casco insumissia fusil roto
x
casco insumissia fusil roto

Para ponerse en contacto con nosotr@s envíanos un email a noticias @ antimilitaristas.org.

Viento Sur: especial «Movimientos por la paz: el resurgimiento»

Balance del gobierno Zapatero en el  ámbito de paz, defensa y seguridad (Jordi Armadans)

Balance del gobierno Zapatero en el ámbito de paz, defensa y seguridad (Jordi Armadans)

[Extraido de Viento Sur, nº 88, septiembre de 2006]

Han pasado ya más de dos años del nuevo gobierno socialista liderado por José Luis Rodríguez Zapatero. El presente articulo propone ofrecer un modesto y, por fuerza, limitado balance sobre lo que ha hecho el nuevo gobierno en el ámbito de la política de paz, defensa y seguridad.

A nadie se le escapa que el gobierno de Zapatero tiene una especial relación con los temas de paz y seguridad. Sin duda, su llegada al poder tiene un claro vinculo con la tensión generada por la decisión del anterior gobierno del Partido Popular (PP), presidido por José María Aznar, de liderar una guerra que contaba con un es­caso apoyo ciudadano, social, intelectual, político e, incluso, gubernamental.

Las manifestaciones masivas en contra de la intervención militar vividas en todo el Estado español certificaron la escisión definitiva entre un gobierno cada vez más autista y autoritario y una opinión publica que, a través de varias movilizaciones sociales, ha­bía ido tomando conciencia critica y expresaba cada vez más un fuerte rechazo.

El empeño de Aznar por liderar la guerra provocó un divorcio significativo entre ciudadanía y gobierno. Divorcio que, con los graves atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid y el patético y burdo intento de manipulación informativa del go­bierno, llegó a sus máximos.

Teniendo en cuenta esta fuerte conexión, parece razonable preguntarse por el impac­to de la acción del gobierno en esta materia. Obviamente, no puedo ser exhaustivo. Me centraré en algunos aspectos que, a mi entender, considero cruciales y significativos.

Creo que podemos avanzar que el gobierno Zapatero ha impulsado, por un lado, nuevas líneas en el ámbito de la política exterior que han intentado canalizar e impulsar ideas y propuestas más cercanas a la concepción de seguridad humana; por el otro, ha continuado desarrollando una política de defensa claramente continuista. Podríamos decir, pues, que el nuevo gobierno ha pretendido abrir nuevos espacios en segundad sin transformar ni redimensionar la defensa tradicional. Una combinación, ciertamente, compleja.

Política de Defensa

Vamos a analizar algunos aspectos de esa política de seguridad, a partir de los principios y actuaciones que el Gobierno ha desarrollado en el ámbito de la defensa y de la política exterior.

Más allá de declaraciones, decisiones, etc., la Directiva de Defensa Nacional (DDN), aprobada el 30 de diciembre de 2004, es el instrumento clave que enmarca y determina las opciones a desarrollar durante la legislatura. La verdad, no deja de ser descorazonador que un instrumento tan clave y determinante de la política de defensa sea tan poco conocido y, en general, tan poco debatido social y políticamente. Pero así es.

Como eje fundamental, de las premisas establecidas en la DDN se han alimentado dos instrumentos legislativos: la Ley Orgánica de la Defensa Nacional (LODN) y la Ley de Tropa y Marinería. Vamos a analizar este entramado, así como algunas actuaciones.

Principios generales y marco de actuación.

La DDN «es el documento en el cual el Gobierno define los objetivos de la defensa nacional y expone las líneas generales de actuación para alcanzarlos». La DDN «con un horizonte temporal de la legislatura, constituye la base del planeamiento de la defensa, describe el escenario estratégico y la defensa de España, así como la respuesta española a los riesgos descritos».

En la DDN se cuelan algunas concepciones de la seguridad más acordes con los nuevos tiempos y perspectivas. Así, se estipula que, con respecto a las anteriores y prime­ras directivas de la democracia, «hemos pasado de una concepción tradicional, vinculada al ámbito territorial de soberanía -con planteamiento casi exclusivamente militar- a otra más amplia de seguridad compartida y defensa colectiva con nuestros socios y aliados, en la cual la sociedad en su conjunto debe estar involucrada».

