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Testimonio personal de una de las participantes

Crónica del pánico en Estrasburgo: cómo fue aplastada la manifestación contra la OTAN

Crónica del pánico en Estrasburgo: cómo fue aplastada la manifestación contra la OTAN

[Nota de Insumissia: reproducimos el siguiente texto que nos ha llegado a través de la red de Mujeres de Negro por su enorme interés como testimonio en primera persona sobre los graves hechos que sucedieron en el lugar donde iba a tener lugar la manifestación contra la OTAN convocada por centenares de organizaciones sociales y políticas europeas. Sin embargo esta página no comparte necesariamente todo el contenido de las valoraciones que realiza la autora]

La imagen de un anciano pacifista septuagenario de pie, solo, gritando
repetidamente “¡Arretez!” (¡deteneros!) con el rostro granate por la
desesperación rodeado del humo blanco del gas lacrimógeno, del humo
negro de las barricadas, del sonido de los disparos del gas de la
policía, de los helicópteros, de los gritos y las correrías de los
miembros del grupo radical antisistema Black Block, policías y
pacifistas, refleja la desesperación, humillación e indefensión de los
que acudimos el pasado sábado 4 de abril a la manifestación por la paz
y en contra de la OTAN en Estrasburgo.

Una compañera y yo acudimos a las conferencias anti-OTAN que se
realizaron en la capital de Alsacia para entrevistar a algunos de los
ponientes e, ingenuamente, decidimos atender la manifestación del
sábado creyendo que formaríamos parte de una importante expresión
multitudinaria a favor de la paz y la antimilitarización. En lugar de
eso, experimentamos la que quizás, hasta el momento, ha sido la peor
experiencia de nuestras vidas.

El recinto que las autoridades concedieron a los manifestantes para
realizar la marcha estaba ubicado a unos 10 km del centro de la ciudad
y sólo se podía acceder a pie ya que todo el transporte público había
sido suspendido. La estrategia disuasoria incluyó además que la policía
cortase todos los accesos directos posibles y nos confundieran una y
otra vez mintiendo en sus indicaciones de manera que tardamos casi 3
horas en llegar al Puente de Europa, el principal acceso al recinto al
que llegamos sobre las 13:20, momento en que no se nos puso ningún
impedimento por parte de la policía para entrar. Cuando cruzamos el
puente no podíamos entender lo que estaba ocurriendo: nos encontramos
rodeadas de cientos de Black Block destrozando todo lo que podían con
piedras y barras metálicas y unas instalaciones deportivas ardiendo en
un gran incendio. La imagen nos consternó como es lógico, pero se
agravó mucho más cuando comprobamos que la policía permanecía
atrincherada sin intervenir, tan sólo grabando con cámaras de video lo
que estaba ocurriendo. Estamos hablando de un recinto en el que había
miles de personas, cientos de ellas extremadamente violentas y un
poderoso incendio que los bomberos no podían apagar por orden de la
policía. Y de repente se desató la locura: se nos bombardeó con gas
lacrimógeno por tierra y aire de manera que nos veíamos obligados a
huir en la dirección que la policía quería, los Black Block iniciaron
sus ataques con lanzamiento indiscrimando de piedras, las huídas en
masa se producían intermitentemente y descubrimos lo peor de todo: los
accesos al recinto estaban cerrados por la policía y no se nos permitía
salir de allí.

Desde las 13:20 que entramos hasta las 18:30 aproximadamente que
pudimos escapar (no sin antes mostrar nuestros pasaportes) puedo
afirmar que estuvimos el 90% del tiempo intentando huír y buscando una
salida.

La estrategia policial fue muy clara: encerraron a unos 5000
manifestantes pacifistas con un “ejército” de entre 2000 y 3000 Black
Block (que llegaron incluso a crear una barricada arrastrando dos
vagones de tren) dejando que el caos, la violencia y el pánico se
apoderase del lugar, contribuyendo por su parte a alimentar todo esto
con ataques puntuales e indiscrimandos con gas lacrimógeno. Aquello se
convirtió en una ratonera en la que los pacifistas nos convertimos en
ratas atrapadas entre dos ejércitos enfrentados: la policía y el Black
Block.

Lo ocurrido es sin ningún tipo de duda la supresión absoluta del
derecho a la libertad de expresión y del derecho a la manifestación por
parte de unas autoridades que legitiman la violencia de los grupos
radicales antisistema para justificar y amparar tal abolición. La
estrategia policial puso en serio peligro la vida de todos los que
estuvimos allí (tuvieron el “detalle” de prohibir la entrada a los
niños, pero había mucha gente mayor, incluso ancianos) dejando que
reinara la anarquía de los violentos que está resultando de tanta
utilidad a nuestros gobiernos soberanos.

