Después de quince días de desobediencia continuada, los militares se llevaron a mi hijo Enrique castigado a la prisión de Cartagena, sin dejarle hacer ni siquiera una llamada reglamentaria antes de salir. Llamó por el camino, así supimos que salía para su nuevo destino. Por la noche hizo otra llamada desde la cárcel, cuando llegó:” Madre que estoy aquí en la playa de vacaciones”.Bueno parece que está bien, al menos de ánimo.
Como en múltiples ocasiones, llamé a Enrique de Castro, para darle la noticia, y decirle que bajaría a Cartagena el viernes por la tarde a la salida del trabajo. Como no podían venir nadie de casa pensaba ir sola. Enrique me dijo que no me preocupara que saldrían a esperarme al autobús chavales que él conocía. Allí estaban Susi, Ana, Pablo, Luciano y Juanjo, esperando hacía dos horas por una avería del autobús y por sus caras podía saber que estaban pensando: “Menudo plantón, y ahora tener que acompañar a esta señora”. La verdad, unos chicos y chicas estupendos de comunidades cristianas de base y llevando una granja de desintoxicación de drogadictos. Juanjo era del M.O.C, y por lo visto según nos contó había estado en casa durmiendo alguna vez, con ocasión de alguna reunión de insumisos, cosa que yo no recordaba, ya que en múltiples ocasiones me encontraba amigos de Enrique en casa.
Tuvimos ocasión de conocernos en las muchas ocasiones que bajamos a Cartagena. Como era ya tarde quedamos para ir al día siguiente a los periódicos. Les pasé un escrito que traía de Madrid , que ellos pasaron a máquina, para dárselo a la prensa. Fue mi primer intento de comprensión hacía un movimiento que acababa de conocer. Salió publicado en el diario La Opinión de Cartagena, un miércoles 4 de abril de 1990. Decía así:
“UN INSUMISO EN LA CÁRCEL”
“Mi hijo Enrique Martínez de Juan está en el penal militar de Santa Lucía (Cartagena).
Un juez ha decretado prisión preventiva porque es “Insumiso”. Se niega a realizar el servicio militar y cualquier clase de prestación sustitutoria. En Alcalá de Henares donde ha estado 15 días preso ha sufrido incomunicación durante 6 días y se han negado sistemáticamente a pasarle todo cuanto le mandamos, alegando que debe vestir ropa militar, cuando los insumisos de hecho no tienen porque hacerlo. Esta es una decisión arbitraría que debe ser denunciada. Como él, otros insumisos en las cárceles son tratados de igual manera.
Me es difícil escribir ahora sobre esta cuestión y sobre todo despersonalizarla pero me estoy preguntando y sinceramente pregunto ¿ Para qué sirve la mili?.Se supone que para aprender el manejo de las armas en caso de guerra. De qué nos vale esto, si tenemos sobre nuestras cabezas la amenaza de tantos misiles. El servicio militar en el mundo de hoy no tiene sentido. Pregunten cuantos jóvenes estarían dispuestos a prestar este servicio voluntariamente y obtendrían la respuesta. Al fin y al cabo son ellos los que tienen que decidirlo.
¿Qué clase de democracia es esta?. No debería ser revisada una ley que la mayoría no quiere cumplir. Se intenta resolver el problema implantando una Ley de Objeción de Conciencia que no convence a nadie. Por una parte , se impone una prestación sustitutoria, como un castigo, sin reconocer el derecho a objetar en conciencia y por otra se abre una vía de escape para librarse de la mili sin mas , cuando de lo que se trata es de que las leyes deben ser justas y que cualquier persona tiene el derecho de negarse a cumplir una ley que él considere injusta. Por esto los insumisos se niegan a cualquier prestación. , ya sea militar o civil , antes que someterse a una ley que va en contra de su conciencia.
