OBEDIENCIA A LA AUTORIDAD. ALGUNAS APORTACIONES DESDE LA PSICOLOGÍA
MERCEDES SANTOS
Psicóloga.
Miembro de Sodepau (País Valencià)
1. LA OBEDIENCIA A LA AUTORIDAD COMO OBJETO DE ESTUDIO DE LA PSICOLOGÍA
La obediencia a la autoridad es un tema sugerente para la Psicología, no sólo por la influencia que tiene en la vida individual de las personas, sino también por su calado en la organización de la estructura social, legitimada, y que está en la base de las relaciones sociales estables.[1]
Sabido es que la obediencia a la autoridad está basada en el principio de Jerarquía que ha sido exaltado, prioritaria y constantemente, en nuestra cultura porque es uno de sus pilares. Si no se respetase este principio sería difícil que funcionase una sociedad entendida como eficiente según los parámetros actuales del sistema.[2] Esto en un plano general, pero también a un nivel más concreto, el de los individuos, es la obediencia a la autoridad la que permite una buena protección al sujeto. El muy socorrido "obedecía órdenes" protege de responsabilidades y disfraza de "sentido del deber" a posibles impulsos sádicos.
Mucho se ha escrito y debatido sobre el por qué la persona obedece aunque ese acto la sitúe en contra de sus principios éticos o de sus intereses. Un amplio abanico de respuestas se perfilan desde las más diversas disciplinas, pero aquí nos ceñiremos a la de la Psicología preferentemente. Desde la Psicología Profunda, por ejemplo, encontramos sugerentes reflexiones que concluyen que la causa de la obediencia está en el miedo. Miedo a ejercer la libertad y miedo a la soledad.
Desde la Psicología Conductista se observa que la obediencia es la conducta más reforzada desde la más tierna infancia.[3] En cambio, la desobediencia es la más castigada. Se va creando así, poco a poco, algo similar a un reflejo condicionado hacia la obediencia. Esta situación resulta muy cómoda para toda autoridad pero disminuye la capacidad de independencia (o espíritu crítico) del sujeto, quien resulta limitado para su futura vida adulta.
El enfoque de la Psicología Cognitiva pone el acento en las Ideas Irracionales (creencias erróneas o, al menos, no demostradas) consecuentes al sentimiento de culpa derivado del continuo castigo.
Todas estas respuestas discurren en el terreno de lo psicológico pero también hay tesis biologicistas. Estas teorías consideran la obediencia a la autoridad como una predisposición determinada genéticamente, si bien hay general consenso en cuanto a que siempre, junto a la herencia biológica, hay participación del aprendizaje en toda conducta. Desde aquel enfoque, determinista, se alzan algunas voces que proclaman la bondad de la obediencia por considerar que ha sido favorecida por la selección natural, (dada su utilidad para la preservación de la especie).
Podría ser interminable la enumeración de interpretaciones o enfoques dirigidos al tema que nos ocupa, pero debido a la necesidad de ajustarnos a la brevedad exigida para este artículo, voy a describir a continuación sólo un' experimento científico, impecable desde el punto de vista metodológico. La investigación fue llevada a cabo por reconocidos psicólogos de una prestigiosa universidad y tuvo gran repercusión social en el momento en que se realizó, al desvelar un aspecto del lado oscuro de la naturaleza humana.[4]
Clasificación de la Obediencia
Antes de describir el experimento y exponer las conclusiones de su autor sobre los resultados obtenidos, voy a exponer a continuación la clasificación de Erich Fromm[5] sobre la Obediencia, que nos ayudará a matizar y situarnos sobre cuál es el tipo de obediencia al que nos estamos refiriendo:
Obediencia Heterónoma o Sometimiento: se da con respecto a otra persona y se produce una renuncia a la propia autonomía.
Obediencia Autónoma o Autoafirmación: resulta cuando se obedece a los dictados de la propia conciencia. La conciencia, a su vez, puede ser:
- Autoritaria, cuando se creen propias las órdenes emanadas de la autoridad o de Ios principios morales (lo que en Psicoanálisis se denominaría Super-yo). Esconde miedo al castigo.
- Humanística, cuando es independiente de principios morales o de premio/castigo y surge del conocimiento interior auténtico.
Esta clasificación nos sitúa en una interesante dialéctica entre Obediencia-Desobediencia porque la Obediencia Autónoma se afianza a costa de disminuir la Obediencia Heterónoma y viceversa. Este es el conflicto básico que se va a contemplar en la siguiente investigación.
2. EXPERIMENTO SOBRE OBEDIENCIA A LA AUTORIDAD DE STANLEY MILGRAM. UNIVERSIDAD DE YALE.
2.1. Descripción del experimento
S. Milgram diseñó esta investigación como consecuencia de la inquietud que le produjo la que había llevado a cabo, unos años antes, un psicólogo social, S. ASCH, sobre presión grupal. Asch encontró una significativa conformidad en los sujetos ya que elegían la respuesta incorrecta (a pesar de darse cuenta del error) por imitar a la mayoría (cómplices del experimentador que cometían el error con premeditación). Los sujetos que elegían la respuesta correcta, desviándose así de la elección del grupo o mayoría, se sentían molestos y "en evidencia".
