El presidente ruso responde a las críticas de Dick Cheney que acusó a
Moscú de recortar la democracia y chantejear a sus vecinos con la energía.
AGENCIAS - Moscú
El presidente ruso, Vladímir Ptin, se ha dirigido a la Duma y desde
el estrado ha respondido, aunque sin mencionarlo, al desafío lanzado la
semana pasada por el vicepresidente de EE UU, Dick Cheney. Putin ha
anunciado un ambicioso programa de adquisición de "nuevos aviones
estratégicos, submarinos y lanzaderas de misiles" para edificar una
casa sólida y segura que permita conservar el «equilibrio estratégico».
Además, ha puesto en solfa el respeto de la Casa Blanca por los derechos
humanos.
"¿Qué queda del discurso sobre la necesidad de luchar por los derechos
humanos y la democracia cuando se trata de conseguir los propios
intereses? Entonces, pues, todo es posible, no hay ningún tipo de
limitaciones". Es la respuesta de Putin a Cheney, que la semana pasada
acusó a Rusia de haber retrocedido en las conquistas democráticas y de
chantajear a sus países vecinos con la energía.
La reflexión de Putin continúa: "Como suele decirse, el compañero lobo
sabe a quién se come, y se lo come sin hacer caso a nadie. Y, a juzgar
por todo, no tiene la intención de escuchar a nadie". Además, ha dicho
que cree que es «prematuro hablar del fin de la carrera armamentista»,
pues ésta actualmente "alcanza nuevo nivel tecnológico y amenaza con la
aparición de todo un arsenal de las llamadas armas desestabilizadoras".
Desarrollo militar
Tras recordar que el presupuesto militar de Estados Unidos es, en cifras
absolutas, casi 25 veces superior al de Rusia, Putin ha anunciado un
incremento del gasto de para el Ejercito y muy en particular en
desarrollo de armamento, que deberá alcanzar, al menos, la mitad del
presupuesto total de Defensa.
"Ya hoy se trabaja exitosamente en la creación de armas de alta
precisión y de ojivas con trayectoria impredecible para el enemigo
potencial. Junto con los medios para superar los sistemas de defensa
contra misiles, esos nuevos armamentos nos permitirán conservar el
equilibrio estratégico de fuerzas", recalca.
El resto del discurso sobre el estado de la nación se ha centrado en
cuestiones más domésticas. De manera muy especial el presidente ruso ha
subrayado la necesidad de frenar la caída de la población. "Ninguna
inmigración resolverá el problema demográfico de Rusia si no creamos las
condiciones y estímulos necesarios par aumentar la natalidad en nuestro
propio país", ha dicho tras proponer una serie de incentivos económicos
para incrementar el número de nacimientos.
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