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Alain Badiou: «Los occidentales satisfechos son los adversarios de la Humanidad»

Alain Badiou: «Los occidentales satisfechos son los adversarios de la Humanidad»

Alain Badiou. Filósofo. Azote de Sarkozy y de la filosofía como espectáculo. Apoya cierta violencia creativa y social para «liberar a la sociedad de intereses privados» y reconstruir un «comunismo genérico»

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ANDRÉS PÉREZ - CORRESPONSAL - 20/04/2009 08:00

Todavía no se puede decir si un fantasma va a recorrer Europa o no. Pero hay figuras que están trabajando en ello, y cuya inteligencia ya empieza a hacer perder los nervios a personalidades aparentemente tan firmes como Sarkozy o Aznar. Una de esas figuras es el filósofo francés Alain Badiou (Rabat, 1937), un anciano afable, de carrera enciclopédica, que acaba de sacar en Francia el Segundo Manifiesto para la Filosofía y, más recientemente, su Circunstancias 5: La hipótesis Comunista.

Según un sondeo, los franceses aprueban las acciones desesperadas de obreros en huelga, aunque sean ilegales. ¿Estamos a las puertas de un cambio radical?

Actualmente en Francia hay mucha tensión. Y quizá estamos, y digo quizá, en una situación preAcontecimiento. El Acontecimiento es algo que no se puede prever. Si se pudiera decir con sondeos que algo va a pasar, todo sería muy fácil. Pero sí que hay síntomas significativos. Y es una característica histórica de Francia. Una parte de la opinión ama la radicalidad declamatoria, la radicalidad verbal y, a veces, la radicalidad práctica. Eso remonta, al menos, al siglo XVIII. Es muy profundo. No siempre quiere decir que hay una convicción política verdadera, pero es el eco de lo que Marx decía de este país: es la «tierra clásica de la lucha de clases». Ese sondeo que me cita sí sostiene un punto real. Pero no podemos anticipar si es del orden delAcontecimiento.

Usted ha teorizado sobre la posibilidad de que una Idea, una Verdad, se convierta en una realidad al acoplarse a un «episodio de histeria masiva».

Los individuos sólo pueden superar su estado de dispersión y su egoísmo por mediación de la Idea, que hace que uno exceda a sí mismo. La Idea es la única manera de superar el estado normal del individuo, el de sobrevivir, aprovecharse de todo lo posible y servir sus intereses propios. El capitalismo y su orden, al fin y al cabo, están enteramente basados en el principio de que los individuos permanecen en el estado de individuos y se rigen por sus propios intereses. La Idea es absolutamente todo lo que permite conducir a otra Humanidad y a que los individuos se incorporen en algo más importante que los límites de su interés propio. Durante muchas décadas, esa Idea fue el comunismo, el igualitarismo, la revolución... Luego esa idea entró en una crisis profunda, a causa de lo que representaron los estados comunistas. Hoy, tengo la impresión de que estamos en el momento de reconstitución progresiva de la fuerza de la Idea. Vuelve a circular. Busca sus nuevas formas.

En su Primer Manifiesto de la Filosofía, hace 20 años, defendía la existencia de la filosofía frente al riesgo de desaparición. Ahora, en el Segundo Manifiesto, cuando abundan los filósofos mediáticos, lo que defiende es que sólo un pensamiento sin precauciones merece el nombre de filosofía. O sea, que ni la repetición de las teorias marxistas-leninistas de los años 70 valen, ni los Nuevos Filósofos valen...

Esa es exactamente mi posición. Nuestro siglo no va a hacer moviola para repetir el siglo pasado. Y por eso la Idea es fundamental, porque su naturaleza ordenará los episodios venideros. Yo sigo llamándola Idea comunista, porque es una palabra que sería una pena abandonar. Tiene una larga historia, complicada. Cierto: hubo los estados comunistas. Pero antes había habido Spartacus, Babeuf y Marx. Ahora cobrará forma nueva. Podemos considerar que el sondeo del que habla, esa aprobación de una violencia creativa y social, forma parte del proceso de reconstitución de la Idea.

En su teoría, cuando la Idea se materializa y desencadena un Acontecimiento, sólo hay tres posiciones posibles para un individuo: ser sujeto fiel, reactivo u oscuro frente al nuevo orden. ¿Y dónde quedan las organizaciones políticas?

Mejor ser materialista para comprenderlo. Tomemos el ejemplo de los obreros de origen extranjero perseguidos por los estados ricos de forma generalizada. Esos obreros se están organizando, y eso sí es un Acontecimiento. El sujeto fiel es el que contribuye de una forma u otra a su lucha. El sujeto reactivo es el que encontrará justificaciones para no incorporarse al movimiento. Como el ex primer ministro socialista francés, Michel Rocard, que inventó la célebre frase justificatoria «Francia no puede acoger toda la miseria del mundo» para organizar las expulsiones. El sujeto oscuro, del tipo Le Pen, será directamente reaccionario. Dirá: los extranjeros viene a comerse el pan. Hoy, la subjetividad reactiva está debilitada. Y por eso el punto principal es: reconstituyamos la Idea, la hipótesis de un comunismo genérico, de una sociedad liberada de intereses privados, de otro mundo posible. Ese es mi trabajo de filósofo. Y hoy la urgencia es filosófica.

Los obreros sin papeles ahora vuelven al primer plano para los sindicatos, pero durante años...

Sí. Hemos tardado 20 años en resituar políticamente el tema. Antes se dejaba en inercia total, hoy ha entrado en el debate público. Yo creo que la actitud con los obreros extranjeros es un test práctico sobre la existencia y la soberanía de la Idea.