Todo obedece a una cuestión de principios. No se puede estar al servicio de una sociedad que admite la violencia, la institucionaliza, y la impone con los gastos armamentistas. ¿Cuánto dinero mueven las armas? ¿Dónde nos lleva la carrera de armamentos?. Podríamos preguntarnos por qué destinan el 8% del presupuesto en armas cuando tanto necesitamos de servicios sociales de todo tipo.
Si nuestra juventud no está dispuesta a cambiar este mundo violento que les hemos legado, no se quien va a ser capaz de hacerlo. Si esto es una utopía, es lógico que la juventud la sueñe. Yo estoy en la mitad de mi existencia y todavía tengo un sueño. Sueño para mis hijos una tierra hermanada, una naturaleza viva, sueño un enorme cráter donde se entierren todas las armas, sueño con un mundo amigo, una tierra solidaria, donde no haya pobres ni ricos, sólo pobres que se aman. Llevar a la práctica este sueño no es imposible, lo difícil es saber de qué forma puede hacerse. Pienso que el principio de todo está en el ser mismo de cada uno, porque la paz se construye día a día con esfuerzo y con ideas, que son estas , al fin las que mueven el mundo, no las armas.
Pienso que mi hijo Enrique , ahora desde la cárcel , junto con otros que pasaron antes por ella, están llamándonos a poner en práctica estas nuevas formas de vida.”Rosario Domínguez.
En principio lo que mas costaba entender a la sociedad y a los padres era el por qué se negaban los insumisos a hacer la P.S.S. De hecho esta confusión la mantuvieron muchos. Recuerdo cuando bajamos Carmen y su marido a Burgos, habían pasado ya varios años desde que Enrique salió de las cárceles militares. Íbamos a una charla con los padres de los objetores, para que en principio entendieran la cuestión. Les explicamos que la objeción de conciencia es un derecho, que por encima de la ley están las ideas y que nadie puede castigarte por ser consecuente con ellas. Les pusimos el ejemplo de los médicos que hacen objeción al aborto y por eso no se les castiga con realizar mas partos, o atender a mas pacientes. Todo el mundo entiende que existan personas a las que su conciencia no les permite interrumpir un embarazo en los tres supuestos que marca la ley. ¿Por qué no se comprende entonces que los objetores de conciencia insumisos se nieguen a aprender el manejo de las armas, a ser militarizados y a no aceptar ser castigados con una prestación sustitutoria del servicio militar? Al final en el turno de preguntas una de las madres dijo que eso estaba muy bien pero que a ella lo que de verdad le preocupaba era las pintas que llevaba su hijo y los demás insumisos. La verdad nos quedamos un poco confusas, ya hacía años que nos habíamos acostumbrado a sus vestimentas y hasta nos resultaban extraños los de corbata. Cuando hablas con ellos se te olvidan sus trazas.
Aquella noche, en Cartagena la pasé en casa de Ana y Pablo, un joven matrimonio, en una casa muy bonita, que tuvieron la amabilidad de acogerme, todavía se lo agradezco, no fue solamente en esta ocasión sino en otros fines de semana que bajé con mis hijas.
Por la mañana fuimos Luciano, Juanjo y yo a los periódicos, La Opinión y La Verdad los dos diarios de Cartagena. La prensa local hizo un seguimiento profundo durante el tiempo que Enrique pasó en prisión. Así salieron los titulares del día 25 de marzo en La Verdad: “ Un insumiso de Madrid ingresó en la prisión militar”.Y en la Opinión: ”La madre de un objetor insumiso encarcelado exige su libertad”. Seria interminable el sacar todo lo que publicaron los periódicos sobre la insumisión, tengo carpetas llenas de recortes. Pero esto hizo posible que la sociedad conociera lo que significó el movimiento de objeción de conciencia .
Por la tarde me subieron a la prisión a la hora de la visita. No dejaron entrar a ningún amigo solo a mi. Entonces conocí la dureza de los militares de la marina que trataron de obstaculizarme la entrada, añadiendo que mi hijo era un niño bonito y si pensaba que le iban a sacar a pasear. En realidad en lo que yo pensaba era en lo que les esperaba a los de marina con el niño bonito.