Mi frustración aumenta todavía más al comprobar que ningún medio de
comunicación ha explicado lo que allí ocurrió de verdad (y no por falta
de periodistas, que los había desde luego, alguno incluso herido a
pesar de sus cascos y máscaras para el gas). Las únicas imágenes que se
dan de los incidentes son las del incendio (que la policía prohibió
apagar) y las de los radicales del Black Block destrozándolo todo (con
el beneplácito policial) Nadie ha hablado de la encerrona, de la
angustia y el miedo de los que nos vimos allí atrapados, de cómo pudo
haber ocurrido una tragedia por culpa de la actitud policial que en
ningún momento nos protegió de la ira exacerbada de los antisistema y
que encima nos bombardeó varias veces con gas lacrimógeno…Y no hagáis
caso de alguna imagen que circula por internet de la policía
permitiendo a la gente salir, sólo lo hicieron cuando hubo cámaras
delante. Una chica estuvo inconsciente más de media hora y tampoco la
sacaron de allí, la asisitieron los bomberos en su propio camión. Una
vez más, nuestra única posible puerta a la verdad, los medios de
comunicación, sucumben a convertirse en los hilos de nuetros dementes
titiriteros.

La nota final tuvo lugar al día siguiente cuando los compañeros
activistas recogían sus tiendas en el campamento y la policía les
obligó a ponerse en fila para anotar sus nombres, el número de
pasaporte y grabar sus rostros con una cámara de video. La última
vejación antes de dejarnos ir.

Finalmente, me dirijo a los pacifistas que no quieren hablar de lo
ocurrido amparándose en que se desvía la atención de lo que es
verdaderamente importante, es decir, los nuevos acuerdos de la OTAN
pactados durante la cumbre. A mí me parece igual o incluso más grave
que los acuerdos, la abolición del derecho a la libertad de expresión
que está teniendo lugar con la más absoluta impunidad en la democracia
europea en la que creemos vivir (y no me refiero sólo a estos hechos,
sino a todas las manifestaciones que se producen en Europa que se
convierten en auténticas batallas campales). Si los movimientos
pacifistas se niegan a asumir la gravedad real del contexto actual
jamás encontrarán una vía verdaderamente útil para intentar cambiar las
cosas. Un ex soldado americano desertor de la guerra de Iraq dijo en
una ponencia que la primera víctima de la guerra es la verdad. Yo añado
que la primera víctima del fascismo es la libertad.

Ha sido una experiencia traumática y humillante y desde luego, para
mí, hay un antes y un después de Estrasburgo. De vuelta a casa uno no
sabe cómo continuar después de lo ocurrido. En cada calle, en cada
tienda, en cada rostro, no puedo evitar ver a aquel ingeuo Jim Carrey
de El Show de Truman que cada mañana saludaba a sus vecinos con un
irritante “Por si no nos vemos luego, buenos días, buenas tardes y
buenas noches”.

  • 8 de abril de 2009 20:06, por Pablo

    Según leo y comprendo las valoraciones que hace la autora son:

    - Sus sentimientos y emociones personales: miedo, angustia, humillación, preocupación…
    - Que la policía dificultó todo el tiempo el tránsito de manifestantes hacia la manifestación e impidió en algunos momentos su abandono.
    - Que la misma policía actuó contra los manifestantes de forma discontínua, permitiendo los disturbios en unas ocasiones y reprimiéndolos en otras. Que tal discontinuidad no era casual y que parecía una estrategia policial preconcebida.
    - Que una cierta cantidad de manifestantes empleó la violencia destructiva.
    - Que muchos manifestantes que denomina “pacifistas”, entre los que se encontraba, se vieron atrapados entre los dos fuegos de los manifestantes violentos y la policía.
    - Que la estrategia policial puso en peligro la integridad física de los manifestantes “pacifistas”, que tal hecho supone una negación del derecho a la libertad de expresión y del derecho a manifestarse.
    - Que los medios de comunicación han transmitido una información incompleta y tergiversada de las cosas que ocurrieron, lo cual prueba el papel que juegan al servicio del poder.
    - Que la policía “vejó” a los manifestantes al día siguiente al abandonar el campamento.
    - Que hablar y denunciar este tipo de actuaciones policiales indiscriminadas y conculcadoras de derechos tiene tanta importancia como divulgar en qué consiste el paso que la OTAN ha dado con esta cumbre.
    - Que el contexto y forma en que se dan estas luchas contra cumbres es preocupante y “debería hacer reflexionar” a quienes desean encontrar vías útiles para cambiar las cosas.

