DESOBEDIENCIA: LA
HIPÓTESIS IMAGINATIVA (1)
Marcelo Expósito
A mis hermanos y hermanas de Turín y Milán (PuntoZip!, Chainworkers,
C.S. Bulk, C.S. Garigliano y Conectaz), por su ayuda, cariño y enseñanzas,
con afecto militante. A mi hija,
Marina Alba. "Decir 'yo no voy a negar
mi acto' es rechazar llevar a cabo una negativa, pero no es precisamente reivindicar
el acto. Decir 'sí, lo hice' es reivindicar el acto pero también es cometer
otro acto en la misma reivindicación, en el acto de hacer públicos los propios
hechos, un nuevo acto criminal que redobla y toma el lugar del anterior"
(Judith Butler, El grito de Antígona). "La crítica radical a
la democracia consensual no [es] simplemente la crítica del concepto, sino
de las prácticas que producen formas alternativas de intervención sustrayéndose
de la norma consensual. La acción misma de corrimiento de la política de consensos
nos abre una vía a la multiplicidad [la destitución de todo centro] y a las
nuevas imágenes identificatorias de la felicidad" (Colectivo Situaciones,
Por una política más allá de la política). "[E]s la
génesis de las instituciones, la función históricamente constitutiva de la
imaginación que comienza a tomarse en consideración... La transformación que
sufre el concepto de lo político: no más astucia y dominio, sino imaginación
y constitución... Lo político es la metafísica de la imaginación, de la constitución
humana de lo real, del mundo. La verdad vive en el mundo de la imaginación,
es posible tener ideas adecuadas que, lejos de agotar la realidad, sean, por
el contrario, abiertas y constitutivas de realidad, verdaderas intensamente,
el conocimiento es constitutivo, el ser no sólo se halla, es también actividad,
potencia... La actividad imaginativa... consolida la verdad del mundo y la
positividad, la productividad y la sociabilidad de la acción humana".
"Potencia contra poder... La política es el reino de la imaginación material" (Toni Negri, a propósito de
Spinoza, La anomalía salvaje). De cara a plantear un marco de reflexión sobre las actuales
relaciones entre prácticas artísticas y políticas, este texto debe considerarse
un rodeo sobre un rodeo. Hace ahora un año publiqué un escrito, "El arte:
lo real, lo político: retornos" (2), en cuya introducción se postulaba
como un esbozo de doble crítica a los dos discursos dominantes que, a pesar
de presentarse formalmente como contradictorios, han venido confluyendo a
la hora de profundizar en el progresivo distanciamento entre el campo artístico
y la política antagonista en nuestro contexto: por un lado, el idealismo estético
en gran medida reinante en las instituciones culturales y educativas; y, por
otro, el modelo de discurso postmoderno que en nuestro entorno ha dominado
desde la transición política y aún hoy conserva una legitimidad insólita.
Mi escrito constituría un rodeo en la medida en que, a mi modo de ver, dicha
doble crítica es la precondición para prefigurar una innovadora descripción
de las prácticas artísticas y culturales que hoy operan con dificultad en
la situación que Nancy Fraser llama "postsocialista". "Desobediencia: la hipótesis imaginativa" es,
entonces, un nuevo rodeo. Se trata de avanzar un segundo paso. Otear alrededor
nuestro para cobrar consciencia de cuáles son las nuevas formas de política
antagonista que actualmente atraviesen el planeta impulsando el nuevo ciclo
de luchas sociales globales. ¿Por qué ejercer esta mirada aparentemente tan
ajena a la especificidad del territorio artístico, con la precaución además
de no confundir ni colapsar las dimensiones estética y política, previniendo
la posible estetización de las prácticas antagonistas, atajando su recuperación
por la mirada comúnmente fetichista establecida en el campo estético? Porque
atender a la potencialidad que las nuevas prácticas políticas de oposición
tienen de modelar un imaginario nuevo, la capacidad que muestran de intervenir
en el plano simbólico, la potencia de sus nuevos signos y representaciones,
se hace a mi modo de ver imprescindible a la hora de establecer vínculos inéditos
e imaginativos desde el ámbito de la cultura con las nuevas fuerzas sociales
renovadoras. Que dichos vínculos sean hoy precarios, casi inexistentes o inoperantes
según los casos, es el origen de la verdadera pobreza de experiencia que sufre
hoy cualquiera que transita las esferas institucionales del arte y la cultura
en nuestro entorno. Este nuevo escrito queda ahora dividido en tres partes,
comenzando por ofrecer, casi programáticamente, una secuencia de tres tesis.
Tales tesis están lejos de buscar constituir algún tipo de conocimiento sistemático
sobre las prácticas desobedientes, lo que no resultaría conciliable con lo
que de hecho se postula. Modestamente, a modo de ráfagas, se trata tan sólo
de introducir algunos presupuestos del racimo de casos -prácticas, movimientos
y grupos, saberes- que posteriormente se van a enumerar. Todo ello con un propósito final: exponer una serie limitada -aunqueojalá no azarosa ni anecdótica- de constataciones y aventurar algunas ideas sobre la manera en que parece
que se están operando hoy, en las prácticas de la desobediencia,
algunas resignificaciones, a caballo del ciclo de luchas globales en curso
y de acuerdo con la actual reorganización de los poderes y de los saberes
también a escala global. Se trata asimismo de rastrear tentativamente el papel
que la desobediencia juega en las nuevas formas de expresividad antagonista
y al tiempo en la conformación de sujetos políticos nuevos, en un mundo crecientemente
complejo y cambiante: no sin fundamento, ni aisladamente, Paolo Virno afirma
que la desobediencia y el éxodo (la deserción) son los dos términos clave
en la nueva acción política de la multitud (3). El conjunto quiere mostrar, antes que la estructura de un
texto omnicomprensivo, la forma más provisional y abierta de una suerte de
cuaderno de notas. 1. TESIS SOBRE
LA DESOBEDIENCIA 1ª tesis. Si la
desobediencia excede la norma, la experiencia de su práctica no puede ser
adecuadamente comprendida -sólo cosificada, recuperada, normalizada- cuando el foco se reduce a aspectos normativos, sean técnico-jurídicos,
filosófico-políticos u otros. Cuatro palabras aquí para contradecir una serie de lugares
comunes y expresar, a modo de ejemplo, una experiencia compartida por quienes
participamos en el intenso ciclo de desobediencia civil que atravesó nuestro
país durante la década de los 90 (4): mientras en la prensa o en medios especializados,
en los tribunales o en el mundo académico, se discutía la pertinencia política
de la desobediencia civil o su hipotético carácter respetuoso con los fines
últimos de nuestro ordenamiento jurídico, miles de personas insumisas producían
e incorporaban una serie de prácticas sociales que excedían todo posible conocimiento normativo.