Pero algunas de esas premisas y frases bonitas conviven con el continuismo más ex­plicito en otras vertientes de la política de defensa. En algunos casos, claramente anti­guos: así, también se fija que una de las líneas de fondo de actuación para la legislatura será la «consolidación del papel de Las Fuerzas Armadas como elemento relevante de la acción exterior del Estado». Un principio francamente curioso que casa mal con la voluntad de contribuir a crear un nuevo concepto y practica de seguridad.

Por lo que respecta al análisis estratégico internacional, la DDN asume que los atentados terroristas masivos sufridos los últimos años ponen de relieve que «la lucha contra estas nuevas amenazas, muy en particular contra el terrorismo, es cla­ve en la estrategia de las organizaciones internacionales de seguridad y defensa». Además, ante los retos que plantea ese nuevo terrorismo internacional, de forma ra­zonablemente lúcida, en la DDN se asume que “frente a los nuevos riesgos y amenazas, la superioridad militar tradicional no constituye un factor de disuasión eficaz ni garantiza más seguridad automáticamente Tampoco asegura una prevención efectiva contra ataques terroristas ni evita el riesgo de proliferación de armas de destrucción masiva ".

Por lo que respecta a áreas geográficas, en la DDN se afirma que «en cuestiones de seguridad y defensa, Europa es nuestra área de interés prioritario». El gobier­no mantiene que la apuesta por Europa no debe hacer incompatible una relación transatlántica «robusta y equilibrada». También se especifica que mantiene una «relación estrecha y consolidada con los Estados Unidos; una relación que debe estar articulada sobre la lealtad, el diálogo, la confianza y el respeto recíprocos». Está claro, pues, que ante las disensiones europeas provocadas por la valoración ante la guerra de Iraq (y que llevaron a unos a defender la unidad europea y, otros a privilegiar un vinculo trasatlántico), el gobierno español opta por, sin dejar de lado la OTAN, la Unión Europa como prioridad. También se afirma que el Mediterráneo e Iberoamérica deben ser áreas preferen­tes de atención por parte de España

Por su parte, en la Ley Orgánica de la Defensa Nacional (LODN), aprobada el 17 de noviembre, coexisten o han coexistido varias contradicciones conceptuales.

En el texto final de la Ley, se afirma que «Hoy, además de un derecho básico y una necesidad de las personas y las sociedades, la seguridad es un reto, y lograr que sea efectiva requiere la concurrencia de la Defensa como uno de los medios ne­cesarios para alcanzarla, junto a la defensa de los derechos humanos, la lucha por la erradicación de la pobreza y la cooperación al desarrollo, que también contri­buyen a este fin». Pues bien, el anteproyecto de la Ley, la propuesta inicial del Gobierno vaya, decía textualmente lo siguiente: «Hoy, además de un derecho básico y una necesidad de las personas y las sociedades, la seguridad es un reto, y lograr que sea efectiva requiere la concurrencia de la Defensa como medio fundamental para alcanzarla» (el subrayado es mío, claro está). ¡Para ser un Gobierno que se considera cercano a las tesis y concepciones de la Seguridad Humana, no está mal lo rancio, anticuado y conceptualmente superado que encierra tal afirmación! En cualquier caso, gracias a las enmiendas que varias ONG de paz, entre ellas la Fundació per la Pau y Justicia i Pau de Barcelona, enviaron a los grupos parlamenta­rios, esta redacción fue claramente mejorada. No es que no me alegre de la capacidad de incidencia de dos modestas ONG de ámbito catalán: más bien me escandaliza que un texto tan importante del gobierno pueda presentarse inicialmente bajo un redactado tan trasnochado.

Participación en intervenciones militares.

La DDN, como ya había pasa­do con las anteriores, afirma que además de defender los intereses de España, la política de defensa debe incorporar como propia la implicación en un proyecto común que puede suponer la realización efectiva de intervenciones armadas que no respondan necesariamente o sólo a intereses estatales.