    Yo no estuve allí, y realmente tengo curiosidad. ¿Cuáles de estas valoraciones son las que no comparte necesariamente la página?

    Salut

    • 9 de abril de 2009 01:47, por Carlos

      Lo único que no se comparte es la aplicación de categorias policiales y mediáticas, que criminalizan y desinforman, como «grupos violentos», «manifestantes violentos», o «radicales» «antisistema» a los grupos de las redes antifascistas, anarquistas y autónomas, alemanas y francesas que participaron en las protestas antiOTAN, ni el dar a entender que uno de los problemas fue que la policía no supo «encargarse» de estos grupos ni proteger a los manifestantes pacíficos de ellos.

      Evidentemente esta página promueve unos métodos de acción política que están seguramente en las antípodas de los que usan estos grupos, y además los critica abiertamente (no en vano sus acciones de guerrilla urbana y sus enfrentamientos con policía pusieron en peligro la supervivencia del campamento antiotan, agravaron la asfixiante presión policial y dificultaron los pasos previos de las acciones de bloqueo, además de lo que ya comenta la autora en el texto), pero no por ello vamos a contribuir desde aquí a su estigmatización o criminalización pública.

      • 9 de abril de 2009 22:54, por Pablo

        Bueno, me parece justa la matización de no meter en el mismo saco y en la misma etiqueta de “violentos, radicales, antisistema…” a esos grupos que comentas, entre los cuales sin duda hay multitud de prácticas diferentes.

        También me parece lógico que no sea nuestro papel señalar a nadie para que sea perseguido por la ley o por la policía.

        Pero que no exijamos actuaciones policiales y represión jurídica no quita para que podamos opinar críticamente sobre formas de intervenir en política que no compartimos y que además tiran gruesas piedras sobre nuestro tejado.

        Yo no estoy de acuerdo –no digo que tú o la página lo esté- con el buenrollismo anticapitalista. No me siento especialmente afín, aliado o lo que sea de gente que actúa con los métodos violentos que se han observado en Estrasburgo por muy en contra de la OTAN o del capitalismo que estén. No creo que ambas estrategias puedan funcionar en paralelo. Efectivamente para quien cree en la lucha armada cualquier cosa que tenga al lado luchando contra su enemigo, noviolencia incluída, le viene bien y lo considera un aliado. Pero no sucede al revés, como se ha visto, y una minoría violenta que actúe por su cuenta es capaz de arruinar el trabajo de miles de personas que apuestan por otras vías. Amén de amplificar la represión de la policía contra todo el mundo.

        Ya sé que no queremos “criminalizar”, nos quema esa palabra. Pero tampoco podemos callar. De alguna manera tenemos que enfrentar a los sectores políticos que actúan así o si no nuestro trabajo en este tipo de cumbres será inviable. Porque supongo que estamos de acuerdo que no basta con estar allí y hacer algo por hacer algo en las condiciones que sea; se trata de conseguir transformaciones sociales.

        Salut

        • 10 de abril de 2009 22:49, por Crates

          Pablo ha escrito, refiriéndose a los partidarios de disturbios violentos:

          De alguna manera tenemos que enfrentar a los sectores políticos que actúan así o si no nuestro trabajo en este tipo de cumbres será inviable.

          Aquí topamos con dos cuestiones que por un lado son distintas, y por otra se relacionan; una es la cuestión de los sectores políticos que actúan así, y otra la de este tipo de cumbres.

          Vamos a suponer que los sectores políticos partidarios de la violencia son sinceros y se les va a respetar como tales –que no se les va a tratar por principio, con verdad o sin ella, como infilitrados policiales, aunque quizas esto (cosa nada fácil sobre el terreno) fuera lo suyo-. En Estrategia de la acción noviolenta (1981), Jean Marie Müller –que hoy por hoy no es santo de mi devoción- cita varios ejemplos historicos (Gandhi, Luther King, César Chávez), en los que la respuesta de los líderes del movimiento (sic.) a la interferencia de actos violentos en campañas noviolentas fue suspender la campaña con el fin de permitir a los líderes volver a controlar la situación (sic.), abriendo así un paréntesis durante el cual convencer a los participantes de que se atengan a las exigencias de la noviolencia, subrayando las graves consecuencias de la violencia en la medida en que compromete a la vez el ideal perseguido y la eficacia buscada (negritas mias),

          En ocasiones el paréntesis se abrió de forma más dramática -mediante ayudas y medidas de ’expiación’ de los líderes-, y según Müller con eficacia. Por tanto hacía una recomendación: Los líderes podrán ayunar y dar así a los incidentes una dimensión dramática con el fin de que hagan reflexionar. Tal vez convendrá organizar un ayuno colectivo con el fin de reafirmar la orientación noviolenta del movimiento. Si no me equivoco, Gandhi no simplemente se planteo ayunos en estos casos, se planteo en una ocasión una huelga de hambre a muerte.