El aprendizaje del trabajo político cooperativo, a contrapelo de las exigencias
sociales de competitividad y de la rentabilización de la experiencia y los
saberes comunes por parte de unos pocos; la constitución de grupos de apoyo
y redes de solidaridad frente a la represión y la criminalización, erigidos
sobre los pilares de una cotidiana política de afectos; la implementación
de una compleja dialéctica negociación/confrontación con muy diversas instituciones
sociales, de los medios de comunicación oligárquicos a los tribunales, de
la prisión a las asociaciones civiles; la construcción de imágenes de autorrepresentación
pedagógicas y fuertemente significantes, que interpelan al cuerpo social al
tiempo que sirven de instrumentos de autorreconocimiento de un movimiento
político complejo...; la producción, en suma, de un contrapoder: todo ello
contribuyó a la constitución de espacios de socialización alternativos que
una generación políticamente huérfana hubo de reconstruir sobre la tierra
arenosa de la transición y la subsiguiente esterilización de la memoria militante
(5). Toda práctica antagonista incorpora algún rasgo de desidentificación,
expresa un litigio con algún tipo
de consenso social predeterminado (6), y
la desobediencia que aquí interesa no
sólo impugna una ley -como comúnmente se afirma, navegando en efecto entre
la dialéctica legalidad/legitimidad-, sino
que también -y esto es más relevante- excede la norma consensual, incluso aquella que busca comprenderla o justificarla,
produciendo todo tipo de experiencias, saberes y afectos militantes que fluyen,
atravesando las instituciones sociales, para anudarse y constituir otros lazos de sociabilidad, proyectos de formas y espacios de
vida antiautoritarios (7). 2ª tesis. Si
son verdaderas, las nuevas gramáticas de las formas de hacer política antagonista
no pueden reducirse a un adorno de lo viejo, pues son el síntoma de la emergencia
de nuevas subjetividades políticas; la desobediencia es hoy una herramienta
clave para su autoconstitución. En un resumen no por apretado menos sugerente y rico de
las revueltas del 77 en Italia, Bifo habla de una doble memoria: la del movimiento
político más visible, explosivo, altamente confrontativo, y al fin dura y
friamente aplastado; y la menos evocada del "movimiento creativo, que
situaba en el centro de la acción política los media, la información, el imaginario,
la cultura, la comunicación, pensando que el poder se jugaba en estos lugares
y no en la esfera de la gran política de Estado o de la gran política revolucionaria"
(8). Lo que Bifo describe son las dos caras a veces en tensión de un movimiento
que se despliega en un momento histórico contradictorio: el final de algo
que no acaba de morir (la modernidad, la organización social erigida sobre
el armazón de las formas de trabajo propias del fordismo) y el comienzo de
algo que no acaba de eclosionar (la condición postmoderna, la reorganización
de la vida entre trabajo y no trabajo en la era de la flexibilidad postfordista,
el desarrollo extremo del trabajo social cooperativo y la centralidad del
intelecto en las nuevas formas de trabajo inmaterial, la explotación capitalista
de la totalidad del mundo de vida). Entre el obrero fordista y el obrero social;
entre la fábrica como locus clásico tanto de la producción como
del conflicto entre capital y trabajo, y los nuevos medios y lugares de la
producción inmaterial. La intuición del "movimiento creativo" italiano
es clara: además de organizar la desafección al trabajo asalariado para socavar
formas instituidas de subjetivación capitalista (en la línea del postestructuralismo
francés, se entiende que el capitalismo es no solamente un modo de producción,
sino también la institución de ciertos modos de subjetivación) (9), se hace
necesario redirigir el conflicto, multiplicándolo, hacia las formas de control,
de explotación, de consumo en ascenso: intervenir en el terreno del lenguaje,
experimentando, en palabras de Félix Guattari que Bifo rememora, la idea del
"movimiento como agente simbólico, como colectivo de producción mediática,
como sujeto colectivo de enunciación".
Es aquí, pues, donde las nuevas gramáticas imaginadas y creadas por la práctica
antagonista adquieren la condición de síntomas de la emergencia de sujetos
sociales nuevos. Y si la desobediencia multiplica los procesos alternativos
de subjetivación política, ya no se puede entender restrictivamente de acuerdo
con la forma clásica de confrontación puntual a una ley, sino que hablamos de la organización colectiva de la desafección y el
rechazo global a las formas instituidas de subjetividad. Tal desobediencia
no es pues meramente el "soporte" o la mediación instrumental de
algún tipo de "reivindicación", sino que interviene de forma central
en la producción de subjetividad política alternativa. 3ª tesis. Si hablamos
de imaginación y creatividad en la desobediencia, es desde la crisis de las
figuras clásicas del compromiso. Hablamos del fin de las relaciones de subordinación de la
acción al pensamiento, del paternalismo de una élite de especialistas en la
producción de formas elaboradas de imaginación cultural y política sobre los
saberes y las culturas subalternas; del fin de la escisión entre teoría y
práctica de la política antagonista. El argentino Colectivo Situaciones habla
de pensar en situación, poniendo el
cuerpo, para describir la producción de lenguajes, conceptos, experiencias,
saberes, a través de una práctica política que busca poner en marcha una potencia práctica del deseo (10). ("Pensar
poniendo el cuerpo" sería también una imagen inmejorable de la práctica
desobediente, de la manera en que el cuerpo actúa y produce saberes y experiencia
literalmente encarnando una acción
política.) El Colectivo Situaciones nos ofrece también una versión sofisticada
del concepto investigación militante,
que entiende en términos de producción y constatación de un conjunto de hipótesis
prácticas y teóricas sobre las vías de emancipación, estableciendo un vínculo
positivo con los saberes subalternos, dispersos y ocultos, para producir un
cuerpo de saberes prácticos de contrapoder. La investigación militante trataría
de generar una capacidad de las luchas de leerse a sí mismas, retomando y
difundiendo los avances y las producciones de otras experiencias. No es la
elaboración de intelectuales comprometidos o de un conjunto de asesores de
los movimientos sociales: no se trata de politizar, de "mejorar"
o de innovar en las experiencias "desde afuera", sino de buscar
en el movimiento real las pistas emergentes de una nueva sociabilidad. En
resumen, se trataría de superar la intelligentsia para avanzar hacia la producción de figuras colectivas del compromiso. Cuando
hablamos de una hipótesis imaginativa para las nuevas prácticas desobedientes,
pensamos en la manera en que el intelecto colectivo es la precondición para
la producción y diseminación de gramáticas y herramientas de trabajo político
concretas, que, a pesar de su especificidad, pueden ser adaptables, reapropiables
quizá para situaciones diversas: que circulan, siendo parte del común.