Lo más significativo de la DDN aprobada por el actual gobierno, y acorde con los debates acaecidos sobre la intervención militar en Iraq, es el establecimiento de requisitos y condiciones para poder permitir su efectiva realización

De forma general, la DDN determina que «la acción exterior española debe basarse en el respeto escrupuloso a la legalidad internacional como medio para la resolución de conflictos; en el reconocimiento de las Naciones Unidas como organización res­ponsable de velar por la paz y la seguridad internacionales, y hará hincapié en una utilización más eficaz de todos los instrumentos políticos, diplomáticos, económicos y sociales para el arreglo pacífico de controversias y la prevención de conflictos, de modo que la acción militar sólo se contemple como un último recurso».

A nivel más concreto, la DDN fija que toda posible intervención del ejército fuera de las fronteras estatales deberá cumplir dos condiciones: que exista una decisión previa de Naciones Unidas y que se acuerde con la participación activa del Parlamento.

En la LODN todo ello se lleva a mayor concreción. De hecho, el debate sobre este aspecto es lo que tuvo un cierto impacto mediático y conllevo que la Ley fuera conocida más allá del circulo de interesados en los temas de defensa y seguridad.

Por lo que respecta al papel del parlamento, la ley fija que “para ordenar opera­ciones en el exterior que no estén directamente relacionadas con la defensa de España o del interés nacional, el Gobierno realizara una consulta previa y recabará la autorización del Congreso de los Diputados". Sin duda, una buena noticia que puede ayudar a evitar situaciones tan absurdas y dañinas para la calidad democrática como la de ver a un presidente, prácticamente solo, defendiendo una guerra que ni la sociedad, ni la clase política, ni los medios de comunicación, ni los lideres de opinión, etc. veían como necesaria, razonable o lógica Pero no deberíamos olvidar que se trata de una buena noticia en referencia al pasado nefasto de recuerdo tan cercano. Porque, debería ser una obviedad democrática el considerar que hacer una guerra no es una decisión que pueda escamotearse al Parlamento de un país

Por otro lado, determina las condiciones por las que puede permitirse que el ejér­cito pueda realizar algún tipo de intervención exterior. Fundamentalmente, se ex­plicita que para que ello sea posible, las acciones armadas exteriores sólo podrán realizarse cuando «se realicen por petición expresa del Gobierno del Estado en cuyo territorio se desarrollen o estén autorizadas en Resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas o acordadas, en su caso, por organizaciones internacionales de las que España forme parte, particularmente la Unión Europea o la OTAN, en el marco de sus respectivas competencias».

Aunque periodísticamente se destacó mucho este aspecto y se vino a decir que esta ley «impedía otra participación española en una guerra como la de Iraq» esto no es rigurosamente cierto. Pese a que parece que se pretenda dar sólo carta de legalidad a las guerras que tengan el aval de Naciones Unidas, en el fondo, cuando se admite que también podrán ser acordadas por otros organismos -OTAN, UE, etc.- se abre la puerta a legalizar en España guerras que, según el derecho internacional existente, sean ilegales. Algo realmente grave. Más allá que toda guerra es moralmente y políticamente detestable, hay que decir que este redactado, partiendo de la voluntad de im­pedir lo que hizo Aznar, en la práctica permite ir mucho más allá de lo que este hizo: Aznar participo en una guerra ilegal según el derecho internacional. Ahora, seria po­sible participar en una guerra ilegal según el derecho internacional pero con el respal­do, nada más y nada menos, de la Ley Orgánica de la Defensa Nacional.

Fuerzas Armadas y cultura de defensa

En la DDN se mantiene la voluntad de «la mejora de la estructura orgánica y funcional del Ministerio de Defensa y la modernización de las Fuerzas Armadas».

