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Noemí Padrón-Fumero, Henk van Houtum y Freerk Boedeltje

Muerte en las fronteras de la UE

Muerte en las fronteras de la UE

A Canarias llegan más de nueve millones
de turistas al año y unos miles de inmigrantes en barcas. Pero lo segundo es
descrito como una invasión. Aceptamos una escandalosa deshumanización del
inmigrante

NOEMÍ PADRÓN-FUMERO 21/05/2008

Algunos datos. Las islas Canarias cuentan con aproximadamente dos millones
de habitantes. De media, el archipiélago recibe entre nueve y diez millones
de turistas cada año. Estas cifras evidencian la existencia de una industria
turística que aporta el 32% del PIB generado en el archipiélago, y denotan,
sin duda, una importante multiplicidad humana y cultural.

Las fronteras de la UE discriminan a las personas según el país de origen y
la riqueza

Para los turistas tenemos centros de información; para los inmigrantes,
centros de retención

Las cifras que vienen a continuación son, en todos los aspectos, inferiores
a las citadas anteriormente: En los últimos años, se han contabilizado en el
archipiélago canario entre 20.000 y 30.000 personas llegadas en cayuco
procedentes de África y, en proporción creciente, de Asia. Las últimas
estimaciones de la UE hablan de 10.000 personas que perdieron la vida en los
últimos años tratando de alcanzar las costas canarias. Mientras, en las
costas del Mediterráneo, las autoridades italianas interceptan anualmente
entre 20.000 y 30.000 personas. La mayoría llegan a Sicilia y a la isla de
Lampedusa. Otros quedan atrapados en Calabria, Puglia y Cerdeña.

Ahora nos hacemos la siguiente pregunta. ¿En base a qué razones nos
convertimos en un centro de visitantes para el primer grupo y un centro de
retención para el último? ¿Por qué levantamos un monumento para los muertos
en el primer grupo -por ejemplo, el monumento erigido en 2007 en memoria de
las víctimas holandesas que perdieron la vida en el accidente aéreo de
Tenerife, en 1977- y no para los viajeros africanos y asiáticos sin papeles que perdieron la vida durante sus viajes? ¿Qué legitima esta distinta
valoración de vidas humanas?

Lo que está en juego aquí es el problema de clasificación y de purificación
basados en un consenso sobre una diferencia no igualitaria de carácter
político. El factor diferencial en este caso es el interés. El interés no
tiene nada que ver con la igualdad o con la indiferencia, pero la necesidad
del interés político está relacionada con una protección no igualitaria. La
diferencia entre turistas buenos y malvados inmigrantes se percibe como
normal e inherente. Los turistas son viajeros de estancia corta, que vienen
a disfrutar del Mediterráneo y del Atlántico. Como contraste, los
inmigrantes ilegales son vistos a priori como bárbaros a los que temer, un
sujeto sospechoso y de no interés, supuestamente en grandes cantidades y
amenazando el orden público y la seguridad.

Nada más ilustrativo que los términos abierta e imprudentemente utilizados
en los medios de comunicación tales como riadas, corrientes, masas e incluso
tsunamis contra los que hay que construir muros que prevengan
inundaciones.

Lo realmente preocupante es que el pánico moral se basa en la representación
de una sucesión de ignominias que nada tienen que ver con la realidad social
o con la evaluación científica sobre la migración global contemporánea. A
pesar de la implacable conceptualización utilizada de riadas y
tsunamis,sólo un pequeño subconjunto de la humanidad es inmigrante.
Es la mayoría de
la población la que compone el subconjunto de turistas. Por tanto, la
diferencia moral construida entre ambos subconjuntos está basada en esta
dudosa representación secuencial. Los medios de comunicación piden ayuda
para las islas del sur de Europa sin mencionar una palabra sobre los
millones de turistas acogidos. Esta atención mediática no ha dejado
inalterada la política europea, forzada desde entonces a reaccionar de forma
anticipada por el temor a dichas masas.

Por el temor a los refugiados que huyen en barco hacia las islas se han
definido y fortificado kilómetros de líneas de aguas territoriales a un
nivel superior. Las fronteras externas de la UE que bordean el Mediterráneo
se han convertido en auténticos escollos. Con estos hechos, la política de
la diferencia demanda un peaje horroroso. Los viajeros en cayuco son héroes
locales en sus países de origen mientras que se transforman en infiltrados,
impuros, perturbadores en el país de destino. Ellos son de
facto
considerados como desechos inevitables y aceptables del sistema
de
producción de la prosperidad europea.

Las vidas desechadas no tienen ni cara ni nombre. Son numeradas, recibidas
en centros de retención -vertederos humanos para muertos civiles- y
consecuentemente deportadas. Por tanto, la representación en sí misma se ha
tornado en la cruda realidad.

Con el paso de los años, la construcción de las fronteras externas de la UE
ha producido un atroz coste de varios miles de vidas, especialmente en y
alrededor del Mediterráneo y, desde el 2005, en el Atlántico, aunque no
solamente allí. Muchos de los inmigrantes han muerto por ahogamiento, otros
por asfixia durante la travesía en barcos o camiones, mientras que un
significativo número de personas ha cometido suicidio asediadas en el umbral
entre la deportación y la nacionalización, es decir, en los centros de
retención.