Si hay una tarea que busca la materialización y proliferación de tales instrumentos
de producción de antagonismo y de socialibilidad alternativa, se trataría
de un trabajo que opera no de una manera elitista ni especializada, desde
la distancia o desde un afuera, sino
desde el propio sujeto, un trabajo que participa de un flujo que va y
vuelve al común, que es todo lo opuesto a una cristalización de la experiencia
y los saberes. En la línea de la tesis anterior: la
tarea de imaginar y crear nuevas gramáticas y herramientas no cumple una función
subordinada a los "contenidos" de las prácticas políticas "centrales",
las nuevas figuras del compromiso no operan en un plano secundario de la "gran"
política, no adornan, complementan ni renuevan lo viejo: ese trabajo cooperativo,
cuando es verdadero, es en sí mismo expresión de potencia, produce contrapoder
(11). 2. DESOBEDIENCIA
SOCIAL 1er. caso. La ocupación
del espacio público por la resistencia global: diversidad antagonista y proliferación
de los sujetos políticos. La mañana del 26 de septiembre de 2000, unas 15.000 personas
se dan cita en la Plaza Namesti Miru, en el corazón de Praga, con el propósito
de dirigirse al lugar donde los mandarines de la economía mundial se reúnen
con motivo del encuentro anual del Fondo Monetario Internacional y el Banco
Mundial. La gran marcha arranca con un rugido festivo, salvaje, para ir dividiéndose
en tres ramas diferenciadas, señalizadas con colores puros: la marcha azul,
la marcha rosa, la marcha amarilla. Cada una de ellas habrá de atravesar la
ciudad para acabar rodeando conjuntamente, en un abrazo antagonista, con estrategias
de confrontación propias y diversas y desde diferentes posiciones, el centro
de congresos. La historia es ya conocida: el FMI y el BM, estrangulados, cancelan
precipitadamente el programa de reuniones con dos días de antelación (12).
Las protestas continúan, pulverizando el previsible clásico despliegue de
representaciones del poder institucional y transnacional en la ciudad, que
ahora ve modificados sus ritmos cotidianos por una multitud de flujos alternativos
e imaginativos que la recorren, reorganizando ocasionalmente su tiempo y sus
espacios.
Teñir de colores las expresiones de resistencia o confrontación en la calle
supone ocupar los espacios públicos de la ciudad mediante riadas humanas que
subsumen y engullen los signos políticos distintivos de grupos o movimientos
específicos, para acabar constituyendo la imagen de una multiplicación de
subjetividades políticas. Esta práctica de señalización polícroma de la diversidad
estratégica había sido inaugurada durante la fogosa street party del 18 de junio de 1999, que
ocupó de forma carnavalesca la City, el centro financiero de Londres, suspendido
por miles de personas enmascaradas en cuatro colores diferentes (significativamente:
rojo, verde, negro, dorado), con motivo de una de la gran Jornada de Acción
Global contra el Capital que, convocada por la red internacional People's
Global Action/Acción Global de los Pueblos, coordinó protestas por todo el
planeta.
Sólo la ocupación de Namesti Miru había sido permitida legalmente. A partir
de un momento determinado, por tanto, la marcha encaró el camino de la ilegalidad:
varias filas de cuerpos oscuros, mecanizados, equipados con armamento y cámaras
de vídeo, se instalan a su paso, con un enorme cartel que reza: "Ciudadanos,
la policía les hace saber que su concentración es ilegal. La disolveremos
y les invitamos a alejarse de forma pacífica. Si no obedecen esta invitación,
corren el riesgo de que las fuerzas del orden tomen medidas contra ustedes".
Por supuesto que nadie hizo caso del aviso, y que las medidas fueron tomadas:
pero la policía contribuyó así, inopinadamente, a construir una imagen poderosísima
de un tipo de desobediencia masiva, organizada pero caracterizada por amplios
márgenes otorgados a la espontaneidad y a la libertad para poner en práctica
formas de confrontación y estrategias diversas. En esta imagen, el paso a la desobediencia,
cruzar la línea de la legalidad, abre el camino a un movimiento que, literalmente,
se extiende y prolifera en la ciudad: contrarresta la imagen instituida de
un espacio homogeneizado por las tecnologías de poder consensuales, para pasar
a conformar, mediante la propia acción política, un espacio público heterogéneo,
constitutivamente recorrido por la contradicción y el conflicto. Un movimiento
que rompe asimismo con el viejo imaginario izquierdista de una mítica unidad
opositora con un objetivo principal que subsume el resto de las formas de
antagonismo consideradas secundarias -en la izquierda clásica, se trata de la subsunción de toda conflictualidad social a la contradicción
central entre capital y trabajo que encarna el sujeto político unitario representado
en la tradicional manifestación lineal, donde una masa más o menos homogénea
recorre un mismo camino entre un punto de inicio y un punto de llegada-. Un
movimiento fluido, multiforme, pluricéntrico, dotado
de estrategias con una alta capacidad de agregación y contagio, sin un centro
fijo, con múltiples focos de conflicto y gramáticas de visibilización, una
diversidad antagonista irreductible (13). 2º caso. De la
desobediencia civil a la desobediencia social. Actualmente, la reflexión quizá más específica y sistemática
acerca de una posible resignificación de la práctica de la desobediencia en
el seno del movimiento de movimientos contra la globalización capitalista
es la que ofrece el Movimiento de los y las Desobedientes en Italia, constituido
en enero del 2002 en Bolonia a partir de la experiencia previa del Laboratorio
de la Desobediencia Social (14). El
corazón de la expresión desobediente italiana está contenido en esta imagen:
superar la desobediencia civil como una práctica "protegida", encerrada
en el marco de comprensión liberal, para dar el paso hacia la desobediencia
social. La desobediencia civil tradicional consistiría fundamentalmente, de
acuerdo con este punto de vista, en la confrontación con una ley o una autoridad
pública que se considera en contradicción con una ley o norma de rango superior.