El diseño experimental contemplaba una serie de experimentos que se alargaron en el tiempo (desde 1960 a 1963) y por los que pasó una muestra superior a las 1000 personas, con manipulaciones en algunas variables para confirmar la consistencia de lo fundamental de los resultados. S. Milgram pretendía medir la obediencia a la autoridad y captar la esencia de la actitud obediente y voluntaria. Naturalmente tuvo que disfrazar el verdadero objetivo del estudio y lo presentó como una investigación que medía los efectos del castigo sobre el aprendizaje.
El primer paso consistió en colocar un anuncio en la prensa local, ofreciendo una paga de 4 dólares, más gastos de viaje, a 500 personas que cumplieran el requisito de tener una edad comprendida entre 20 y 50 años. No había ninguna otra exigencia. La autoridad aquí estaba representada por la Universidad de Yale y ésta, a su vez, por el experimentador, un catedrático serio y distante que sería quien diera las instrucciones (órdenes) a los/as voluntarios/as.
Al voluntario/a se le instruía sobre el castigo que debía aplicar a un sujeto (un contable, rechoncho y amable) que se encontraba en otra habitación, sentado sobre una silla conectada a un generador eléctrico. Tenía sobre su brazo colocado un electrodo y recibiría descargas eléctricas cada vez que se equivocase. El voltaje oscilaba entre 14 y 450 voltios y el experimentador informaba que, aunque las descargas pudieran llegar a ser dolorosas, en ningún caso podrían ocasionar la muerte.
Iniciado el experimento, el sujeto que hacía las veces de profesor/a, debía apretar el pulsador (en total tenía ante sí 30 pulsadores) cada vez que el alumno se equivocaba, provocándole así una descarga eléctrica. Las primeras eran ligeras pero, una vez alcanzados los 120 voltios, el alumno comenzaba a gritar hasta el punto de pedir que lo sacaran de allí. A los 270 el quejido ya era agónico.
Cuando los/as voluntarios/as que hacían de profesor/a dudaban y preguntaban al experimentador sobre si podían abandonar su puesto, el experimentador les urgía, con seguridad,[6] a seguir. El resultado fue que la mayoría (alrededor del 63 %) de los sujetos-profesores/as, llegó hasta el final es decir, a descargar 450 voltios. En el transcurso de la pruebas, las reacciones de estos sujetos variaban. Iban desde las risas nerviosas hasta la crispación, temblores y otras reacciones que convertían a las personas, ciertamente presentables del principio, en unos desechos humanos. Pero, a pesar de encontrarse en esta situación, continuaban (más de la mitad de la muestra) en su puesto, haciendo lo que se esperaba de ellos/as. Obedeciendo.
Finalizados los experimentos, se informaba a los/as voluntarios/as de que no se dieron, en ningún momento, descargas reales al alumno y que éste era cómplice del experimentador. Necesario es también decir que todos/as los/as voluntarios/as eran personas normales, es decir, sin patología psíquica aparente ni indicios de que pudiese tratarse de sádicos/as o personalidades psicopáticas.
Como es de suponer, fue grande la sorpresa de la comunidad científica ante los resultados encontrados por Milgram. Las críticas se multiplicaron, tanto por posibles fallos en el diseño experimental como por la falta de ética que se desprendía de la situación humillante a la que se sometía a los/as voluntarios/as. Aún así el experimento fue replicado en Europa y Australia, encontrándose porcentajes todavía más elevados de obediencia al experimentador, hasta alcanzar en algunos casos el 80%. Así pues, a pesar de las críticas (producidas realmente por el golpe a la moralidad), finalmente hubo un reconocimiento al trabajo de Milgram, concediéndole en 1964 el premio de Sociopsicología de la Asociación Americana para el Progreso de la Ciencia.
<span
lang=ES-TRAD style='font-size:10.0pt;font-family:Arial;'>A pesar del gran revuelo
social y el hondo pesimismo sobre la naturaleza humana que se desprendía de
este estudio, Milgram publicó sus resultados y las conclusiones más significativas
se describen a continuación.
<span lang=ES-TRAD
style='font-size:10.0pt;font-family:Arial;'>2.2. Conclusiones
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<span lang=ES-TRAD
style='font-size:10.0pt;font-family:Arial;'>El propio S. Milgram quedó impactado
por los resultados obtenidos en sus experimentos, máxime cuando el pronóstico
de que se disponía, era que no se hallaría más de un 1 o 2% de sujetos (que
además debían padecer <span lang=CA
style='font-size:10.0pt;font-family:Arial;'>algun <span
lang=ES-TRAD style='font-size:10.0pt;font-family:Arial;'>tipo de patología no
diagnosticada) que llegaran a apretar las palancas hasta el final. Pero ¿qué
es lo que hace que el sujeto siga sentado en su silla, apretando las palancas,
infligiendo daño a otra persona[8] y además hacerlo voluntariamente?[9]
Algunas de las conjeturas de Milgram iban desde la cortesía y compromiso hacia
el que se sentían obligados/as para no dañar el experimento, hasta el hecho
de que su mente estuviera absorta en los detalles técnicos y no prestara atención
a las consecuencias de sus actos.
<span lang=ES-TRAD
style='font-size:10.0pt;font-family:Arial;'>3. ANÁLISIS
DE LAS CONCLUSIONES