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Traducimos una de las entregas del «War Diary from Sderot» de Nomika Zion, del grupo «Otras Voces»

Oponiéndose a la guerra desde Sderot

Oponiéndose a la guerra desde Sderot

Traducido por insumissia a partir de la versión on line del periódico The Huffington Post, de Chicago.

Desde este diario on line se están difundiendo diversas expresiones de oposición a la guerra en Gaza, desde una óptica noviolenta y llamando la atención acerca de aquellas posturas de rechazo a la guerra que vienen desde el propio Israel, por lo que suponen de ruptura con el discurso oficial de los mass-media según el cual, todo Israel bendice la forma de actuar de su gobierno y de su ejército. Hoy el testimonio es especialmente llamativo porque llega de la ciudad de Sderot. Nomika Zion vive en esta ciudad, una de las más atacadas por los cohetes Qassam y expresa su rechazo a la guerra. Muestra su temor a Hamas, pero un temor todavía mayor al deleite por la guerra y por la muerte que puede encontrar dentro de su propia ciudad. Lanza una serie de interrogantes que aciertan en cuestionar desde dentro la línea de flotación que nos vende el gobierno de Israel y sus aliados para defender esta masacre.

Nomika Zion es representante del grupo «Otras Voces» que en toda la zona fronteriza entre el estado de Israel y Gaza se muestra contrario al estado de guerra permanente en el que viven y busca soluciones reales al conflicto.

Diario de Guerra desde Sderot

13 de Enero de 2009.

"Hablo con la gente de Sderot y el resplandor ha vuelto a sus mejillas” se enorgullecía Fuad(Ben Eliezer miembro del parlamento en representación de Partido Laborista y actual ministro israelí de Infraestructuras) ante Razi Barkai(presentador de un popular programa de noticas de la radio del ejército israellí) en el segundo día de guerra. “Cuánto más dura es la Guerra, más abre los corazones”.

Pero no tod@s nosotr@s somos como Fuad. Y yo soy una solitaria voz en la gran área de Sderot y no estoy resplandenciente y Fuad debería saberlo. No en mi nombre y no por mí empezó esta guerra. El baño de sangre en Gaza no es en mi nombre ni para mi seguridad. Casas destruidas, escuelas reventadas, miles de nuev@s refugiad@s, no son en mi nombre ni por seguridad. En Gaza, no hay tiempo para funerales; l@s muert@s se meten en refrigeradores de dos en dos, en los mortuorios por la falta de espacio. Los cuerpos de policías y niñ@s yacen fuera y los ansiosos periodistas saltan entre las tácticas de defensa israelíes y “las fotos que hablan por sí mismas”. Dime, ¿qué hay que explicar?, ¿qué hay que explicar?.

Yo no compré mi seguridad , mi paz y mi silencio en esta guerra. Después de un período de calma que nos permitió(a los residentes de Sderot) recuperarnos psicológicamente y experimentar la cordura otra vez, nuestros líderes han vuelto a la misma hiriente ansiedad. A la misma humillante experiencia de correr a los espacios protegidos. (Desde 1980, las normas de edificación israelíes exigen a los nuevos hogares tener una habitación con muros de hormigón armado que resista a las bombas, son los espacios protegidos).
No me malentiendan. Hamas es una mala y terrible organización de terror. No sólo para nosotros. Lo primero y más importante para sus ciudadanos. Pero detrás de sus malditos líderes viven seres humanos.

Laboriosamente, personas normales de ambos lados construyen pequeños puentes por medio de gestos humanos. Por eso “Otras Voces”, grupo de Sderot y los alrededores de la región de Gaza(de la que soy miembro) cuando se buscó allanar una senda humana hacia los corazones de sus vecin@s. Mientras nosotr@s nos aprovechamos de cinco meses de calma, ell@s sufrieron bajo la cruz del bloqueo. Un joven nos dijo que el no tiene intención de casarse y tener niñ@s, porque en Gaza no hay futuro para l@s niñ@s. A la sombra de un avión de combate, estos gestos nos sumergen en las profundidades de la sangre y de la desesperación.

Tengo miedo de los cohetes Qassam. Desde que empezó la actual guerra, casi no me he atrevido a ir más allá de los límites de nuestra calle. Pero temo mucho más el incendiario y monolítico discurso de los medios de comunicación que son imposibles de penetrar. Me asusta cuando un amigo de “Otras voces” es verbalmente atacado por otros residentes de Sderot mientras está siendo entrevistado y expresa una opinión crítica acerca de la guerra y después recibe llamadas anónimas y teme volver a su coche por miedo a que algo pueda sucederle. Me asusta que “Otras voces” sea tan pequeño y tan difícil expresarse desde aquí. Estoy preparada para pagar el precio del aislamiento pero no el precio del miedo.

