casco insumissia fusil roto
x
casco insumissia fusil roto

Para ponerse en contacto con nosotr@s envíanos un email a noticias @ antimilitaristas.org.

Ser Objetor en Colombia

Algunas reflexiones sueltas sobre la coyuntura actual colombiana

Algunas reflexiones sueltas sobre la coyuntura actual colombiana

Leonardo Jiménez
Objetor por Conciencia
Red Juvenilde Medellín

La reelección de la defensa del militarismo

Afirman los sabios que nadie quiere vivir dos veces la misma mala experiencia, que todo lo que ella a dejado de amargo en nuestras vidas sirve de mapa de orientación para tomar otras rutas que nos lleven a mejores destinos. Sin embargo más de cinco millones de colombianos en las pasadas elecciones presidenciales votaron no a favor de una figura presidencial, sino a favor de la continuidad de una política basada en principios _ desde luego no publicados_ como: el engaño a la población colombiana, el militarismo vestido con un traje democrático, la venta al país y al mundo de un proceso de legalización del paramilitarismo camuflado con actividades distractoras denominadas “desmovilización, reinserción, reparación y justicia. Colombia reeligió el incremento _según los términos de casa de Nariño_ “del pié de fuerza para la protección de la seguridad democrática”, para ello se seguirán duplicando el número de jóvenes reclutados en nuestro país, bajo las figuras de reclutamiento a soldados campesinos (jóvenes que son despojados de su labor es en agricultura en las tierras de sus familias o de sus comunidades para ser llevados a los cuarteles), el reclutamiento a soldados bachilleres (se recluta anualmente al 40% de los estudiantes de cada plantel público en la ciudad de Medellín. Solo en Medellín existen más de 500 colegios públicos), y el reclutamiento a soldados regulares (Esta practica de reclutamiento se da bajo un procedimiento arbitrario que no cuenta con ningún amparo legislativo. Para el reclutamiento a soldados regulares, las direcciones regionales de reclutamiento desarrollan operativos de detención arbitraria de jóvenes en los parques públicos y en barrios populares de cada ciudad, a aquellos que no porten libreta militar les envían de inmediato a un cuartel. Es como un secuestro).

Es Curioso, cuando se trata de reclutar el estado colombiano cumple a un 100% ese planteamiento que uno escucha en teoría política que afirma que un estado se fortalece en la medida que haga presencia en el territorio nacional, y cuando se trata de conseguir el fortalecimiento de su ejército, y reprimir las expresiones de desobediencia soberana y ancestral de las comunidades que luchan por su territorio y autonomía, ahí esta el estado haciendo presencia con sus fuerzas militares, y con ellas la brutalidad y la violencia.

Se ha reelegido el veneno contaminante del militarismo, vendido a la población colombiana como único remedio para solucionar “el conflicto armado interno que vive el país, para derrotar a los grupos terroristas” en palabras exactas del gobierno. Este veneno es inyectado en pequeñas dosis a cada colombiano y colombiana, dosis diarias de noticias que proyectan la imagen de unas fuerzas militares que nos protegen del peligro que representan los terroristas y sus acciones, dosis diarias de proyección de un país (a través de la televisión, la prensa, la radio),” más tranquilo, más ameno, con menos muertos y mas posibilidades de viajar, con mas oportunidades para el empleo, la vivienda, la salud”. ¡Puras mentiras, puros engaños¡ , ¡ hay guerra en Colombia¡, y mientras el gobierno lo niega y los movimientos discuten para ponerse de acuerdo en si es guerra, conflicto interno, conflicto de baja intensidad o guerra preventiva, comunidades enteras en todas las regiones del país la padecen, la sufren: Hambre, violencia, asesinatos, reclutamientos, desapariciones... ¡hay guerra en Colombia¡.

Colombia en la encrucijada: Retos, contradicciones y esperanzas del movimiento social Colombiano

En Colombia existen actualmente muchísimos procesos sociales que centran su quehacer en buscar la articulación de una diversidad de iniciativas de organización social en pro de la búsqueda de soluciones y la generación de alternativas para la paz, para ello se tejen modelos organizativos y de estructuración de las iniciativas con modelos organizativos como redes por la paz, convergencias de paz, movimientos, sectores, mesas y asambleas. Nomalmente las dinámicas de articulación, se desarrollan entorno a temas de interés particular de determinados sectores poblacionales, o a problemáticas históricas o recientes que activan la voluntad política y generan lazos de identidad entre personas. Entre los más representativos actualmente en Colombia podríamos nombrara al movimiento de mujeres, el movimiento o sector sindical, el sector solidario, el sector ongs, el movimiento de victimas, las redes de derechos humanos y por la paz, las convergencias en pro de una negociación política del conflicto y por la paz, las redes y asambleas de jóvenes, el movimiento indígena, el movimiento campesino, el sector cooperativo, entre otros.

