La objeción fiscal al gasto militar se desarrolla en España desde hace más de dos décadas.
Aunque la pretensión de convertirse en una campaña de desobediencia civil que ponga en cuestión los cimientos del propio gasto militar y que genere un debate hacia su abolición no han generado la misma dinámica que la insumisión, lo cierto es que persisten unas mil personas ejerciendo este medio de protesta.
El País ha extractado en un artículo publicado el miércoles 28 de abril de 2010 algunas de las contradicciones desde el punto de vista teórico en que entran los debates filosóficos y jurídicos ante este hecho y, en lineas generales, resume de forma adecuada el estado de la reflexión al respecto en estos ámbitos.
Visto desde el punto de vista de las aspiraciones y las posibilidades de generalizar un comportamiento desobediente en materia de gasto militar, hasta el punto de afectar de forma decisiva a éste o de obligar a cambios políticos, entendemos que la objeción fiscal, tal como se propone, no ha tenido el éxito que se esperaba.
Lo peor que nos podría pasar es que se considere en el mismo plano la objeción fiscal que la insumisión fiscal de Esperanza Aguirre o de las otras propuestas. Tampoco sería solución que la presión ante los poderes se zanjara con la autorización de un derecho de exclusión o de objeción de conciencia (que siga el gasto militar pero mis impuestos directos queden excluidos de su financiación, con lo que a) el gasto militar sigue y b) además lo pago con el resto de mis impuestos y con la autorización de unos presupuestos generales del estado en cuya decisión no pintamos nada), o que nos permitan un cierto derecho de determinación (al estilo de la cuota del IRPF para otros fines sociales o sostenimiento de la iglesia católica).
Sin entrar a valorar el importante testimonio personal y el compromiso político de los objetores fiscales que aún continúan persistiendo, lo cierto es que conviene debatir más profundamente sobre las razones de no crecimiento del número de objetores ni de la eficacia de la campaña, tanto las que afectan a las actuales condiciones de transmisión, en condiciones realmente muy desfavorables, de los mensajes y propuestas en nuestra sociedad, para conseguir un mayor número de desobedientes, como las que puedan afectar a la metodología empleada y los límites que pueda tener, la necesidad de pensar otras mediaciones más o diferentes, y un largo etcétera que, entendemos, podría servir de aliciente para hacer de la crítica del gasto militar un puntal para la lucha antimilitarista y por la abolición de los ejércitos.
En todo caso, un ejemplo más de que se puede luchar contra el militarismo por muchos medios y de que no estamos solos en estas luchas, que aglutinan, en unas u otras propuestas, a un importante número de personas dispuestas a hacer de su acción directa y de conciencia una herramienta de cambio social.
¡Anónimos objetores/as fiscales al gasto militar, uníos!
Datos de la campaña de Objeción Fiscal al Gasto Militar 2009 en el Estado Español
Hugo Alcalde y Jorge Güemes: dos objetores fiscales que plantan cara a Hacienda y al militarismo