Se trataría, por lo tanto, de un tipo de desobediencia limitada, condenada
a ser recuperada por un orden normativo que quedaría siempre en alguna medida
reforzado. La desobediencia social tendría, frente a esto, el carácter de
un tipo de desobediencia que impugna la norma primordial que, aun no escrita,
está en la base de la legitimidad del Estado y del orden: "es necesario
obedecer las normas" (15). La desobediencia social cobra así el carácter
de un tipo de subversión radical, no recuperable para el sistema normativo establecido por
cuanto lo desborda, poniendo en tela de juicio la propia legitimidad del dominio
y del mando estatales. El fin declarado es dar lugar a un tipo inédito de esfera pública no estatal, radicalmente
democrática, a realizar en un proceso constituyente paralelo al impulso desobediente,
"lejos de los mitos y de los ritos de la soberanía" que han sostenido
históricamente la constitución del Estado moderno (16). A nadie se
le escapa que tales mitos y ritos de la modernidad política han entrado en
crisis, en una época de reorganización del dominio y el mando a escala global:
ni la soberanía estatal, ni la ciudadanía, ni los derechos, pueden seguir
siendo pensados en su forma clásica, como en siglos anteriores, ni es factible
regresar a su afirmación fuerte en un sentido retroactivo. Precisamente, los
puntos que el documento fundacional del Movimiento de los y las Desobedientes
propone acometer, ofrecen una enumeración sistemática de los lugares de crisis
y conflicto en la postmodernidad y el postfordismo; reseñablemente: (1) la
precariedad como condición de las nuevas formas de trabajo/no trabajo: por
la redistribución y reapropiación del trabajo y el salario; (2) la inmigración
y la crisis de la condición ciudadana clásica sobre la base del Estado-nación:
por los nuevos derechos de ciudadanía de las personas inmigrantes, contra
las leyes e instituciones restrictivas de los movimientos de las personas;
y (3) frente a la inversión de la relación clásica entre política y guerra
(la guerra precede hoy a la política en un mundo sometido a un "estado
de guerra global permanente"): por la solidaridad y la diplomacia desde
abajo.
La cuestión estriba, en resumen, en
cómo imaginar e implementar formas de desobediencia que intervengan en los
nuevos espacios de conflicto propios de la crisis de la modernidad y del fordismo,
desobediencias preñadas de proyectualidad que abran el proceso constituyente
de un nuevo orden civil. En este sentido, por ejemplo, las impactantes
acciones promovidas por los y las desobedientes contra los infames lager, van acompañadas de un movimiento
civil que busca extender las formas de cooperación a la hora de fortalecer
la situación de las personas inmigrantes en Italia (17). Una de las ramas
del colectivo PuntoZip! (actualmente integrado en el Movimiento de los y las
Desobedientes en Turín), SenzaFrontiere.Zip!, trabaja en reforzar redes ciudadanas
locales de apoyo a la inmigración, identificando así aspectos clave del nuevo
conflicto: "La clandestinidad es un poco el paradigma de la cuestión
inmigración... La batalla que hoy afrontamos consiste en afirmar que éstos
son los futuros ciudadanos, como nosotros... La nuestra es una acción de apoyo...
[que busca] motivar a la izquierda plural a construir conflicto y no sólo
servicios; pero también volver a trabajar en los barrios donde la degradación
es más fuerte, para reivindicar la universalidad de algunos derechos fundamentales
a partir de una distribución más igualitaria de la riqueza social [de ahí
el trabajo cotidiano por universalizar la asistencia sanitaria]... y de ahí,
la batalla social contra la reglamentación de los flujos migratorios [con
el fin de impedir que se siga vinculando el trabajo asalariado con el derecho
de las personas a moverse libremente, dejando de comprender a la inmigración
como potencial mano de obra]" (18). 3er. caso. Liberación
del trabajo y liberación del deseo. Desobediencia como subversión de la vida
entre trabajo y no trabajo. En abril de 2001, un puñado de personas penetran en Metropoli,
un gran centro comercial de Milán, en hora punta. Introducen inadvertidamente
generadores eléctricos y un equipo musical y de amplificación para comenzar
a intervenir en el flujo habitual del lugar: música de Bob Marley, consignas
de agitación y flyers dirigidos, principalmente, a los jóvenes que trabajan
en el centro en condiciones precarias. Los guardias intentan, violentamente,
interrumpir la acción: las consignas, entonces, se orientan a señalar la contradictoria
gestión privada de un espacio que se dice público: "venimos a trasladar
nuestro centro social al centro comercial". Poco después ya es demasiado
tarde: el grupo que se atrinchera en el interior provenía de una caravana
de doce furgonetas, equipadas con sound-systems, que ahora ruge música a toda
máquina encaramada al aparcamiento en el techo del edificio, con la presencia
de medios de comunicación convocados a la fiesta y el flujo de clientes del
centro que se arraciman alrededor de los diferentes focos de la acción. En
julio de 2002, un extraño cortejo atraviesa el centro de Barcelona: varias
decenas de personas ataviadas carnavalescamente se aproximan a la zona comercial
de Portal del Ángel, para acabar accediendo a una conocida tienda de moda
juvenil: Bershka. Ante la incredulidad de los guardias de seguridad y las
empleadas del local, señalizan un territorio fronterizo entre la tienda y
la calle y se disponen a realizar un extraño desfile de moda: con grandes
bocas adheridas a los trajes y enormes tenedores de madera, entre otros utensilios
inverosímiles, cambian las prendas entre los estantes, los pitas de la ropa
hacen saltar las alarmas de los arcos electrónicos, interactúan con las clientas
(principalmente, chicas adolescentes, ocasionalmente con sus madres). Cuando
el cortejo se retira son ya cientos de personas que se arremolinan en una
calle comercial colapsada en pleno fin de semana, con los guardias de toda
la zona echando el cierre al paso de la imprecisa comitiva. En las horas siguientes,
contradicción mediática: unos periódicos hablan de performance artística de
un colectivo más o menos anónimo, otros, siguiendo fuentes policiales, de
vandalismo y robo masivo en el centro de la ciudad a cargo de "movimientos
alternativos". El "movimiento" ha realizado una trabajada campaña
de prensa: había avisado previamente mediante extraños comunicados poéticos
la presentación del primer desfile de moda Yomango en la ciudad, para acabar
exhibiendo abiertamente, ¡en un evento artístico!, el "delito" cometido:
la ridícula sustracción de un horrendo traje de 10 euros, en rebajas. España,
huelga general del 20 de junio de 2002: masiva. No obstante, los inmigrantes
indocumentados no pueden hacer huelga; tampoco quienes trabajan en precario,
ni los contratados a tiempo parcial, ni quienes curran sin contratos o a destajo.
