Los gobiernos mundiales se gastan más de US$1 billón en armamento -mientras que invierten US$79.000 millones en ayuda-.
Esto quiere decir que por cada US$100 entregados a la poderosa industria de las armas, los más pobres en el planeta reciben US$7,90.
«El gasto militar mundial está llegando nuevamente al nivel máximo alcanzado durante la Guerra Fría», dice el informe sobre gasto en armas publicado por el Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz en Estocolmo (SIPRI).
Gasto en aumento
Estados Unidos es el país con el mayor gasto militar, pues su presupuesto supera el del total combinado de los 32 países más ricos del mundo.
El presidente George W. Bush ha anunciado un paquete de ayuda para combatir el hambre en África de US$674 millones.
Sin embargo, organizaciones de ayuda han subrayado que el ofrecimiento palidece frente al gasto militar.
Durante el año pasado, Estados Unidos gastó US$455.000 millones, que provienen en parte de las operaciones militares en Afganistán e Irak, y de la «guerra contra el terrorismo».
«Cuando se mira la cantidad invertida en armas, se ve que muy poco se invierte en ayuda. Esto demuestra que, cuando hay voluntad política, existen los fondos y se pueden entregar los recursos. Necesitamos una guerra contra la pobreza», dice Brendan Cox, portavoz de la organización de ayuda Oxfam.
Cinco de los miembros del G8 -Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania y Rusia- están en la lista de los mayores vendedores de armas en el mundo.
La mitad de las exportaciones de estos países fueron a parar en países en desarrollo, según indica la Campaña Contra el Comercio de Armas (CATT).
Algunos datos:
EE.UU. gastó US$455.300 millones en armas y US$19.000 millones en ayuda;
El Reino Unido, US$47.400 millones en armas y US$7.800 millones en ayuda;
Francia, US$46.200 millones en armas y US$8.500 millones en ayuda;
Japón, US$42.400 millones en armas y US$8.900 millones en ayuda