La cárcel por dentro era tan tétrica como la de Alcalá, sólo que en ésta además estaba el carcelero sin quitar ojo, añadiendo esto a las rejas y el cristal, resultaba un tanto molesto. Enrique parecía sereno. El tiempo de visita era corto, así que enseguida me mandaron salir. Cuando me encontré fuera comencé a bajar hacia la ciudad, y pude comprobar que Cartagena es una fortaleza militar. Así que estaba empezando a sentir una angustia creciente. Pensaba: aquí a este chico me lo matan. Encontré un refugio en una iglesia a la que entré para rezar, y vi que estaban unos pocos asistentes en una misa y que cada uno hablaba. Me acerqué y les dije que yo pertenecía a otra comunidad de Madrid y que estaba en Cartagena a visitar a mi hijo que estaba preso en la cárcel militar por insumiso, que estaba angustiada por el despliegue de fuerza que había visto en la ciudad. Parecieron todos bastante confundidos, pero no dijeron nada, hasta que terminó la misa. Entonces el cura me dijo si sabia donde me había metido. Yo le dije que en una iglesia supongo, a lo que añadió que él era el cura castrense y que ésta era la iglesia de los militares. Bueno pensé me metí a compartir el pan con mis enemigos. Hablamos durante mucho rato pero no llegamos a ningún acuerdo, porque sus razones no me resultaron convincentes. También estaba un militar muy amable que se ofreció para lo que necesitara y me acompaño a casa de Ana y Pablo. De una forma o de otra se hace necesario el diálogo con tus propios carceleros, tú puedes tratar de comprender su posición, pero ellos no se molestarán mucho en entender las razones que te llevaron a ser encarcelado.
A la mañana siguiente subimos a la prisión de nuevo y pude entrar los recortes de prensa que le mostré a Enrique a través del cristal, ante la mirada asesina del carcelero. Me dijo mi hijo: Muy bien madre, pensé que vendrías a verme pero no creí que fueras a hacer declaraciones. A la salida, los muchachos y muchachas del Movimiento de Objeción de Conciencia , del Mili K.K. de la Coordinadora Anti-Otan y de otros grupos ecologistas y pacifistas, habían convocado una concentración a la puerta de la cárcel. Desplegaron la pancarta”Libertad para Enrique, Insumisión”. Avanzaron hacia la entrada y los marineros comenzaron a disparar agua con las mangueras. Terminaron empapados. Así acabó aquel primer fin de semana en Cartagena, con el tiempo justo para coger el autobús de vuelta a Madrid.
Había descubierto algo muy hermoso, la solidaridad, el sentir común, y tenía el alma llena de agradecimiento y cariño hacia aquellos chavales y chavalas cartageneros y murcianos que con la vitalidad del mediterráneo y la alegría de la huerta, supieron borrar de mi ánimo todos mis fantasmas. Sentía tristeza de dejar a mi hijo entre rejas pero sabía que no estaba solo . También estaban Juanjo, Luciano, Susi, Ana Pablo, Miguel, Antonio, Pepe Juana....y tantos otros. Desde ese día supe que estábamos todos metidos en el mismo compromiso: en el de crear una sociedad mas justa donde la guerra y sus estructuras no puedan tener cabida.
Durante el resto de la semana, llamaba todos los días a la cárcel, pero rara vez daban el aviso y nunca pude comunicar con el Gobernador al mando.
Al siguiente fin de semana bajé con mi hermana Josefina . Fuimos de nuevo a los periódicos y a la radio con Juanjo. Nos encontramos con Manolo, Fernando, Eva, Pi, Merche, Jorge, y otros amigos. Todos venían a ver a Enrique desde Madrid, pero no les dejaron pasar, solo a la familia. Nos anunciaste que ibais a comenzar una huelga de desobediencia , los insumisos presos en Alcalá y tú desde Cartagena. Por lo demás parecías tranquilo.