          ¿Pueden plantearse estas recomedaciones para situaciones como las vividas en Estrasburgo? Si las cosas siguen como en contracumbres de las habidas en estos años pasados, sospecho que no. Dejando aparte la cuestión de “los líderes”, está claro que los escenarios que nos recuerda Müller son muy distintos a las los escenarios de las contracumbres: se trataba de campañas continuadas (campañas que tenía sentido suspender durante semanas o meses), campañas surgidas desde una comunidad y para una comunidad unida por condiciones comunes (los negros segregados, los colonizados de la India, los trabajadores del campo), campañas con metas definidas y tangibles (aumentar los derechos de los negros, conquistar el autogobierno para la India, mejoras laborales para los trabajadores del campo).

          Naa de estos se da en las contracumbres, que son encuentros esporádicos y de corta duración (circuito hiperactivista aparte),entre multitudes de gentes de ideas y condiciones muy diversas –‘cuanto más mejor’, ‘arcoiris’ y otras simplezas- con finalidades puramente expresivas (‘vamos a demostrar a los poderosos que muchos queremos otro mundo’) o autopropagandísticas (‘buscar repercusión para nuestras ideas’, etc.). Quizás está bien que existan estos encuentros; pero si nos preocupa es el crecimiento de la noviolencia, quizás hay que tener en cuenta que su contexto natural son situaciones como las anteriores.

          Sólo entre iguales –entre gente unida por una comunidad de intereses y por una historia común- se pueden exigir responsabilidades y ponderar todos los matices de situaciones dificiles, sólo en torno a objetivos tangibles y con grados de realización se puede discutir de eficacia – Conviene poner en práctica una estrategía capaz de canalizar las energías liberadas (por la incitación a protestar), poniéndolas al servicio de acciones concretas en vista a objetivos limitados y posibles (Müller dixit)-.

          En cambio, en convocatorias donde a lo que se incita es a que la gente “se exprese” o «perturbe», no es de extrañar que unos acabemos dándonos asco a otros, pues cada quien tenemos cosas distintas que expresar, y los colores para los que se hicieron los gustos no siempre armonizan, y lo que se pretende que perturbe a los poderosos salpica a los plebeyos de al lado. Por otro lado, si queremos reconducir eso, no será haciendo jucios sobre el carácter ajeno y la psicología ajena como llegaremos a algún sitio –los noviolentos nos quejamos mucho de que nos llamen ‘comeflores’, pero noviolentos y noviolentas hacemos fichas psicológicas denigrantes con mucha alegria a los partidarios de los disturbios, sin que nos tiemble la mano ni hagamos eso tan propio de nosotros de distinguir a la persona del personaje-: no llegaremos a ninguna parte, pues los conceptos tras esos juicios son conceptos casi vacios, y en la medida en que tienen algún contenido, dudo mucho que nadie estemos en condiciones de dar lecciones a nadie –y quien lo éste, no necesita darlas-.

          Otra diferencia con las situaciones que cita Müller tiene que ver con los líderes. Creo que construirse sobre liderazgos parareligiosos fue un defecto de algunas famosas campañas noviolentas –las de King, seguramente las de Gandhi-, un defecto tanto técnico como moral. Pero tampoco deberíamos confundir la horizontalidad con la indiferencia; los compromisos que se vayan asumiendo en el curso de la campaña –los riesgos de represión- irán depurando el ambiente de falsos debates y de parásitos. No necesitamos líderes, pero seguramente sí necesitamos (pienso yo, como parte de una organización que asumió el sabotaje como forma de lucha) más gente como Mary Kelly, o Enric Duran, o algún arriba firmante de mensajes anteriores. Ya dijo un señor muy sabio que malo sería que el moc acabase siendo un MRG cualquiera.

          • 11 de abril de 2009 00:10, por Pablo

            Interesantísima reflexión. Muchas veces se me ha venido a la cabeza en estos últimos tiempos la clara estrategia de Gandhi que, consideraciones sobre los liderazgos aparte, no dudó en detener incluso durante años las campañas de Desobediencia Civil en tanto no cesara la resistencia violenta contra los invasores, y con éxito en ese empeño. Y hablamos de un contexto de cientos de millones de personas poco comunicadas entre sí. No obstante tus consideraciones acerca de las condiciones objetivas de cada situación me parecen inapelables. Lástima tu retiro voluntario con respecto a la reflexión interna de AA-MOC. Escasas andamos de gente tan lúcida y formada.