Ni quienes trabajan por cuenta propia vendiendo su creatividad y su imaginación
(publicistas, artistas...), ni los estudiantes. Tampoco pueden ser huelguistas
quienes realizan trabajos tradicionalmente no remunerados (el trabajo doméstico...)
o sufren aquellos otros tipos de explotación no asociada a las formas clásicas
del salario: la explotación de los deseos, de la inteligencia, de la sexualidad.
La explotación de su imagen, de su identidad o sus expectativas.
Cuando al día siguiente los sindicatos tradicionales desmovilizan a su masa
social para restablecer la normalidad consensual, mientras retoman su posición
mediadora en el diálogo controlado entre los "agentes sociales"
y el Estado, las formas de explotación difusas propias del capitalismo postindustrial
aún se enseñorean de la vida social. La crisis del fordismo, la entrada en
fase final de las formas clásicas del trabajo asalariado asociadas a la imagen
de la fábrica y reglamentadas por el pacto social del Estado del Bienestar,
son circunstancias que han abierto el campo a toda una serie de sujetos sociales
inéditos: sujetos que son el resultado tanto de las nuevas condiciones de
deslocalización de la producción y de flexibilidad laboral que marcan hoy
nuestra vida como un tenso continuo entre trabajo y no trabajo, como también
de la extensión de la colonización y la explotación capitalista a todos los
rincones de la vida y de la subjetividad.
Cuando un colectivo como Chainworkers habla del "precariado", la
idea de precariedad apunta aquí con toda seguridad más allá del carácter raquítico
del trabajo asalariado en la era de la "flexibilidad" laboral: nos
habla de la precarización de la vida (vivienda, alimentación, servicios sociales
mínimos y privatizables...), inoculada la inseguridad y el miedo crónicos,
la precariedad, en el tuétano de la sociedad (19). Cuando algunos grupos de
investigación militante hablan de trabajo inmaterial, de democracia en el
trabajo, de las nuevas formas de la producción, etc., lo que nos ofrecen es
la exploración de un territorio, el del capitalismo transnacional, el de la
crisisdel fordismo y del Estado del Bienestar, para el que aún no tenemos
un mapa preciso.
Cuando la marca Yomango habla de la manera en que el capitalismo encierra,
cosifica, cristaliza nuestros deseos en objetos, nos dice también implícitamente
lo siguiente: fue un proceso histórico largo llegar a comprender la manera
en que el capital explotaba la mano de obra trabajadora, y más largo y duro
aún fue llegar a imaginar y construir las herramientas y las gramáticas específicas
de oposición a la explotación y aldominio capitalistas. Estas herramientas
y gramáticas clásicas (de la huelga laboral al boicot, de la manifestación
al sindicato de clase y el partido obrero), se encuentran hoy en crisis, o
bien petrificadas, impotentes. Yomango nos dice, entonces, que, en el presente,
estamos aún lejos de llegar a comprender cómo funcionan las nuevas formas
de explotación que colonizan nuestra subjetividad: la rentabilización capitalista
del deseo, de la sexualidad, de las ilusiones. Y que es necesario imaginar
herramientas de subversión y oposición nuevas, desde el cotidiano (20).
En todos estos casos, nuevos sujetos sociales imaginan, elaboran y difunden
nuevas herramientas cognitivas, de subversión, de comunicación, específicas
de las nuevas condiciones históricas. Trabajan diversos tipos de desobediencias
que sirven también a la emergencia de nuevos sujetos políticos. De lo que
no cabe duda es de que si históricamente fue necesario subvertir la relación
trabajo-capital desde el interior de la producción u organizar la desafección
al trabajo, hoy día es imperativo buscar la forma de descolonizar, creativamente,
la totalidad del mundo de vida. Desobediencia significa así, a través del
conflicto, construir nuevas imágenes identificatorias de nuestra felicidad. 3. MAYDAY: EL OCÉANO PACÍFICO DEL PRECARIADO
SOCIAL REBELDE La imagen de un "océano pacífico del precariado social"
utilizada por los convocantes de la MayDay 003 en Milán invocaba con agudeza
un rico imaginario. Provocaba una identificación inmediata con la marea humana
que semanas antes había protagonizado la ilusionante movilización global contra
la política belicista impulsada por gobiernos a ambos lados del Atlántico,
al tiempo que ilustraba cómo, en las actuales transformaciones geopolíticas
que están sucediendo en el planeta, surge un nuevo sujeto cuya identidad tiene
que ver más con la fluidez entre los territorios que con la estabilidad de
los continentes y las fronteras. Un devenir antagónico de las políticas de
conquista y ocupación de los lugares y de dominio tecnológico sobre los sujetos. Un nuevo
sujeto emergente se ha venido constituyendo aun con inseguridad y contornos
difusos en el tránsito entre Seattle, Praga, Barcelona, Génova, hasta eclosionar
en momentos inesperados como las grandes protestas globales contra la guerra.
Pero esos estallidos no representan otra cosa que el trabajo constante de
las tupidas redes por las que ha fluido la nueva política desde que finalizó
el ciclo de luchas sesentayochistas, irrigando con dificultad el desierto
de la contrarrevolución cultural que el postmodernismo conservador impuso
desde los años 80. El MayDay es hijo de las grandes transformaciones que conforman
nuestra condición epocal: es por ello que el manifiesto de la MayDay 003 afirma,
provocadoramente, que el precariado significa en el postfordismo lo que el
proletariado fue para el fordismo. Como bien señalan Chainworkers, impulsores
de la convocatoria desde tres años antes, la evolución de los flyers que han
venido llamando al 1 de Mayo del precariado sintetiza la manera en que la
MayDay ha venido articulándose como artefacto político de forma cada vez más
precisa. En el 2001, un Gagarin sonriente clamaba “Mayday, mayday” con el
subtítulo “Stop al precariado”. En el 2002, una diversidad de imágenes representaban
sintéticamente la proliferación de nuevas figuras del trabajo en el postfordismo
marcadas por la precariedad contractual: de trabajadores temporales a brainworkers,
quienes tienen en el cerebro, en las ideas y en su creatividad, sus herramientas
de trabajo: una figura clave en el nuevo ciclo de producción inmaterial. En
el 2003, una calculada campaña de imagen, que replica el estilo cool de alguna
multinacional que vende tendencias y estilos de vida, muestra trabajadores
jóvenes o en la treintena con el lema: “El precariado social se rebela” (21).