Durante la semana llamé todos los días desde Madrid y sin darme ninguna explicación me colgaron el teléfono, diciendo que mi hijo Enrique estaba incomunicado. Fuimos a la radio Cadena Ser desde donde llamamos durante tres días, sin poder obtener ninguna respuesta, solamente en la última comunicación el oficial que nos había colgado los días anteriores nos dijo que mi hijo Enrique había cometido una falta muy grave y ante nuestra insistencia afirmó que se había quedado delante de todos en la formación del patio como su madre le echó al mundo. No me pareció la cosa tan espantosa, hubiera sido peor haberle abierto la cabeza a otro o cosas parecidas, pero los militares tienen otra manera de valorar las cosas. También llamaron desde Diario 16,identificándose como periodistas pero obtuvieron la misma callada por respuesta. No es posible que esté desaparecido, comentó el periodista.
El sábado fuimos a ver que pasaba mis hijas y yo, pero nos cerraron el paso, alegando que Enrique seguía incomunicado. Pedimos hablar con el Gobernador al mando de la prisión, que nos recibió de mala gana en jarras y acusándome de ser yo la culpable de la actitud de mi hijo, afirmando que había visto como yo estaba con los chavales y que había venido a la manifestación y no a la visita carcelaria. Contesté que eso no era cierto y que solicitaba poder entrar a la cárcel exigiéndole una explicación de lo que había pasado. Contestó que no tenía porque decir nada que él estaba al mando y que había que cumplir las órdenes. Al fin de mala gana nos explicó que mi hijo Enrique se había desnudado delante de la tropa en formación para leer un comunicado y eso era una falta muy grave por lo que estaba aislado en celda de castigo. Para remachar la historia nos sacó una ventana rota diciendo que eso era obra de mi hijo. No le creí en absoluto y luego resultó ser cierto. La rompió otro preso y le cargaron el muerto a Enrique. Contesté que no me parecía tan grave la cuestión y que estábamos mis hijas y yo en nuestro derecho de visitar a Enrique preso. Nos respondió que no íbamos a pasar nunca mas. Salimos con un propósito, el de volver a entrar en esa prisión.
Estaba convocada una manifestación para las seis de la tarde, así que nos quedamos a la puerta a esperar a que subieran todas las organizaciones pacifistas, Movimiento de Objeción de Conciencia, Comisión Anti-Otan, Mili K.K., Ecologistas, Cristianos de Base. Primero comenzaron a aparecer los antidisturbios que nos mandaron retirarnos. Pero les dijimos que estábamos allí esperando a los manifestantes, que protestaban por el encarcelamiento de mi hijo insumiso preso en esa cárcel. Vimos como los muchachos y muchachas subían gritando “Libertad”, la más hermosa palabra que podía pronunciarse en aquel momento. La policía armada con cascos y metralletas, los manifestantes, vestidos de colores cantando “Insumisión.”
Nos marchamos al día siguiente, no sin antes subir de nuevo a la prisión donde recibimos la misma respuesta”No se puede pasar”.
Todos estos sucesos salían diariamente en los periódicos de Cartagena. Aquí En Madrid apenas una reseña en Diario 16.
De esta jornada conservo estos versos que escribí a la puerta de la cárcel mientras esperábamos. Ese 7 de abril cumplía mi hijo Enrique 24 años.
Enrique , hijo
Desde la prisión cerrado
Así me inspiras, Así te siento
Cada domingo, subo te veo,
Enrejado, macilento,
Sintiéndote fuerte,
Sin ceder un palmo.
¡Resiste hijo resiste ¡
Ellos son muchos
Y están armados
Tú estás solo, cercado
Pero les vencen
Tus pensamientos.
¡ Resiste hijo resiste¡
Que tus amigos
Aquí batallan,
Sal pronto libre
Que aquí te esperan
¿ Que has hecho hijo Que te encerraron?
