar el calendario del pasado, descubrimos un mapa que antes desconocíamos, ¿cómo es que nunca habíamos descubierto, hasta entonces, las conexiones entre tantos hechos en apariencia diversos entre sí y tan dispersos?
También descubrimos que hay infinitas formas de contar la misma historia, porque los hechos los llevamos a cabo las personas con nuestros particulares puntos de vista.
Poco después del referéndum sobre la pertenencia de España a la OTAN, un grupo de personas empezó a reunirse en El Puerto bajo el nombre de Movimiento de Objeción de Conciencia, movimiento que llevaba algunos años existiendo en el resto del país y que aquí tomó un segundo nombre de resonancias clásicas, Grupo pacifista Elaia, por ser el olivo el árbol asociado a la Paz desde hace ya un buen puñado de siglos. El logotipo del grupo son dos brazos que rompen un fusil mientras del arma brota una rama de olivo.
Veinte años dan para mucho y tendremos tiempo para recordar a lo largo de los próximos meses, acudirán a nuestras mentes la colaboración con muchas personas y muchos colectivos portuenses, amas de casa, asociaciones de vecinos, sindicatos, parroquias y partidos...
A través de nosotros han visitado El Puerto insumisos navarros, pacifistas colombianos, desertores yugoslavos... Hemos organizado campañas de objeción fiscal y las cantidades recogidas han ido a proyectos estatales e internacionales. Estuvimos presentes en campañas de solidaridad, en plataformas ciudadanas que intentaban responder a graves problemas relacionados con los derechos humanos o conflictos internacionales. Trabajamos durante años en las Marchas Rota, nos opusimos al servicio militar obligatorio y tuvimos entre nosotros varios insumisos (entre ellos, uno que fue juzgado, condenado y encarcelado), apoyamos a otros insumisos de la provincia antes y después de sufrir juicios y condenas a prisión, fabricamos juegos antimilitaristas, unidades didácticas sobre la noviolencia, dimos charlas en centros educativos, organizamos talleres para jóvenes, desde principios de los noventa proyectamos películas bajo el título “Cine para la Paz”...
Hemos sido un colectivo ambicioso y a la vez humilde, presente en muchos eventos pero casi nunca acaparando protagonismo, muchas veces ignorado por los medios de comunicación, ninguneado y menospreciado en alguna que otra ocasión a pesar de nuestra trayectoria. Eso no nos ha llevado al desánimo: no trabajamos de cara a la galería.
Pero si ha habido una idea ambiciosa que creció poco a poco en el seno del grupo fue la de que en El Puerto existiese un Centro de Documentación para la Paz que tras quince años de funcionamiento es uno de los más importantes de Andalucía: libros, revistas, música y películas, carteles, fotos, documentos que tratan de recoger las distintas facetas del pacifismo y el antimilitarismo. Los objetivos de su creación eran varios, pero destacaremos tres de ellos:
1. Ayudar a reconstruir la historia de las luchas pacifistas y antimilitaristas en todo el mundo, pero especialmente en nuestro entorno más cercano, la Bahía de Cádiz.
2. Ser una herramienta indispensable para la investigación en diversas temáticas, desde conflictos internacionales a la noviolencia, de los derechos humanos a la educación para la Paz...
3. No ser un mero archivo, sino un taller vivo de búsqueda de materiales, de selección, recopilación y de difusión de los materiales más valiosos.
Durante algunos años tuvimos un pequeño apoyo económico de la Administración (Instituto Andaluz de la Juventud) pero el pasado año retiraron dicha ayuda porque al parecer no está bien trabajar año tras año los mismos temas, o quizá porque creen que lo del “No a la guerra” fue una moda pasajera, ¿por qué seguir diciéndolo de forma permanente?
Ahora es el momento de preguntarnos si es verdad lo que dice el tango, “que veinte años no es nada”.