Una parte de esta reforma estructural y orgánica, se contempla y desarrolla en la Ley de Tropa y Marinería, aprobada el 24 de abril del 2006. De todos es sabido las dificultades que las Fuerzas Armadas profesionales han tenido para reclutar a sol­dados profesionales. Pero también hay problemas serios de consolidación y estabilización de los que entran. El ex ministro de Defensa, José Bono, en su tono trágico habitual, dijo al aprobarse la ley que había presentado en el Congreso: «Ningún soldado trabajara sin opciones de futuro». La Ley de Tropa y Marinería facilita la estabilización y continuidad de los soldados profesionales con compromisos de lar­ga duración o la renovación de compromisos cortos. Además, se establecen posibi­lidades de promoción dentro del Ejército y, en el caso de salir, se facilitan ventajas para poder acceder a la Guardia Civil o las diversas policías además, y eso es cla­ramente cuestionable, el tiempo servido en las Fuerzas Armadas será considerado un merito a la hora de acceder a plazas en la Administración. En definitiva, la ley supone mejoras y estímulos para enrolarse al Ejército y quedarse en él.

Para los próximos meses, está prevista la discusión de la Ley de la Carrera Militar, que terminará el diseño de reajuste y modernización de la estructuración del ejército.

Como elemento innovador e interesante, fruto también de las peticiones que va­rias ONG realizaron a los grupos parlamentarios, en la LODN, se incluyó una disposición transitoria por la que el gobierno deberá remitir al Congreso de los Diputados «un proyecto de ley reguladora de los derechos fundamentales de los militares profesionales, que incluirá la creación del Observatorio de la Vida Mili­tar». Sin duda, un instrumento interesante que debe permitir más luz y control a las, no por poco numerosas menos graves, acciones de violación de los derechos humanos básicos que, dentro del ejército, han sufrido y sufren soldados. También, y de forma especial, algunas mujeres. La previsión es que, la Ley de los Derechos Fundamentales de los Militares Profesionales, entre este año al Congreso.

Insistiendo en un principio que introdujo fundamentalmente Aznar en su primera DDN (la de 1996), la actual DDN se propone «elevar el nivel de cultura sobre se­guridad y defensa en la sociedad española. Para ello el Gobierno, a propuesta del Ministerio de Defensa y en coordinación con otros organismos del Estado, impul­sará la difusión del papel y la necesidad de la defensa, con el fin de favorecer una mayor implicación de la sociedad y de posibilitar el ejercicio del derecho y el de­ber de defender a España».

En la LODN también se recoge que se «promoverá el desarrollo de la cultura de defensa con la finalidad de que la sociedad española conozca, valore y se identifi­que con su historia y con el esfuerzo solidario y efectivo mediante el que las Fuerzas Armadas salvaguardan los intereses nacionales. Asimismo, el resto de los poderes públicos contribuirán al logro de ese fin».

La aparición de este concepto, «cultura de defensa», surgió después de muchos años de fuertes criticas por parte de objetores, insumisos, pacifistas y antimilitaris­tas varios. Criticas que, consiguieron un cierto eco social y mediático Así, por un lado, círculos militares y de la Defensa pretendían compensar esa mala imagen.

Además, con la profesionalización del ejército era imprescindible reclutar a gente joven y, por lo tanto, conseguir una cierta empatía. Por ello, conseguir implicar la sociedad española en los esfuerzos de modernización y profesionalización (más gasto militar, para entendemos) era una clara prioridad. A raíz de ese proyecto de la «cultura de defensa’’, se puso especial empeño en mejorar la imagen y credibili­dad del ejército en varios ámbitos Especialmente, se hizo un plan para el mundo de la enseñanza Se llegó a diseñar hasta la realización de una asignatura optativa de Defensa en enseñanza secundaria, se llegaron a realizar algunas pruebas piloto de cursos de formación en Defensa para maestros y maestras, etc. Todo ello generó una contestación social, la campaña»Escuelas Objetoras, Escuelas por la Paz", que consiguió parar los aspectos más estrafalarios de la propuesta. Pero hay algo que se proyecto y que se ha realizado a fondo: la intensificación de las relaciones entre es­cuelas y centros de enseñanza y las Fuerzas Armadas. Así, participación de escolares en actividades como premios, visitas presenciales a cuarteles o campamentos de practicas, etc. Por otro lado, las Fuerzas Armadas se han ofrecido muchas ocasio­nes a institutos y centros para hablarles del Ejército y de las salidas profesionales que puede suponer para los jóvenes

Pues bien, la «cultura de defensa»i algo bien alejado de lo que es la educación por la paz, es una opción que el actual gobierno mantiene y promete desarrollar du­rante estos cuatro años.