Nada madre ,
Que no quiero ser soldado
Quiero ser libre, persona entera
Fiel a mi mismo, a mi conciencia.
¿Por esto solo se te llevaron?
No quiero armas, ni fusiles, ni metralletas
No quiero ejército, ni jefes ni coroneles
Quiero ser libre, madre que nadie impere.
¿Con quién cuentas hijo?
Cuento conmigo, cuento contigo
Con los amigos, con los hermanos
Mano con mano, codo con codo.
Ellos son muchos, pero no piensan
Nosotros pocos, pero tenemos
“ La Inteligencia”
Ellos armados, nosotros
¡La Resistencia¡
Enrique, hijo
Esto te escribo
En tu cumpleaños
Sin poder verte
Estás incomunicado
Tu madre
Durante la semana hablé con el Asesor de Defensa del Defensor del Pueblo, Sr. Chacón, que nos consiguió a través del Ministerio una sola visita para el jueves, día de jueves santo. Bajamos Espe y yo en el tren y pudimos pasar una vez mas, como nos habíamos prometido. La actitud de los marinos en algo había cambiado. Ahora nos miraban con cierta deferencia.
Salió Enrique por detrás de la reja, bromeando con su hermana, y nos contó que en el patio se desnudó para leer el comunicado y fueron retirando a todos los presos quedándose él solo con el papel en la mano. La escena no deja de tener gracia. Desde ese momento quedó incomunicado por un mes. Le despojaron de todo, del colchón, de la ropa, dejando el ventano cerrado, sin salir al patio. Solo disponía de papel y bolígrafo.
Ante esta situación, cuando volvimos a Madrid presenté un escrito ante la oficina del Defensor del Pueblo, junto con el comunicado de los tres presos insumisos. Decía así:
Madrid 17 de abril de 1990
Sr. D. Álvaro Gil Robles
Defensor del Pueblo
Madrid
Muy Sr. mío:
Como madre del objetor de conciencia insumiso Enrique Martínez de Juan Domínguez, encarcelado desde el día 7 de marzo, quince días en la prisión militar de Alcalá de Henares y posteriormente trasladado a la prisión militar Stª Lucia de Cartagena, donde se encuentra actualmente, tengo que denunciar los siguientes hechos:
1º)._ El trato discriminatorio que hemos tenido que soportar las familias, al igual que otros presos ingresados en esas cárceles, como tener que visitarles siempre a través de la cabina, alegando que no visten ropa militar, cuando existe una resolución por la cual los insumisos pueden vestir de paisano. Las autoridades militares de estas prisiones parecen ignorarlo, puesto que se niegan sistemáticamente a pasarles su propia ropa. Esto supone además una vigilancia constante durante las visitas y una escucha de las conversaciones.
2º)._ La restricción de llamadas telefónicas que no les pasan cortándoles la comunicación o descolgando el teléfono sin darles aviso.
3º)._ El no permitir la visita a ningún amigo, ni familiar de segundo grado. Habiéndonos amenazado con no permitir la entrada de las hermanas e incluso la mía.
4º)._ El no entregarles sus pertenencias, libros, cartas, que son abiertas sistemáticamente y leídas.
5º._ Este trato se ha visto agravado en la prisión militar Stª Lucia de Cartagena, donde ni siquiera han guardado las formas de buena educación, que se supone deben tener los militares.
6º)._ Llevamos desde el lunes 2 de abril intentando comunicar desde Madrid con mi hijo Enrique y la única respuesta que hemos obtenido tanto nosotros como los medios de comunicación (Cadena Ser, Diario 16) es que estaba incomunicado, sin otra explicación, colgándonos el teléfono. Lo que nos obligó a viajar hasta Cartagena el sábado día 7 y domingo 8 , donde se nos negó la entrada , por orden del Gobernador de la prisión, e incluso tuvimos que aguantar sus malos modos, amenazando con no permitirnos la entrada nunca mas.