Me aterra ver a mi ciudad encendida como para una fiesta y adornada con banderas, grupos de hinchas reparten flores en la calle y gente tocando el claxon en señal de alegría por cada tonelada de bombas cayendo sobre nuestr@s vecin@s. Estoy asustada por ciudadan@s que me admiten, con una sonrisa en el rostro, que nunca han asistido a un concierto en su vida, pero que las bombas del ejército israelí son la música más dulce para sus oídos. Estoy asustada por altivos periodistas que no cuestionan sus mundos por una pizca de verdad.
Estoy aterrada porque, bajo la Orweliana pantalla de humo de palabras y fotos de cuerpos de niñ@s palestin@s que son especialmente borradas para nosotr@s en la televisión como servicio público, estamos perdiendo la capacidad humana para ver la otra cara, sentir, horrorizarse, mostrar empatía.

Con la palabra clave “Hamas”, los media pintan para nosotr@s una foto de un enorme y tenebroso demonio que no tiene cara, no tiene cuerpo, no tiene voz, un millón y medio de personas sin nombre.
Una profunda y oscura corriente de violencia se filtra a través de los oscuros poros de la sociedad israelí como una grave enfermedad y empeora de una guerra a la siguiente. No tiene olor ni forma pero se siente claramente por aquí. Es una especie de euforia y deleite de la guerra, lujuria de la venganza, embriaguez de poder y entierro de la máxima judía según la cual “No estés alegre cuando tu enemigo caiga”. Es una moralidad tan contaminada que ningún lavado podría quitar las manchas. Esto es una frágil democracia donde tienes que valorar cada palabra con cuidado o más.

Sentiría por primera vez que Israel me estaba de verdad defendiendo cuando se acordara un cese el fuego. No tengo responsabilidad sobre Hamas y, por otra parte, pregunto a nuestros líderes: ¿Hicisteis todo lo posible para conseguir una continuación del período de calma?, ¿para prolongar el alto el fuego?, ¿Para lograr un entendimiento a largo plazo?. Para resolver los puntos clave y que el cerco anterior al infierno se rompiera. ¿Fuisteis al final de la tierra para encontrar mediadores adecuados? Y ¿por qué descartasteis la iniciativa francesa por un cese el fuego una vez empezada la guerra, sin un parpadeo? Y ¿por qué continuáis rechazando cualquier posible sugerencia para la negociación? ¿No hemos alcanzado la cuota de cohetes Qassam que podemos resistir? ¿No hemos alcanzado la cuota de niñ@s palestin@s que el mundo está preparado para consentir?”

Y ¿quién nos garantiza que es posible destruir a Hamas? ¿No intentamos esta maniobra en algún otro sitio? Y ¿quién ocupará el lugar de Hamas? ¿Organizaciones fundamentalistas mundiales?, ¿Al-Qaeda?. Y ¿quién se levantará de las ruinas, del hambre, el frío y la muerte de las voces moderadas a favor de la paz? ¿Dónde nos estáis llevando? ¿Qué futuros nos prometéis aquí, en Sderot? Y ¿durante cuánto tiempo más cargaréis en nuestros hombros la “mochila de mentiras” llena con los trasnochados tópicos?: “No hay amigos”, “La guerra es la única elección”, “Dejad al ejército terminar el trabajo”, “Un buen soplo y terminaremos”, “Destruyamos Hamas” y ¿quién no quiere la paz". La mentira del poder y la inutilidad de tener más poder todavía es la única guía para resolver los problemas de la región.

Y ¿porqué cada entrevista con un representante de “Otras Voces” siempre empieza y termina con la incómoda pregunta “¿No crees que eres un poca ingenua?”. ¿Qué está pasando cuando la opción por el diálogo y la negociación y la búsqueda de acuerdos y entendimientos se ha convertido en un simil de ingenuidad o infantilismo y la opción de la fuerza y la guerra es siempre la última alternativa sensata y racional? ¿No nos han enseñado ocho años de violencia sin sentido algo acerca de la ingenuidad del uso de la fuerza?”. El ejército israelí barrió y destruyó y disparó y arrasó y bombardeó y ¿qué recibimos a cambio? Una cuestión retórica.

Es increiblemente difícil vivir en Sderot estos días. Durante la noche, el ejército machaca la infraestructura y al pueblo de Gaza y la fuerza de sus bombardeos provoca el temblor de casas y muros. Por lo mañana nos atacan los cohetes Qassam, más sofisticados. Quien va a trabajar en la mañana no sabe si encontrará su casa de una pieza por la tarde. Después de comer enterramos a lo mejor de nuestra juventud que dieron sus vidas por todavía otra guerra “justa”. En el atardecer, conseguimos difícilmente conectar con nuestros desesperados amigos en Gaza. No hay electricidad, no hay agua, no hay gas, no hay comida, ningún lugar para huir. Y sólo las palabras de N., un chico de 14 años cuya escuela fue bombardeada y su amigo asesinado y quien nos escribe un email en perfecto inglés que su madre pudo mandar con dificultades: “Ayúdanos, somos humanos, después de todo”.

No Fuad, mis mejillas no resplandecen. Una tonelada de “Cast Lead”(nombre en inglés de la operación del ejército israelí en Gaza) pesa en mi corazón y mi corazón es demasiado pequeño para resistirlo.

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