El ciclo armamentista: gasto militar, investigación militar y comer­cio de armas.

El gobierno español ha mantenido y engrasado la maquinaria del ciclo armamentista. Se ha continuado incrementando el gasto militar en los Presupuestos Generales (PPGG) del 2005 y del 2006, ha continuado incrementando los programas de investigación militar (en los PPGG del 2006 fuertemente: un incremento del 27%). En vez de avanzar en la reconversión de la industria militar en algunos casos ha li­derado su mantenimiento y expansión, y finalmente, no ha tenido ningún tipo de problema a vender armamento donde ha podido, sin valorar ni importarle las con­secuencias humanitarias y de seguridad que estas operaciones pudieran tener. Al­gunas de estas operaciones, por cierto, han levantado fuertes tensiones entre el Ministerio de Asuntos Exteriores, por un lado, y los Ministerios de Defensa e In­dustria, por el otro.

No es extraño: en la DDN se entiende que la transformación de las Fuerzas Arma­das debe basarse en «fomentar la investigación, el desarrollo y la innovación para mantener un nivel tecnológico elevado, que mejore la operatividad de las Fuerzas Armadas y favorezca la competitividad de la industria nacional de Defensa».

Más aun: España, tal como ha ido haciendo en los últimos años, debe estar en condiciones de «poder participar con determinados países, si así se decidiese, para el desarrollo de capacidades militares más exigentes y en la adquisición de compromisos más vinculantes, en los términos previstos en el Tratado Constitucio­nal de la Unión Europea». Lo que, traducido, quiere decir que España debe conti­nuar participando en proyectos de desarrollo tecnológico militar europeo.

También se afirma que durante la presente legislatura se pretende al menos «mantener un incremento presupuestario sostenido de entidad no inferior al experimentado entre los años 2003 y 2005, para proporcionar un escenario económico estable que permita acometer con éxito la transformación de las Fuerzas Arma­das». Llevamos, pues, años de incremento del gasto militar. En vez de construir perspectivas y practicas alternativas de seguridad, estamos reforzando las practicas y los esquemas más clásicos de la defensa militar.

Política exterior

Evidentemente, no lo podemos obviar: la retirada de las tropas españolas de Iraq, fue la noticia más impactante del actual gobierno: por su rapidez, ejemplaridad y valentía Sin embargo, la prueba que eso era más una decisión inevitable dada la contestación social contra la guerra y la conmoción social por los atentados del 11 M, que no un cambio profundo de concepto, es que en Afganistán el gobierno ha continuado manteniendo e incrementando su presencia. Y, parece difícil, entender­lo en clave estrictamente humanitaria.

Hay muchas otras cuestiones, destacables -en positivo y en negativo- de la política exterior. Pero por lo que respecta al ámbito estricto de paz y seguridad, debemos mencionar de forma especial el proyecto de la Alianza de Civilizaciones. Incluso sólo como idea y propuesta lanzada en la arena internacional, ha tenido ya impacto. Ha conseguido visualizar que puede haber otros enfoques y perspectivas que, supe­rando la lógica perversa de tensión permanente «terrorismo-choque cultural-guerra al terrorismo» abran nuevos espacios para el diálogo, el desarrollo, la profundización democrática y el respeto a los derechos humanos.

En cualquier caso, ha tenido sus primeras concreciones. El secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, recogió la idea presentada en la Asamblea General de Naciones Unidas por José Luis Rodríguez Zapatero y se creo un Grupo de Alto Nivel para elaborar un informe sobre el posible desarrollo de la propuesta, liderado por Federico Mayor Zaragoza.