Las «vedettes mediáticas» de la filosofía hablan mucho de los «taliban», pero nada de esa otra barbarie que es el trato a los sin papeles. Usted, a esos filósofos, los asimila a la «Reacción Versallesa», la que masacró a los comuneros de París en el XIX. ¿Como los filósofos moralistas de hoy?

De momento, los intelectuales moralistas no tienen por qué «ser versalleses», ya que aún no estamos en la Comuna de París. Pero si hubiera un Acontecimiento, le pongo la mano en el fuego que estarían del lado de las fuerzas del orden. Es más, ya han desarrollado su argumentario para ello: los insurrectos son totalitarios, por ejemplo. Me quedé impresionado con André Gluksmann, durante la insurrección de la Banlieue (en noviembre 2005). Aparecía constantemente en televisión clamando que quemar coches es un delito y que había que reprimir. Esos filósofos llevan una subjetividad antipopular camuflada bajo una logomaquia humanista. Son versalleses virtuales. Están de acuerdo con las leyes represivas contra los extranjeros.

De ahí que usted acuse al club de filósofos moralistas de ser los responsables de una degradación de la filosofía como disciplina.

Efectivamente. La filosofía, desde sus orígenes, es algo que no puede funcionar como obediencia al poder. Apoyar el orden, no criticar lo existente, es una negación de la filosofía.

¿Por qué la reivindicación de las matemáticas es tan importante en su obra?

Las matemáticas fueron y siguen siendo muy importantes para la filosofía, porque son el ejemplo tipo de un lenguaje cuya Verdad es independiente del poder. Lo enunciado se demuestra o no se demuestra. No hay rey o clérigo que valga. Es, en cierto sentido, el primer pensamiento democrático, sometido a examen colectivo.

Sorprende también en su obra la importancia que da al amor: es uno de los puntos que hay que sostener frente al poder.

Claro. El amor es una insurrección que te arranca de tu condición de existencia ordinaria y te saca de la experiencia individual, porque ves el mundo a dos, en lugar de a uno. Es salir del individuo. Es el primer paso que un individuo puede hacer más allá del límite de su interés egoísta. Mi querido Platón explica en El Banquete la centralidad de la experiencia amorosa, cómo inaugura la vida ampliada, que ya es el camino de la Idea. El mundo contemporáneo es hostil al amor, como a todos los otros procedimientos de la Verdad. Entre quienes toman todas las precauciones y escogen por adelantado pareja fija contractual, de un lado, y quienes ven en el amor una pura administración de la satisfacción sexual, estamos en el cálculo y gestión del amor, es decir, la muerte del amor. El amor de verdad es otra cosa, y es revolucionario, un Acontecimiento absoluto.

Hay quien dice que hay que tener cuidado con usted, que bajo su apariencia ruge el mismo joven sectario maoísta de Mayo del 68...

Conozco esa reputación. Bueno, yo soy el mismo hombre... Pienso que no hay mutación verdadera del mundo si no hay en algún momento algo realmente oscuro en lo que ocurre. En el amor, usted conoce a alguien y hay una atracción vaga, magnética, algo inquietante, y usted sabe que harán falta años para conocer algunos fragmentos de lo que está ocurriendo y de esa persona. No va a exigir previamente como se hace en Internet que sea rubio, alto, de tales ingresos, etc... No se puede exigir transparencia total a la creación de algo nuevo. En la insurrección de Mayo del 68 estábamos en las fronteras de lo ininteligible, al borde de lo incomprensible. Si volvemos a los obreros extranjeros, la objeción que se les hace siempre es la de que no son conocidos, que no son de nuestro mundo. Pero es que si lo fueran, significaría que ellos no cambian nada, ni nuestro mundo tampoco.

Para usted, los obreros extranjeros llevan hoy en ellos la Humanidad genérica, como en el siglo XIX la llevaba el proletariado.

Por supuesto. Cuando usted reconoce a los extranjeros, está reconociendo que llevan en ellos la Humanidad genérica, está usted reconociendo la unidad de la Humanidad. Y además reconoce que, no porque usted desconozca sus detalles, sus particularidades, no por ello usted les obstaculizará, usted no dirá no.

«Y no diremos no», escribe usted, pese a que «los occidentales satisfechos y ricos tienen cada vez más innumerables enemigos».

Lo sabemos. Los occidentales ricos y satisfechos hoy construyen muros, y son los adversarios de la Humanidad genérica. El Occidental autosatisfecho estima que le corresponde a él definir qué es humano, y construye murallas para mantener a distancia a Eso que no es totalmente humano. Es una calamidad. Frente a esa calamidad, yo afirmo y prescribo un imperativo: hay un solo mundo, habitado por la Humanidad genérica. Es un principio totalmente opuesto al funcionamiento de nuestras metrópolis occidentales.

En su imperativo, que incluye la idea de conflagración por un mundo nuevo, deja pocas salidas al pobre tipo, occidental, ejecutivo medio, que ha esperado 20 años para ser jefe y ahora teme a «innumerables enemigos».

Le dejo una salida. Si comprende lo que le está ocurriendo con las peripecias del orden en el que ha creído, si comprende que es él el pito del sereno, que es él el que va a pagar los platos rotos, ahí tiene una salida. Volvemos al reciente sondeo: cuando vemos que incluso los ejecutivos aprueban las operaciones de obreros que secuestran empresarios durante horas, es el inicio de las fronteras de lo ininteligible.

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