Diario «Levante»
M. Tomás, Valencia
«La guerra es un negocio que determinados gobiernos mantienen en marcha para seguir alimentando los ingresos de las empresas que fabrican armamento». Con esta idea, y coincidiendo con las fechas en las que se realiza la declaración de la renta, la alternativa antimilitarista-MOC Valencia ha vuelto al Club Diario Levante para despertar conciencias y presentar la campaña que propone la objeción fiscal al gasto militar del Estado como acción desobediente comprometida con un mundo sin guerras.
«La única maniobra militar honorable es la retirada», afirma el colectivo pacifista. Bajo esa premisa, el MOC propone «la lucha contra la estructura que promueve las guerras» que, según explicaba Carlos Barranco,«consiste en cuestionar la industria; que ni un sólo euro se destine a fabricar máquinas de matar, y que nuestra acción sirva para promover el debate entre la gente no concienciada».
Desobediencia civil para generar discusión en una sociedad que, paradójicamente, salió a la calle con el No a la guerra con la intervención en Iraq, pero que no da ese paso más, el del poder individual de cada consumidor necesario para parar el complejo industrial militar que presiona para que las armas sean usadas por los ejércitos. «Todos estamos contra la guerra, pero hay que señalar los mecanismos que están en su origen».
El acto de la desobediencia era definido por Barranco como un «gesto comprometido, sencillo y sin repercusiones legales» que practican 900 ciudadanos en toda España de los que un centenar pertenecen a la Comunitat Valenciana. Importante: si la practicas, comunícalo al MOC para conocer la repercusión.
Los argumentos para objetar son potentes. El Estado no ha cambiado la naturaleza de su política. «Le interesa más matar que curar, cuidar o construir», decía Barranco. También está el peso de los números que permiten hacer la comparación con cómo se distribuye el dinero por ministerios. El gasto militar supone un 12,04% de los Presupuestos Generales y supera lo destinado a educación y ciencia, medio ambiente, cultura o sanidad.
Según el MOC, el montante destinado a este negocio asciende a 21.208,19 millones. Más claro, «la máquina militar española devora 58 millones al día». Cifras que no se refieren exclusivamente a lo presupuestado para Defensa. Hay otras financiaciones o subvenciones a fondo perdido que contribuyen al gasto militar y no se contabilizan como tales. Se trataría del ministerio de Exteriores, con las aportaciones a la OTAN; del ministerio del Interior, con el gasto en seguridad ciudadana; de la deuda del Estado, «que sólo por comprar lo que fabrican las empresas de armas asciende a 18.000 millones de euros hasta el 2021», y otros. Cifras que, según denuncia el MOC, «son una realidad oculta». Otro dato: la investigación militar. «España es el segundo país del mundo por detrás de EE UU que más dinero en relación con su PIB, el 2,21%, dedica a la investigación militar», añadía.
La objeción consiste en hacer constar en la renta la negativa a pagar el porcentaje de los impuestos que el Estado desvía al gasto militar y destinarlo a una organización que trabaje en favor de la paz. Para ello, la presentación incluía la participación de colectivos que apoyan la objeción. Carles Porcel, del Centre de Recursos i Informació en Consum y de la revista Opcions; Rebeca Soriano, representante de la Inspecció civil a la base de la OTAN de Bétera, y Charo Altable, de Dones de Negre, comentaban los proyectos que se benefician del desvío de este dinero.