También, en el ámbito de la regulación del comercio de armas pequeñas y ligeras, el gobierno español ha adoptado -pese a sus operaciones indiscriminadas de venta de armas- una actitud interesante. Por un lado, el Congreso de Diputados aprobó a finales del 2005, el compromiso de desarrollar una Ley que regule el co­mercio de armas. El gobierno ha mostrado su disposición a elaborar un texto real­mente ambicioso y útil

Por otro lado, en el ámbito internacional, el gobierno español ha estado entre los más avanzados en la Conferencia de Revisión sobre Armas Ligeras que se ha celebrado en Nueva York del 26 de junio al 7 de julio de 2006. Ha apostado por la creación de un Tratado Internacional que regule el comercio de armas, propuesta que un re­ducido grupo de Estados (desde Estados Unidos a Rusia, pasando por China, Vene­zuela, Irán o Cuba) rechazan de plano.

Conclusiones

El balance de la gestión del gobierno Zapatero en el ámbito de la paz, la seguridad y la defensa, es claramente contradictorio.

Por una parte, ha apoyado a nivel internacional iniciativas interesantes a favor de la paz y la seguridad entendida de forma global y multidimensional. Ha impulsado y lide­rado procesos estimulantes que pueden suponer la apertura de nuevos espacios y opor­tunidades para superar la actual dicotomía basada en seguridad = fuerza + militarismo.

Sin embargo, en lo que hace referencia a la política de defensa, ha mantenido las principales constantes que ya existían sin ningún tipo de reforma o cambio sustan­cial. Incluso cosas básicas a nivel de gestión y presentación formal de datos (trans­parencia y correcta asignación presupuestaria en I+D civil y militar, en gasto militar, etc.) continúan siendo, hoy, una quimera.

Sin dejar de valorar los cambios y nuevas oportunidades creadas, está claro que un discurso nuevo de seguridad sin verse acompañado de una redimensión y reduc­ción real de la defensa militar, es insostenible conceptual y operativamente.

Jordi Armadans es politólogo y periodista. Director de la Fundació per la Pau.

Algunas referencias bibliográficas mínimas:

- Directiva de Defensa Nacional 1/2004. 30 de diciembre de 2004.
- Directivas de Defensa Nacional (2000, 1996, 1992).
- Ley Orgánica 5/2005, de 17 de Noviembre, de la Defensa Nacional. BOE, núm. 276.
- Ley 8/2006, de 24 de Abril, de Tropa y Marinería BOE, núm. 98.
- Web campaña «Por la paz, no a la investigación militar!»: www.noalainvesti­gacionmilitar.org.
- Web Fundació per la Pau: www.fundacioperlapau.org.

  • 12 de octubre de 2006 13:56

    Los ejercitos son un sistema obsoleto de resolucion de conflictos. Podian servir bien en el siglo dieciocho cuando los conflictos eran entre estados. En realidad causaban mas sufrimiento que otra cosa, y aunque «resolvieran» el problema temporalmente, la siguiente generacion volvia con el mismo conflicto una y otra vez. Asi pues ni siquiera cuando los conflictos eran entre estados los ejercitos eran solucion de nada.

    Mirese de que le ha servido el ejercito a Saddam Hussein. Mirese de que le vale el ejercito a George Bush.

    Algun dia estos «lideres rufianes» entenderan que no se puede gobernar en contra de los pueblos.

    Hoy los conflictos son entre clases, a veces entre clanes, y otras entre poblaciones totalmente indefensas y preindustriales contra multinacionales capitalistas.

    En ninguno de los tres casos los ejercitos pueden servir para nada mas que para agravar las malas situaciones.

    Modernizar un ejercito es disolverlo.

    Pero no nos engañemos: Aunque disolvamos los ejercitos, los conflictos seguiran existiendo, y la unica manera de resolverlos se basa en el derecho.

    Puesto que diferentes zonas del mundo (no las llamemos naciones o paises, sino «zonas diferentes con sistemas de derechos diferentes»), tienen distintos cuerpos legislativos, el llamado «derecho internacional» ha de evolucionar hacia un «derecho universal», en el que el objeto del derecho no sea una nacion, sino su poblacion y todas las poblaciones circundantes.