Es por lo que el lunes día 9 de abril, hablé personalmente con el asesor de Defensa de esa dirección quien me garantizó un día de visita para mi hijo.
En la visita que pude realizar el día 12, gracias a la intervención del Defensor ante el Ministerio, quiero denunciar la situación en la que se encuentra mi hijo Enrique desde hace 15 días:
1._ Totalmente incomunicado en la celda sin salir al patio como es preceptivo.
2._ Se le ha privado del colchón y de todas sus pertenencias. Solamente tiene una muda de ropa, bolígrafo y papel. Duerme en el suelo.
3._Las comidas que hace no sirven para cubrir una dieta vegetariana.
4._ Tampoco se le permite ducharse.
5._ El ventanuco de la celda está herméticamente cerrado, privándole dela ventilación necesaria.
6._En estas circunstancias , le he encontrado sumamente nervioso, lo único que le sostiene en pie es su deseo de no dejarse vencer por las presiones inhumanas y absolutamente ilegales a las que está siendo sometido.
7._ Teniendo en cuenta que se encuentra en prisión preventiva, sin juicio y que precisamente esta sirve para que los inculpados no eludan la acción de la justicia, no parece legal que les tengan en prisión, cuando los insumisos se están presentando ante el juez continuamente.
8._ Cualquier problema derivado de esta situación que afecte su salud física o psíquica será responsabilidad directa de las autoridades militares de esa prisión.
9._ La situación en que se encuentra mi hijo, va en contra de los más elementales derechos de la persona expresados en la Constitución.
10._ El trato de los presos se agrava considerablemente cuando éstos no tienen el apoyo que pueda tener mi hijo Enrique al estar dentro del Movimiento de Objeción de Conciencia.
Por todo ello, se solicita del Defensor del Pueblo una investigación más a fondo de lo que ocurre con mi hijo, con los insumisos y con todos los presos en las prisiones militares.
Adjunto escritos de denuncia de los tres insumisos encarcelados recientemente sobre el trato sufrido por ellos
Atentamente : Rosario Domínguez
CARTA ENVIADA POR LOS INSUMISOS. CARMELO SANZ RAMIRO, IÑIGO IRASUEGUI Y ENRIQUE MARTÍNEZ DE JUAN DOMÍNGUEZ, DESDE LAS PRISIONES MILITARES DE ALCALÁ DE HENARES (LOS DOS PRIMEROS) Y DE CARTAGENA (EL ÚLTIMO) A LAS AUTORIDADES MILITARES DE LA PRISIÓN, A LOS FUNCIONARIOS DE ESTAS, A LOS SOLDADOS QUE HACEN LA MILI Y A LOS SOLDADOS DE DICHOS CENTROS. 31-03 1990.
Los objetores insumisos que nos encontramos en las prisiones militares de Alcalá de Henares y Cartagena hacemos pública nuestra denuncia de la situación de violación de derechos humanos que en estas se vive, porque hemos decidido no callar ante lo que estamos viviendo.
1._UN REGLAMENTO DE PRISIONES MILITARES QUE VIOLA DERECHOS HUMANOS.
Porque, efectivamente el reglamento militar por el que se regulan las prisiones militares es contrario a los derechos básicos y supone la aplicación constante de la arbitrariedad y la injusticia.
Así se prohíbe vestir las propias ropas, imponiéndote uniformes militares. Se obliga a cortarse el pelo, hacer instrucción, levantarse al toque de diana y otras similares. Existe un régimen de aislamientos que permite que un recluso pueda estar aislado ininterrumpidamente desde que comete su primera falta hasta que sale de la prisión, al encadenarse unas faltas a otras. El régimen de sanciones aplicable no permite, que previamente a la sanción, se oiga al recluso en su defensa. Los tipos de sanciones son ambiguos por lo que en ellas cabe todo. Existe un régimen de censura de cartas, libros y periódicos. Se divide a los presos en dos categorías: los militares de carrera, que tienen privilegios y están en otros pabellones, y el resto que son sistemáticamente despreciados.
