casco insumissia fusil roto
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Muere el juez Joaquín Navarro

Servicio incivil (Joaquín Navarro)

Servicio incivil (Joaquín Navarro)

Gracias a su labor crítica conocemos hoy algunos de los pactos que se cocinaron durante la elaboración de la Constitución y el nuevo orden surgido del franquismo al que daba lugar. En esos momentos era diputado del PSOE y formaba parte de la ponencia constitucional. Su rechazo al pacto de silencio en torno a esa negociaciones nos ha permitido saber la imposición del artículo 8 por parte del Ejército. Durante el resto de su carrera, ya ligada al PCE, ha desvelado constantemente los mecanismos de poder y sumisión contenidos en el sistema que ha emanado de esos pactos. Como muestra y como homenaje a este nada común juez, os ofrecemos en INSUMISSIA un artículo suyo entorno a la insumisión y la ley de servicio civil que en esos momentos se preparaba en los laboratorios del Ministerio del Interior.


Servicio incivil
Joaquín Navarro

Si la subasta electoral no lo anticipa, dentro de dos años desaparece el servicio militar obligatorio. Debería desaparecer con él la insufrible militarización de mentes y conciencias juveniles a través del más tosco e ignorante patrioterismo de zahúrda. La despreciable violencia física y moral ejercida sobre toda la población juvenil en nombre de la patria, la solidaridad, la virilidad y la testosterona cuartelera. Con el servicio militar obligatorio desaparecerá también el vil ensañamiento contra las conciencias juveniles más libres, idealistas y solidarias del país: los insumisos.

En tiempo de encanallamiento colectivo que desborda cualquier Everest de indecencia, los insumisos al servicio militar y a la prestación social sustitutoria -servicio paramilitar- han sido el único refugio del honor civil de nuestra sociedad. El poder no lo podía permitir. Los ha perseguido con la cárcel, la picana, la muerte civil y todos los menesteres -y los ministerios- típicos de la ferocidad represiva de esa máquina de violencia que llamamos Estado. El penúltimo invento punitivo de los verdugos fue el ostracismo más radical. No eran ciudadanos aquellos que tenían mayor pasión por la libertad y la justicia. No merecían ser becarios, funcionarios, electores o elegibles los ciudadanos más distinguidos por su amor a la libertad política, que causa pavor a las clases dirigentes. Si no hay libertad que no procure miedo a los poderosos, la libertad política los aterra hasta la eventración psíquica. Como dice Noam Chomsky, a ningún Estado le interesa la justicia ni le inquieta lo más mínimo ser injusto. La represión de la insumisión es un baldón de ignominia tan imposible de olvidar como de reparar.

Como siempre ocurre, los insumisos tenían razón. Sólo la conciencia radicalmente libre conduce a la emancipación política y a la dignidad moral. Los objetores que aceptaron el servicio paramilitar de la prestación sustitutoria han servido, básicamente, de masa de maniobra para procurar mano de obra barata e impedir que verdaderos puestos de trabajo fuesen ocupados por la multitud de jóvenes parados que sólo tienen experiencia de miseria y marginación. La gran mayoría de los ciento once mil jóvenes objetores con prestación sustitutoria ocupan empleos mondos y lirondos. Los soldados no. Los objetores sí. para que aprendan a quedarse en la mitad del camino. Ahora el poder anda alarmado por la desaparición «manu militari» de ese ejército laboral gratuito. Y quiere recurrir desesperadamente al «servicio civil» como alternativa al servicio paramilitar. Como no puede hacerlo obligatorio, quiere premiarlo con becas, puestos funcionariales, viviendas sociales y todo lujo de
«privilegios». El dominio de la recompensa es el último refugio del poder arbitrario. Aquello que se negaba a los insumisos -porque eran considerados como ilotas- es lo que se ofrece como premio a los nuevos siervos de la gleba, a los que no se pueden permitir el «lujo» de la dignidad. Los jóvenes voluntarios que se comprometen espontáneamente en trabajos de solidaridad con los más necesitados no tienen premio alguno. Los insumisos tampoco. Los que han de servir a la fuerza, al servicio civil. Al parecer, ser más obediente, sumiso y boyuno avala un promisorio futuro funcionarial, una beca próvida y una vivienda perfectamente social. El ejército de parados irá a parar al servicio civil. Es decir, al más incivil y esquirol de los servicios. Como dijo Homero, «el más idiota sólo se instruye por el acontecimiento». Nuestros jóvenes han recibido una instrucción insuperable sobre la miseria y la opresión a la que conducen la docilidad y la servidumbre. Si no se rebelan de alguna forma, asistirán a mayores revelaciones de impudicia.

Con miedo, la libertad es imposible. Sin miedo, la democracia es inevitable.

(Publicado en LA RAZÓN, 19 de enero de 2000)

  • 4 de mayo de 2007 16:13, por Xarlo Etchezaharreta

    Cuando Baltazar Garzon me encarcelo en Soto, Don Joaquim se levanto para defenderme. Tuve el placer de conocer a este senor y decia que eramos amigos. Todo un honor para mi.
    La noticia me pillo de vacaciones y me entere con mucha demora. Joaquim, me amargaste la vida pero seguire queriendote ...
    Un gran Hombre y un gran amigo que siempre seguira en mi corazon...
    Hasta siempre, Joaquim... Eskerrik asko por todo...

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