    Las «naciones» o los clanes no pueden ser objeto de derecho. El derecho siempre tiene como centro al ser humano, no al grupo.

    Es curioso como los politicos actuales, entre ellos Zapatero, Aznar y todos los demas, tratan de retorcer las leyes nacionales (unicas que caen bajo su alcance) para hacerlas a la medida de los intereses de ciertos grupos (principalmente empresariales, religiosos, etc).

    Pero no: El objeto del dereho no puede ser otro que el ser humano.

    En este sentido una guerra nunca sirve para resolver ningun conflicto de grupos, ya que siempre el perjudicado es el mismo: El ser humano individual.

    La historia de la humanidad es una eterna lucha de grupos unos contra otros, como si la supervivencia del grupo fuera mas importante que la del propio individuo que se adherió al grupo. Como si el grupo no hubiese sido creado por el individuo, sino que aquel hubiese creado a este para su propio beneficio.

    La unica manera de resolver conflictos de clanes o grupos consiste en determinar cual de los grupos o clanes es mejor o peor para la humanidad en su conjunto y esto es lo complicado.

    Enormemente complicado, pero algun dia habra que afrontar el problema directamente y sin estereotipos trasnochados.

    De todas formas, el hecho de que existan conflictos, y de que no sepamos como resolverlos, o con arreglo a que leyes o derechos estudiarlos, no significa que tengamos que seguir insistiendo en usar instrumentos arcaicos que han demostrado una y mil veces que no son solucion.

    internete
    1234567

  • 16 de octubre de 2006 12:05, por etc

    Excelente, serio y minucioso anáĺisis. En algunos pasajes ilustrativo también del autobombo y el ninguneo hacia el antimilitarismo organizado del que suelen hacer gala en sus artículos los expertos del pacifismo oenegeril catalán y español en general. Ojeando el resto del especial «Movimientos por la paz» de la revista citada se observa, o mejor dicho no se observa en absoluto, ninguna referencia a la red de «Alternativa antimilitarista-MOC» cuando se describe el panorama pacifista en España.

    Claro que esto último es un entretenimiento que practican incluso las propias personas militantes de AAMOC de vez en cuando...

  • 26 de octubre de 2006 08:49, por Enric

    El dossier sobre el movimiento por la paz publicado en Viento Sur no
    pretendía abordar todas las actividades que actualmente desarrolla el
    movimiento por la paz y el antimilitarismo en España, sino solo algunas de
    las más significativas. En el artículo que escribí para ese dossier analicé
    las actividades del movimiento por la paz frente a las diversas dimensiones
    de la economía militar. En próximos artículos me centraré en otras temáticas
    tratadas por el movimiento por la paz y el antimilitarismo. Concretamente,
    está previsto que mi próximo artículo para Viento Sur se dedique al
    importante conjunto de luchas por la desmilitarización del territorio que se
    vienen realizando en los últimos años, en las que los colectivos agrupados
    en la red Alternativa Antimilitarista-MOC han tenido un papel muy destacado.

    Aprovecho la ocasión para felicitaros por vuestra magnífica web
    (insumissia), de la que soy lector asiduo.

    Cordialmente,

    Enric Prat,
    Consejo Asesor de Viento Sur

    • 26 de octubre de 2006 17:17, por David

      Esperamos impacientes el artículo... ¡¡¡y gracias por los piropos!!!

  • 8 de octubre de 2007 01:29, por Abogado

    Me gustaría veros en un hipotético futuro sin Fuerzas Armadas. Por ejemplo ante una invasión por parte de un reino, Marruecos, que, no sólo reclama una parte de España; si no que incumple todos y cada uno de los derechos fundamentales. Cuando las tropas marroquies violaran a vuestras novias-mujeres...¿también tratarías de resolverlo con la palabra?
    Los iluminados que creen que pueden salvar a la Humanidad son el cancer de la sociedad.
    Yo elijo unas FF.AA fuertes. Así, con un poco de suerte, no habrá que utilizarlas.

    ¡Más presupuesto para defensa ya!

Alternativa Antimilitarista - Moc
Administración RSS