Un régimen penitenciario abusivo que antepone la disciplina al disfrute de los derechos humanos y que, por todo, desprecia la dignidad de la persona y menoscaba a sus titulares.
2. CON UNOS RESPONSABLES CONCRETOS
Porque si es cierto que el régimen penitenciario es injusto, no lo es menos que este tiene unas manos, unas mentalidades y unas personas concretas que lo aplican.
Si hay que señalar la responsabilidad de un reglamento injusto, hay que señalar también a los que se encargan de ejecutarlo y amplificar sus efectos. Hombres que sistemáticamente se encargan de vejar a los presos de aplicar la brutalidad, el autoritarismo y la imposición sobre otros hombres.
Así se amenaza, insulta y arremete a los presos, se les veja con todo tipo de arbitrariedades (como por ejemplo cuando a Carmelo le tuvieron durante más de ocho días en calzoncillos por negarse a vestir uniforme militar). Se impiden las más mínimas condiciones de intimidad (por ejemplo escuchando las conversaciones telefónicas, abriendo la correspondencia, o irrumpiendo en la propia habitación de un recluso y llevándose la cama), se impone la censura de periódicos, revistas y libros ( por ejemplo por tener contenido pacifista) se niegan a coger las instancias que se pretenden presentar solicitando alguna cosa( por ejemplo por estar escritas con mala letra), se chantajea a los reclusos, se les amenaza con castigos si hacen determinadas cosas, se les retienen pertenencias a pesar de haberse autorizado su entrada, etc.
Son estas medidas que por propia iniciativa toman los carceleros, pero también muchas veces medidas que toman “por orden” de la superioridad.
3._TAMBIÉN A NUESTROS FAMILIARES.
Porque también a nuestras familias se les imponen todo tipo de arbitrariedades, como por ejemplo, insultos, desprecios, mandarles de un sitio a otro sin darles respuesta de nada, escuchas de las conversaciones telefónicas, no autorización de visitas alegando que se ha perdido la lista etc.
4._ TODO ELLO RESPONDE A UNOS INTERESES MILITARISTAS.
Nosotros nos hemos preguntado por qué todo esto. Por qué a los presos en estas prisiones se nos trata así. Por qué nuestros derechos no cuentan y sistemáticamente recibimos mensajes de sumisión y represión.
Es claro que todo ello responde a una mentalidad concreta, a unas causas concretas. En las cárceles militares hay, sobre todo, desertores y objetores. Gente que ha rechazado el ejército y se niega a colaborar con él.
Por eso se nos trata así. La finalidad no es otra que la de domarnos. La de hacernos pagar cara la disidencia. La de enseñarnos la lección que ellos saben bien: no debemos pretender cambiar nada. Hay que aceptar un mundo como el que tenemos. El poderoso siempre puede contigo.
Detrás de este régimen se encuentra, descarnadamente, en su verdadero rostro, lo que supone la ideología militarista. Se encuentra el verdadero papel de los ejércitos a pequeña escala, para que veamos que a nosotros y a quienes se les pongan por delante los aplastan sin reparo.
Las prisiones militares manifiestan una verdad incuestionable: Ahí está el ejercito. Ahí con su balance: Represión, aniquilación de derechos, despojo de la dignidad, violencia, odio. Todo ello en beneficio de los poderosos, en un mundo de ricos cada vez mas ricos y de pobres cada vez mas pobres. En un mundo que protege los intereses de los primeros a costa de las aspiraciones de los segundos.
La prisión militar vale para “educarnos” en la “sumisión”, para que “aprendamos” a no responder a los que mas pueden.
Publicamos en diez entregas esta crónica de la Insumisión en el estado español escrita desde la clave de Rosario Domínguez, la madre de un insumiso, a quien damos las gracias por poner por escrito sus vivencias y esta hermosa historia. Insumissia.