            Aún así se me ocurre que a pesar de ser estas cumbres espacios muy coyunturales para expresarse y discrepar del sistema en mil formas -como comentas- no dejan de ser momentos de participación política únicos, y además novedosos históricamente. El antimilitarismo y la noviolencia creo que deben de participar en ellos con su propuesta. Y no teniendo por mi parte demasiado claro el alcance transformador que puedan tener estas contracumbres sí intuyo que pueden llegar a tenerlo.

            Por ello entiendo que debemos afinar nuestra forma de hacernos presentes en estos espacios. Y una conclusión que creo podemos obtener de las últimas grandes cumbres (Praga, Génova) y la de Estrasburgo es la que comentaba más arriba. La minoría que emplea la violencia con las razones y objetivos que sean, sin entrar a cuestionar aspectos de legitimidad, invisibiliza mediáticamente nuestra acción. Me parece evidente que no vamos a estos sitios en los que hay grandes multitudes actuando políticamente para sólo ser vistos por la gente que está allí, sino para que nuestro pensamiento alcance a un gran número de personas de la sociedad. Por eso no podemos mirar hacia otro lado y debemos encontrar la manera de mantener la iniciativa estratégica que quizá ya tenemos de forma bastante mayoritaria, pero sobre todo de obtener el protagonismo mediático. No se cómo, pero no creo que esté de más algún tipo de confrontación crítica o de diálogo con los sectores que emplean las estrategias que tanto disminuyen nuestros esfuerzos.

            Salut.

  • 9 de abril de 2009 01:56, por kjhkjhkjh

    Comentar que el Black block no es ningun grupo radical, puesto que en el no existe ninguna organizacion formalizada o informal, es sino una tactica que utilizan distintos grupos de afinidad «anarquistas». Aclarar que no todos ellos son asi de violentos, seamos un poco mas criticos por favor. El problema son los hooligans y los que disfrutan con el hecho de la violencia, algunos que son pagados por ello (y van de azul o de verde) y otros que lo hacen por pura adrenalina y testosterona (y a veces van vestidos de negro). Black block, violencia y prejuicios saturan un poco.
    Yo tambien estuve en estrasburgo, yo tambien estuve en la no manifestacion, y no puedo pensar mas que en una gran indignacion hacia los medios de comunicacion, una gran indignacion hacia la actuacion de la policia, y mucho que pensar sobre la no violencia, en la que me reafirmo, ahora mas que nunca.

  • 9 de abril de 2009 16:43

    En realidad el problema vuelve a ser si son compatibles ambos planteamientos en el mismo espacio y en el mismo día; es decir, en qué medida, acciones noviolentas inspiradas en la desobediencia civil pueden expresarse con claridad y contundencia cuando el mismo día y a la misma hora otras formas de lucha buscan expresarse con otro tipo de contundencia.

    Es evidente que ese problema no lo va a resolver una «buena» actuación policial, si es que la bondad puede aplicarse a algún tipo de actuación policial.

    Yo no estuve en Estrasburgo, pero habiendo seguido los acontecimientos desde aquí, es evidente que con los mass-media la iniciativa se perdió desde el momento, en que el incendio del hotel pasó a convertirse en la noticia fundamental para explicar las movilizaciones contra la OTAN.

    No creo que la decisión de quemar edificios se tomara asambleariamente ni que se tuviera en cuenta a una gran parte de los y las manifestantes, con lo que causó un grave perjuicio al conjunto de la movilización.

  • 10 de abril de 2009 19:16

    Hola compas,

    yo vuelvo de Estrasburgo con más preguntas que respuestas. Sigo pensando y pensando.

    De mi presencia en el bloqueo, puedo aportar a esta página que sufrí la violencia policial en forma de lluvia de gas y a posteriori a nivel más personal en forma de spray pimienta. Sin embargo no hubo violencia de los manifestantes en mi bloqueo, que fue el bloqueo del sur. Por lo tanto no hubo actitud que provocase por nuestra parte su respuesta violenta.

    Mas tarde, en las inmediaciones del puente de Europa varias personas de mi entorno tuvimos la sensacion que los furgones policiales que cruzaban para encontrarse con la manifestacion no hubiesen dudado en atropellarnos. Por lo tanto se sentian con el suficiente apoyo de los mandos como para que algunas bajas (tampoco demasiadas) formasen parte de lo asumible y comprensible.

    Un abrazo y seguimos hablando de ello.
    D.

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