De lo que se trata finalmente, por lo tanto, no es de “parar al precariado”,
sino de hacer de la MayDay Parade una gran fiesta de visibilización del precariado
como el nuevo sujeto social oculto y silenciado tanto por el neoliberalismo
gobernante, como por la inoperancia irreversible de las viejas formas organizativas
del movimiento obrero (grandes sindicatos, partidos) a la hora de dar cobertura,
capacidad antagonista y sentido transformador a las nuevas figuras del trabajo.
Dotar de cuerpo político al precariado para revertir la creciente precarización
social. La MayDay
Parade es un fenómeno que ha desbordado finalmente las convocatorias de los
“grandes” sindicatos. Una gran fiesta multitudinaria (20 mil personas el pasado
año; más de 50, en el 2003) que dota de visibilidad y orientación antagonista
a un sujeto social difuso, desarticulado, necesitado como está de útiles como
éste, que acrisola inteligentemente instrumentos de trabajo ideados y experimentados
por diferentes fenómenos movimentistas. Un MayDay tiene lugar el 1 de Mayo,
recuperando el sentido político de la mejor tradición combativa del movimiento
obrero histórico. Es una “parade”, es decir, se remite a la manera en que
determinados movimientos de liberación sexual han optado desde décadas atrás
por hacer visible su orgullo de ser diferentes en cuestiones de género. Las
gramáticas y modos de acción que concita una MayDay, al mismo tiempo, son
del todo semejantes a las formas de ocupar la ciudad exitosamente difundidas
en las streets parades del ecologismo
urbano anticapitalista de Reclaim the Streets. La aspiración de la MayDay
es, por lo demás, convertirse en una gran fiesta global del precariado social
a celebrar el 1 de Mayo simultáneamente en ciudades de todo el mundo, como
ha ocurrido con las jornadas de acción global que han marcado la pauta de
la globalización de las resistencias desde antes de Seattle. Y finalmente,
la MayDay como un acontecimiento metropolitano. Nada que ver, en definitiva,
con un remedo de manifestación clásica. Disuelto el espacio de la fábrica
como locus fundamental del antagonismo entre capital y trabajo, el capitalismo
expansivo busca recubrir el conjunto de los ámbitos de la vida y quiere que
la totalidad del sujeto se ponga a trabajar a su servicio. La MayDay no es
un nuevo tipo de manifestación en la ciudad: es la ocupación de la metrópoli
entendida como el nuevo espacio del trabajo, y por lo tanto identifica la
ciudad como el territorio a subvertir y reorganizar por las nuevas fuerzas
antagonistas. La metrópoli como un contradictorio espacio público privatizado
que constituye el lugar de confrontación política contemporáneo por antonomasia.
La MayDay Parade ha atravesado este año el centro de Milán mientras la policía
protegía grandes almacenes, cadenas de comida basura o agencias de viajes
propiedad de notorios liberalfascistas. Ha impuesto sobre las fachadas, la
publicidad, las representaciones de las grandes marcas, de bancos o empresas
de comunicación, nuevos signos que dan visibilidad al precariado metropolitano
como sujeto social y político emergente: los signos, asimismo, de la reivindicación
de nuevos derechos que nos otorguen el control de nuestra propia flexibilidad
y movilidad, el gobierno de nuestro trabajo social y tiempo de vida. Porque la
MayDay Parade ha sido, por supuesto, un esfuerzo de imaginación política extraordinario.
Una proliferación en la ciudad de nuevas formas de autorrepresentación, la
multiplicación de nuevas gramáticas políticas, en una puesta en común con
una alta capacidad de contagio y mestizaje. Una herramienta que ha comenzado
a rentabilizar también el saber acumulado por el movimiento global en la construcción
de sistemas de comunicación horizontal y descentralizada. Negando la lógica
clásica de la comunicación política, donde el medio canaliza un contenido,
el dispositivo de comunicación de la MayDay (camión mediactivista, telestreet,
wireless, indymedia) ha formado un cuerpo indisociable con el sujeto político:
el mediactivismo se perfila como un instrumento fundamental de acción directa
comunicativa del precariado social rebelde (22). ¿Y cómo se
explica, a quien no ha estado allí, el efecto euforizante que produjo la MayDay
sobre los cuerpos, la sensación de que, en efecto, es posible hacer estallar
momentos en los que el precariado social rompe con las formas reivindicativas
clásicas para pasar a exigir nuevos derechos, nuevos útiles que nos restituyan
el gobierno de nuestra propia existencia, porque no es el trabajo lo que el
capital nos precariza, sino la vida toda? Fijémonos en cómo el trabajo fotográfico
de Gloria Matamala lo hace a partir de un juego de simultaneidad de extremos.
Muestra imágenes generales del océano pacífico del precariado que se extiende
sobre la metrópoli, al tiempo que singulariza signos y representaciones concretas.
Salpica la extensa documentación de la MayDay Parade con acciones menores
que tuvieron lugar en la ciudad alrededor de la manifestación central. Contrasta
la celebración puntual de la fiesta con imágenes de los centros sociales y
los espacios autogestionados de Milán que están detrás del proyecto, en momentos
cotidianos diferentes del 1 de Mayo. Ya que si la MayDay consiste en una amplia
representación coordinada de la realidad política antagonista, de centros
sociales a sindicalismo de base, es porque una creciente multitud de sujetos
entiende que es desde el cotidiano que las prácticas de transformación y autogobierno
de la vida han de ser realizadas. La MayDay
Parade es una eclosión, un momento puntual de visibilidad de un océano pacífico
en gran medida sumergido. Dotarlo de continuidad y presencia sostenida, hacerlo
resurgir a la superficie, cada vez más ancho y navegable, es ahora el reto. Este texto es Copyleft. Se permite la reproducción y
difusión por cualquier medio siempre que se mantenga esta nota, indicaciones
de autoría y se trate de usos extrictamente no lucrativos. NOTAS (1) Se han publicado
versiones menos elaboradas de partes de este texto en la revista Brumaria, nº 2, junio 2003, y en el catálogo Del mono azul al cuello blanco. Transformaciones sociales y práctica artística
en la era postindustrial, José Luis Pérez (ed.), Consellería de Cultura/Generalitat
Valenciana, 2003. (2) "El arte: lo real, lo político: retornos",
Zehar, nº 46, invierno 2002; <http://www.arteleku.net/secciones/enred/zehar2/46/Espositofinal52>. (3) Grammatica della moltitudine. Per una analisi delle forme di vita contemporanee,
DeriveApprodi, Roma, 2002 (próxima versión castellana en Traficantes de Sueños,
Madrid, 2003); "Virtuosismo y revolución: notas sobre el concepto de
acción política", Virtuosismo y
revolución. La acción política en la era del desencanto,
Traficantes de sueños, Madrid, 2003. (4) No deja de ser reseñable
que una generación que, como sugiero más abajo, tuvo que formarse en un ambiente,
post-transición, de estricta deslegitimación de las formas de política no
institucionales, lo hiciera creando espacios de socialización alternativos
fundamentalmente sostenidos por la desobediencia civil: en el antimilitarismo
(insumisión) y laokupación. (5) Poco después de la
irrupción de la insumisión en 1989, el inolvidable librillo de Carlos Beristain,
La insumisión encarcelada (Virus,
Barcelona, 1992), ofrecía un testimonio emocionante, en tiempo real, de la
titubeante formación de redes de solidaridad y prácticas de resistencia a
los primeros encarcelamientos sistemáticos: el libro en sí mismo era un gesto
de elaboración productiva de la viscosa experiencia carcelaria, vivida por
la insumisión como un campo de intervención política. Una muestra mucho más
amplia, ya con mayor perspectiva, de lo que aquí se quiere expresar, se encuentra
en el reciente En legítima desobediencia.