En la historia de los movimientos sociales en Colombia, son muchos los intentos y las propuestas que han surgido desde la sociedad civil, a través de estas iniciativas organizativas para buscar la incidencia en procesos de negociación del conflicto social y armado, (Como a sido el caso de los intentos de inclusión de la sociedad civil en mesas de diálogos con los ejércitos de insurgencia en tres ocasiones). Generalmente estos esfuerzos no han llegado a ningún lado, debido a la incapacidad de las iniciativas sociales de pensar en propuestas de transformación estructural de la sociedad colombiana que vayan mas allá de los intereses y reivindicaciones particulares, debido a la falta de autonomía y de carácter desde muchas de estas iniciativas que a llevado a que por ejemplo, muchas iniciativas sociales se desarticulen por responden a proyectos de reivindicación e incidencia social vía campañas de partidos políticos o vía incidencia en proyectos de orden legislativo, que generalmente le producen esfuerzos sobrehumanos a los movimientos, y al final, después de mucho desgaste de estos, no generan ninguna reivindicación.

Para resolver estas contradicciones las iniciativas por la paz desde hace ya una década promueven a través de macro encuentros la construcción de agendas de paz, en las que se generen acuerdos sobre las reivindicaciones y los puntos de vistas de las diversas iniciativas, y donde se acuerden acciones y estrategias que aporten a empoderar las propuestas de sociedad y las alternativas de solución del conflicto desde la sociedad civil. Estas agendas normalmente se acumulan como material de reflexión, pero no se convierten en mapa de orientación para las acciones del movimiento social, debido en sus procesos de construcción, no se llegan a acuerdos claros sobre las acciones y la actuación conjunta del movimiento social.

Actualmente, la condición de los movimientos sociales en la coyuntura del país se hace compleja, temas como la reincersión de grupos paramilitares, las negociaciones con el eln, el proyecto de verdad, justicia y reparación, y los mismos planteamientos del gobierno nacional generan polémica al interior de los movimientos. Bajo el discurso de combatir a los terroristas, el gobierno ve en cada activista de los derechos humanos y de la paz un “terrorista en potencia”, razón por la cual en los dos últimos años se ha tejido una política gubernamental oculta, de persecución, represión y sindicación de lideres de movimientos y sectores sociales y de derechos humanos.

Los retos para los movimientos en la actualidad son grandes, las tradicionales metodologías para organizar los movimientos y para desarrollar campañas son obsoletas y no generan movilización, es urgente una renovación tanto de la estructuración de los movimientos como de las luchas.
Independiente de los intereses o reivindicaciones particulares, los movimientos e iniciativas de paz requieren generar puntos de unidad para afrontar el actual contexto, y resolver algunos debates que en la actualidad impiden definir un punto hacia el cual puedan avanzar los movimientos.


Ser objetor en Colombia

Ser objetor por conciencia en Colombia, es algo así como ir contra la corriente; pesa demasiado una tradición cultural basada en la promoción de los valores militarista, que a estado presente en la consolidación de la cultura política en la historia de Colombia, a estado presente en la formación y las practicas al interior de los hogares colombianos. En Colombia, el hecho de que los jóvenes vayan al servicio militar es tan normal y tradicional como asistir a la eucaristía todos los domingos, tener un empleo, casarse, tener hijos y si se puede un perro. En la historia colombiana, la protección y el fortalecimiento de la imagen de lo militar, el militarismo y los militares ha sido una prioridad de cada gobierno de turno y desde luego un factor contundente en el mantenimiento de cualquier gobierno, esta imagen se a mantenido y fortalecido con símbolos también característicos de la cultura política tradicional colombiana como: la exaltación de símbolos patrióticos, la exaltación en planteles educativos para niños y jóvenes de practicas de los cuarteles llevadas a la esfera social (La formación, hacer la fila, izar bandera, hacer honores a los símbolos patrióticos, celebrar el día de la independencia de Colombia, celebrar el día de las fuerzas armadas). Todo, absolutamente todo en la cultura política y popular ha sido instaurado de tal manera, que es prácticamente imposible que de entrada tengan cabida en el imaginario de las personas posturas como la objeción al servicio militar o las acciones de desobediencia civil, de ahí que cuando planteamos la objeción por conciencia, la proponemos y asumimos como una práctica contracultural, es decir, esta por fuera, propone y construye algo distinto a las practicas y principios tradicionales de la cultura colombiana, todos ellos militaristas y moralistas. He ahí lo complejo de ser objetor en Colombia.

Por un lado, no existe en la legislación colombiana ninguna herramienta que respalde dicha postura, al respecto la corte constitucional se ha pronunciado en diversas oportunidades afirmando que bajo ningún argumento, a excepción del religioso, es factible que se respete una postura de rechazo al servicio militar, porque aunque este puede ser reconocido como un derecho fundamental, siempre estará por encima de este la defensa del deber con la patria, traducido en la defensa del territorio y la soberanía tomando las armas.

No existen ejercicios de análisis ni recursos pedagógicos para construir con los objetores alternativas de acompañamiento y reconstrucción de tejido y vínculos afectivos, tras la ruptura que implica en la familia, el colegio, el barrio, asumir una práctica contracultural como la objeción por conciencia.

No existen parámetros claros para el acompañamiento y la difusión de los casos de objetores que partan de una practica de articulación y solidaridad entre iniciativas antimilitaristas y de paz a nivel nacional e internacional, sobre todo teniendo presente que asumir dicha postura en el contexto actual colombiano, pone a los y las jóvenes que la asumen en una condición de riesgo permanente.

comentarios: leoeldesobediente hotmail.com

visit: www.redjuvenil.org

Alternativa Antimilitarista - Moc
Administración RSS
i9bet188bet