El Ejército planea una gran transformación para adaptarse a la escasez de efectivos
La División Brunete será disuelta y Cataluña será sede de dos batallones de Montaña
MIGUEL GONZÁLEZ - Madrid
EL PAÍS - España - 12-01-2006
Aunque las declaraciones del general José Mena hayan provocado ríos de
tinta, el debate sobre el Estatuto no constituye ni mucho menos la
principal preocupación de los mandos militares. Su quebradero de cabeza
es la puesta en marcha del plan de transformación de las Fuerzas
Armadas, que debe adaptar una estructura concebida para 110.500 soldados
y marineros, en parte una cáscara hueca, a otra pensada para los 86.000
que tendrá como máximo a medio plazo. Entre otros cambios, el Ejército
de Tierra planea suprimir sus actuales divisiones, incluida la Brunete.
Desde la supresión de la mili, en el año 2001, las Fuerzas Armadas
españolas han vivido una ficción. Según las plantillas, tenían 110.500
soldados y marineros. En la realidad, nunca pasaron de 70.000. Esta
entelequia servía para mantener unidades que sólo existían sobre el
papel y para demorar la ineludible reforma de una estructura claramente
sobredimensionada.
Los tres ejércitos han acordado ya el reparto de los 86.000 efectivos de
tropa y marinería que tendrán como máximo las Fuerzas Armadas en los
próximos años; 16.000 menos de los previstos como mínimo en la ley de
1999 y 24.500 menos de los que se distribuyeron entonces.
El reparto no ha sido fácil: el Ejército de Tierra se ha quedado con una
cifra inferior a la que inicialmente consideraba mínima; la Armada se
plantea como un reto completar su cupo; y el Ejército del Aire ha
renunciado a tener más soldados a cambio de sumar suboficiales.
Pero, tras una durísima negociación, se ha acordado el reparto y éste
constituye el primer paso de un ambicioso plan a 15 años vista que
supondrá cambios profundos tanto en la organización de las Fuerzas
Armadas como en los sistemas de armas y en la doctrina militar.
Adiós a las divisiones
El Ejército de Tierra, el más afectado por la reducción de efectivos y
el consiguiente cierre de establecimientos, se propone renunciar a la
división como entidad básica de organización de la fuerza y sustituirla
por la brigada. Ello supondrá la disolución de las actuales División
Mecanizada Brunete, Fuerza de Acción Rápida (FAR) y Fuerza de Maniobra
(FMA).
Los cuarteles generales de las divisiones en Burgos, Madrid o Valencia
seguirán existiendo, pero muy aligerados de efectivos y reconvertidos en
centros de preparación de la fuerza. Todos ellas dependerán del Mando de
la Fuerza Terrestre, en Sevilla, al frente del cual estaba hasta ahora
el general Mena.
La capacidad de generar un cuartel general de división, en caso de
necesidad, la mantendrá el Ejército español a través del Cuartel General
de Alta Disponibilidad de Bétera (Valencia), concebido para dirigir
hasta un Cuerpo de Ejército.
En principio, sólo está previsto disolver dos brigadas: la Brigada de
Infantería Movilizable Urgel y la de Cazadores de Montaña Aragón. La
disolución de estas brigadas no supondrá que las comunidades autónomas
donde están desplegadas (Cataluña, Aragón y Navarra) se queden sin
guarnición.
En Cataluña, los efectivos reales serán iguales o superiores a los
actuales, ya que una brigada infradotada será sustituida por dos
batallones de montaña al completo: uno en el cuartel del Bruc
(Barcelona) y otro en Sant Climent Sescebes (Girona). Pamplona y Aragón
contarán también, previsiblemente, con otros dos batallones de Montaña,
aunque desaparecerá el cuartel general de la brigada.
A pesar de la reducción generalizada, ésta no afectará a los efectivos
de la Brigada de Infantería Movilizable San Marcial, desplegada en las
tres provincias vascas, ni a las guarniciones de Ceuta y Melilla.
Las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra (FAMET), que agrupan los
batallones de helicópteros de transporte y ataque, tendrán que renunciar
en cambio a alguna de sus bases.
Si importantes serán los efectos de esta reorganización sobre la fuerza,
mayores serán aún sobre la estructura de apoyo. Está previsto proceder a
su concentración en un gran depósito central de repuestos y en un gran
taller de mantenimiento, mientras se profundiza en la subcontratación
con firmas privadas.
En menor medida, también el Ejército del Aire y la Armada deberán
reorganizar su red de maestranzas y talleres, avanzando hacia el
mantenimiento conjunto de sistemas de uso común, como vehículos de rueda.
En cuanto a las bases, se da por seguro que, como mínimo, el Ejército
del Aire tendrá que prescindir de una de las tres que tiene en Madrid:
con toda probabilidad, será la de Cuatro Vientos (Getafe).