Tres décadas de objeción, insumisión y antimilitarismo, compilado por
el Movimiento de Objeción de Conciencia, Traficantes de Sueños, Madrid, 2002. (6) Cf. Jacques Rancière,
El desacuerdo. Política y filosofía,
Nueva Visión, Buenos Aires, 1996. Brian Holmes interpreta algunas conexiones
entre las ideas de Rancière y ciertas prácticas artísticas y políticas recientes
-alguna de las cuales también voy a mencionar- en: "Jeroglíficos del
futuro: Jacques Rancière y la estética de la igualdad", Brumaria,
nº 1, verano 2002. (7) Y en ningún caso es
esto más cierto que en la experiencia de la okupación y la institución de
centros sociales. Por ofrecer un par de referencias recientes, accesibles
y bastante sistemáticas, sobre la realidad local: Okupación, represión y movimientos sociales, compilado por la Assemblea
d'Okupes de Terrassa, Traficantes de Sueños, Madrid, 2000; Miguel Martínez
López, Okupaciones de viviendas y de
centros sociales. Autogestión, contracultura y conflictos urbanos, Virus,
Barcelona, 2002 (este último atiende a los aspectos de "creatividad política"
del movimiento okupa, relacionados con su carácter de "desobediencia
civil continua"). (8) Franco Berardi (Bifo),
"L'anno in cui il futuro finì", en Franco Berardi (Bifo) y Verónica
Bridi (eds.), 1977. L'anno in cui il
futuro incominciò, Fandango Libri, Roma, 2002 (versión castellana: "El
año en que el futuro acabó", Brumaria,
nº 2, mayo 2003, <http://www.altediciones.com/brumaria.htm>). 1977 es
el año que corona un largo ciclo de luchas en Italia, cuyo retrato coral clásico
e insuperable, que presta en efecto atención, ya en su título, a los aspectos
creativos, imaginativos, del movimiento italiano, es: Nanni Balestrini y Primo
Moroni, L'orda d'oro. 1968-1977. La
grande ondata rivoluzionaria e creativa, politica ed esistenziale (1988),
Feltrinelli, Milán, 1997. Cf. también el capítulo "Desideranti e creativi",
especialmente los textos de Bifo y Félix Guattari, en AA.VV., Settantasette. La rivoluzione che viene,
DeriveApprodi, Roma, 1997. (9) "Contemporáneamente
el pensamiento filosófico, sobre todo en Francia, replantea en términos de
microfísica el horizonte del poder y el de la liberación. La subjetividad
ya no se identifica más con la forma monolítica de la ideología, de la política,
de la pertenencia social, sino en términos de toda una microfísica de las
necesidades, del imaginario, del deseo... [Es necesario atender a] los procesos
de atracción e imaginación que modelan el cuerpo social..." (Bifo, op.
cit., pág. 28). (10) En "Por una política
más allá de la política", la introducción a un libro meritorio desde
todos los puntos de vista: Contrapoder.
Una introducción, compilado por el Colectivo Situaciones (http://www.situaciones.org),
Ediciones de Mano en Mano, Buenos Aires, 2001. (11) Si en el lenguaje
político de la izquierda tradicional "contrapoder" tiene unas connotaciones
restringidas, casi puramente reactivas, en nuestro caso "cuando se habla
de contrapoder se está hablando
de tres cosas: de resistencia contra
el viejo poder, de insurrección
y de potencia constituyente de un
nuevo poder [...] [A]sí como las actividades de la resistencia y la insurrección
alimentan y renuevan la imaginación constituyente [...] [La acción del poder
constituyente ensancha] la imaginación alternativa: es pensar, todos juntos,
el porvenir como potencia de la multitud, como una nueva forma de producción
y de reproducción de la vida y de lucha contra la muerte" (Toni Negri,
"Contrapoder", en Contrapoder,
op. cit., págs. 83, 87). (12) Para una detallada
descripción de la organización y funcionamiento de las marchas en Praga: "Open
Rebellion in Prague", publicado por Indymedia Prague (http://www.prague.indymedia.org),
reproducido en Kolya Abramsky (ed.), Restructuring and Resistance. Diverse Voices
of Struggle in Western Europe, una completa compilación publicada por
el autor (resresrev@yahoo.com), 2001; y el esmerado vídeo Praha 2000: Rebel Colours. Storie, contenuti e pratiche disobbedienti
delle nuove forme di attivismo antiglobalizzazione, Indymedia (http://www.italy.indymedia.org)
& Nuclei Techno Sovversivi Confederati, Roma, 2001. (13) Para ampliar esta interpretación
de la ocupación difusa del espacio público en Londres el 18J (http://www.j18.org),
y de la manera en que rompe con la imagen clásica de una marcha lineal, basada
en la experiencia del movimiento Reclaim the Streets y las street
parties, cf. los textos de Javier Ruiz y de John Jordan en: Paloma Blanco,
Jesús Carrillo, Jordi Claramonte, Marcelo Expósito (eds.), Modos
de hacer. Arte crítico, esfera pública y acción directa, Ediciones de
la Universidad de Salamanca, 2001. Una bibliografía infinita mostraría la
manera en que las nuevas expresiones difusas y multipolares de ocupación del
espacio público en las prácticas de resistencia global son el fruto de un
esfuerzo formidable de inteligencia y trabajo colectivo, cooperativo, en red,
que hace valer herramientas de trabajo y formas organizativas coherentes que
van de los grupos de afinidad a los espacios de convergencia; por señalar
dos: "June 18th: Good Ideas Spread Like Wildfire", en Reestructuring and Resistance, op.