Concluimos. Mantengamos la máxima de que la multiplicidad humana de
cualquier tipo consiste en lo mismo en al menos tres sentidos. 1. Todas
las personas son igualmente valiosas moralmente. 2. Las personas deben
poder opinar sobre los principios políticos que tienen impacto sobre sus
vidas. 3. Una política de admisión basada en la fe del origen de
nacimiento es una discriminación inmoral en contra de la igualdad del valor
moral de las personas.

Cuando abrazamos máximas y las aplicamos a las prácticas fronterizas de la
UE, debemos concluir que la UE viola los tres principios igualitarios de un
régimen moralmente justo. La UE hace una distinción moral entre personas, no
incluye a las personas en la construcción de unas fronteras por las que se
ven afectadas y politiza la fe en las personas en base al lugar de
nacimiento. La UE construye una distinción entre el refugiado nombrable e
innombrable, en otras palabras, entre un viajero bienvenido y un enemigo
político sobre la base de su origen y de su valor económico.

Esto conlleva una carga de deshumanización y una retórica redundante que no
conduce más que a un racismo populista. El resultado es una máxima absurda:
si te has librado de una situación por necesidad vital o por mejorar tu
estatus social o incluso has salvado la vida poniendo en peligro tu vida,
eres categorizado como un bárbaro desechable. Al mismo tiempo, no lo debemos
olvidar, la mayoría de los denominados inmigrantes ilegales, una vez que han
alcanzado los dominios de la UE, encuentran trabajo.

Construyen carreteras, limpian, sirven y nutren las casas de trabajadores de
la UE. Y, para no olvidarlos, junto a los inmigrantes ilegales se producen
subconjuntos innombrables en la fábrica de progreso neoliberal: los
mendigos, sin techo, personas que se encuentran bajo el imperativo moral de
«víctimas» en vez de bárbaros. Ellos llegan a los bulevares y playas de las
islas turísticas para sobrevivir y nada más por las mismas razones. Es la
particularidad política dentro de la UE quien crea sus propios extraños y,
finalmente, sus vidas desperdiciadas. Las consecuencias de la producción del
siempre deseado Nosotros y del eterno indeseado Ellos es una agitación
creciente del pánico moral al que la política se agarra agradecidamente en
su lucha por los votos. Este temor moral injustificado a un planeta a la
deriva se convierte en una situación alarmante de viajeros irregulares hacia
la UE. Es la desigualdad creada por esta política de la diferencia por la
que las personas con sus barcos tambaleantes, que amenazan en masa con
inundar «nuestro» territorio, son víctimas. Ellos son empujados a la
categoría no elegida de inmigrante sin nombre. Esta particularidad es la
diferencia política dentro de la UE, que se opone a la categoría buena, la
del nombre políticamente claro en la democracia liberal por la que los
turistas son una categoría de interés y la innombrable categoría mala, los
inmigrantes ilegales cuya pena imaginamos como resultado de su falta de
desarrollo.

La frontera de la UE discrimina injusta e injustificadamente a las personas
en base al país de origen y en base a los papeles. El resultado es una
diferencia vergonzosa en el colorido de los mares europeos. Mientras que
para algunos, los turistas, el Mediterráneo y el Atlántico tienen una
imaginativa pureza y color azulado, para algunos otros el color de la línea
divisoria de las aguas de Europa es rojo sangriento.

Firman este artículo Noemí Padrón-Fumero, Henk van Houtum y Freerk
Boedeltje, del Departamento de Economía de las Instituciones, Estadística y
Econometría de la Universidad de La Laguna y del Nijmegen Centre for Border
Research, Department of Geography, Radboud University Nijmegen,
respectivamente.


http://www.elpais.com/articulo/opin...

  • 22 de mayo de 2008 11:46

    Muy buen articulo, y no solo esto, sino que la gente concienciada y activa, que trabaja en los centros de menores migrantes de Tenerife, la mayoria han sido represaliados con el despido inprocedente por protestar por el trato y las formas de actuación que reciben estas personas.

    Algo de esperanza queda:

    La Asociación Puente humano esta realizando una campaña de concienciación en las islas. Su dirección es:

    Puente Humano

    El Domingo 31 organizan una Jornada en Geneto en La Asociación de vecinos la unión, si quereis ver el cartel:

    Jonada Africana canaria

  • 22 de mayo de 2008 13:17, por Flanagan
    • 22 de mayo de 2008 18:00

      Respuesta al articulo del flanagan este por si la borra de su blog:

      Osea que tu estas deacuerdo en todo siga igual, la politica de los neocon exprimiendo cada vez más al, mal llamado 3er mundo.

      Dices que :Para esta señora los inmigrantes ilegales que cruzan las fronteras de la UE construyen carreteras, limpian, sirven y nutren las casas de trabajadores de la UE.

      ¿Y eso no es verdad? Demuestra que es mentira. ¿Quien trabaja en los trabajos mas duros? Chato me parece a mi que andas un poco despistao.

      Luego dices: O mejor aun, coge a los inmigrantes ilegales de los que tanto hablas y ponlos a fregar los baños de los hoteles turísticos de Canarias. ¿Pero que te crees que hay canarios currando en esos hoteles? Que ingenuo. En esos hoteles donde el 80% son propiedad de mafias, no hay muchos canarios precisamente currando alli.

      Turismo bueno, inmigrante malo. Que suerte tienes tu y los «liberales» como tu, de tener el culo calentito y comida todos los dias.

      El capitalismo necesita de esclavos siempre a sido así.

      • 24 de mayo de 2008 20:33

        ¿?..Explica eso de que el 80% de los hoteles son propiedad de mafias por favor...porque todavia estoy flipando.

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