cit.; y acerca de la experiencia de Seattle, con especial atención a aspectos
relativos a la organización de la desobediencia civil y la acción directa
por parte de la red Direct Action Network: Starhawk (http://www.reclaiming.org),
"Comment nous avons bloqué l'OMC", en un monográfico sobre biopolítica
y biopoder de la revista francesa Multitudes (http://www.samizdat.net/multitudes),
nº 1, marzo 2002. (14) Su documento fundacional
ha sido publicado en castellano en el periódico Desobediencia global (http://www.sindominio.net/unomada/desglobal/2/desobedientes.html),
nº 2, marzo 2002. Favorecería una interesante reflexión -que aquí sólo puedo
resumir- mostrar cómo el Movimiento de los y las Desobedientes, con el antecedente
citado, más las experiencias previas de los Tute Bianche, Ya Basta!, la Carta
de Milán de centros sociales, etc., buscan relegitimar la idea de conflicto
en la esfera pública mediante la desobediencia en la situación específica
italiana, donde el grado extremo de conflictualidad alcanzado por los movimientos
sociales en el ciclo post 68, hasta entrados los 80, se saldó con una grave
derrota infligida por un Estado que echó mano de las formas más extremas también
de control y represión, suspendiendo derechos fundamentales en una "democracia
de excepción" que provocó el encarcelamiento y el exilio masivos de una
generación política entera, deslegitimando así de forma muy dura y difícilmente
reversible todo tipo de oposición política antiinstitucional. Los ecos de
estos popularmente llamados "años de plomo" aún reverberan. En este
orden de cosas, la desobediencia practicada por los Tute Bianche o Ya Basta!
puede relacionarse con la propuesta contenida en la Carta de Milán (19 de
septiembre de 1998): "Salir de la dinámica 'conflicto-represión-lucha
contra la represión' siempre abocada a la derrota, y entrar en un panorama
diferente, en el que el conflicto social sea portador de proyectualidad. Queremos
construir la espiral 'conflicto-proyecto-ampliación de la esfera de los derechos'...
saliendo de la lógica autorreferencial". De ahí el experimento sobre
la renovación de las formas expresivas y de comunicación en su puesta en escena
del conflicto en el espacio público: "La desobediencia civil y sus prácticas
no se configuran en absoluto como una simulación ni como la propuesta de un
escenario bélico. Por el contrario, exaltan la dimensión política del conflicto,
aunque radical, entre las partes enfrentadas. Declarar la voluntad de traspasar
una línea insuperable, y hacerlo sin utilizar ningún instrumento violento,
sino únicamente con el propio cuerpo equipado con protecciones corporales
(guatas, cascos, escudos), no puede en ningún caso ser asociado a intenciones
bélicas o militares... El hecho de anunciar con antelación todo lo que se
realizará, abre ya por sí mismo una puerta a la mediación política sobre el
terreno..." ("Informe de los Tute Bianche [Monos Blancos] ante la
comisión de investigación sobre los acontecimientos de Génova", 6 de
septiembre de 2001, publicado en castellano en Rebelión:
http://www.rebelion.org/sociales/monos011201.htm; y en José Miguel Riera (ed.),
La batalla de Génova, El Viejo Topo,
Barcelona, 2001). (15) Cf. Federico Martelloni,
"Il tempo della disobbedienza", y Anubi D'Avossa Lussurgiu, "Sulla
pratica della disobbedienza", en AA.VV., Controimpero. Per un lessico dei movimenti globali, Manifestolibri,
Roma, 2002. (16) Cf. Paolo Virno, Grammatica della moltitudine, op. cit. También en "Virtuosismo y revolución",
op. cit.: "La 'desobeciencia
civil' representa hoy la forma fundamental e insoslayable de la acción política,
con la condición de desembarazarla de la tradición liberal de la que surgió...
por moderadas que puedan ser sus diferentes manifestaciones, la Desobediencia
radical debe poner en cuestión la propia facultad de mandar del Estado". (17) Los "lager", centros
de internamiento, campos de concentración nazis, es el nombre con que el Movimiento
ha rebautizado públicamente los Centri di Permanenza Temporanea, edificios
de reciente decreto donde el Estado italiano recluye indignamente a las personas
inmigrantes indocumentadas, previamente a ser expulsadas del país. El Movimiento
y sus precedentes han protagonizado en estos últimos dos años impactantes
acciones de comunicación sobre las condiciones de internamiento en los lager
e incluso intentos de inutilización o desmantelamiento, de alto contenido
simbólico pero también, en algunos casos, con resultados prácticos (el CPT
de Via Corelli en Milán, enfrentado en una acción directa por 20.000 personas,
hubo de ser cautelarmente cerrado). (18) Editorial del nº 3 de la
revista Laboratori di società, marzo
1999, monográfico sobre inmigración y nuevos derechos. PuntoZip!: <http://www.ecn.org/zip>. (19) Cf. Chaincrew, Chainworkers. lavorare nelle cattedrali del
consumo, DeriveApprodi, Roma, 200 (versión castellana en Brumaria, nº 3, febrero 2004, accesible
on-line: <http://www.chainworkers.org/chainw/libro_cw.htm>). (20) Visítese <http://www.yomango.net>. Existe el catálogo primavera-verano
de la marca Yomango, difundido anónimamente a través de la página web y en
presentaciones de la campaña. (21) La evolución de los flyers,
así como documentación visual de los dos primeros MayDay, se puede encontrar
en la web de Chainworkers: <http://www.chainworkers.org>; el MayDay
003 tiene alojamiento propio en la red: <www.chainworkers.org/chainw/mayday003/autonomo_hispano.htm>. (22) Para profundizar en la dimensión
comunicativa del MayDay 003 se aconseja visitar los siguientes archivos en
Indymedia Italia: <http://italy.indymedia.org/news/2003/04/242282.php>,
<http://italy.indymedia.org/archives/archive_by_id.php?id=678>. Sobre
la confluencia entre antagonismo político, prácticas comunicativas y “desobediencia
creativa”, véase la web del Descongreso
sobre creactivismo que tuvo lugar en la Universidad de Milán durante la
preparación del MayDay 003: <http://sconvegno.mine.edu>.