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Algunos errores de teóricos de la no-violencia [artículo de opinión]
Per B.R.S.
Vaya por delante que no estoy en contra de la lucha no-violenta. Existen métodos de lucha que, aunque no hayan sido inventados por los teóricos de la no-violencia, se pueden considerar como no-violentos o pacíficos, en el sentido literal de que no son métodos violentos y estos métodos de lucha me merecen todo el respeto.
La manifestación, por ejemplo, puede parecernos a menudo repetitiva y absurda, sin embargo, sirve para que los simpatizantes de una determinada causa puedan encontrarse en la calle y charlar, conocerse, compartir un escenario de agitación. También puede servir para visibilizar el apoyo o el rechazo a algo o alguien o para escenificar la unidad de diferentes sectores en torno a algo. Otros métodos pacíficos de luchar, como concentraciones y sentadas cumplen una función análoga.
Los conciertos, además de cumplir esta función, permiten reunir fondos que pueden ser utilizados para una causa justa.
Las huelgas y campañas de boicot son más efectivas, en el sentido de que atacan directamente el bolsillo de un enemigo y no hace falta, para ellas, recurrir a la fuerza.
Algo parecido podría decirse de la desobediencia fiscal y, en general, de la desobediencia civil, que permite que el estado se vea privado del apoyo de un sector de la población para ejecutar sus políticas.
Además de estos ejemplo, hay otros métodos de lucha que son igualmente útiles y que, complementados con el debido debate y la propaganda de las entidades que luchan, permite avanzar en procesos de lucha sin recurrir a la violencia.
Pero, pese a todo esto, algunos teóricos de la no-violencia recurren, en sus textos, a argumentos que a algun@s nos parecen erróneos. Me refiero a los siguientes:
• La defensa del amor a todas las personas y la crítica al odio (especialmente entre aquellos teóricos de inspiración cristiana). Por mucho que lo predicara Jesús de Nazaret, el amor a todas las personas es imposible. Para amar hay que conocer y uno sólo puede conocer a un pequeño número de personas; lo que sí se puede hacer es respetar a todo el mundo, que es distinto. Además, sería absurdo amar al opresor, al genocida, al torturador, etc. Estos sujetos son nuestros enemigos y, aunque sean humanos, no merecen nuestro amor. En lo que respecta al odio, no es un sentimiento agradable ni deseable y en ningún caso debería ser el motor de acciones que se pretendan revolucionarias, pues difícilmente pueden ir el odio y el progreso de la mano, no obstante, el odio a quien nos oprime, nos hace daño, etc. es comprensible e incluso respetable. Lo que debemos hacer es superar el deseo de venganza y buscar lo más justo para acabar con la injusticia.
• Entender la reconciliación como una tarea en la que l@s promotores/as de un nuevo mundo tenemos más responsabilidad que los guardianes del viejo. La reconciliación entre personas con intereses antagónicos es posible, pero ambas partes deben poner de su parte. Por ejemplo, la lucha de clases puede acabar en reconciliación si, después de la victoria del proletariado, instituimos una sociedad en la que los antiguos patronos no sean discriminados ni maltratados en ningún sentido. Entonces, cuando hayamos construido una sociedad justa, podremos reconciliarnos, pero sólo si nuestros antiguos opresores renuncian a serlo. Si se empeñan en hacernos la vida imposible, tendremos que expulsarles, encerrarles o reprimirles de alguna manera.
Para que haya reconciliación, tiene que haber voluntad de las dos partes. No podemos pretender reconciliarnos con quienes nos están oprimiendo o dañando de alguna manera, sólo cuando hayamos conseguido que dejen de hacerlo.
• Se dice que la no-violencia se centra en la destrucción de (o ataque a) las relaciones y estructuras sociales o culturales, mientras que la acción violenta se centraría más en la destrucción de (o ataque a) las personas. A esto hay que poner dos objeciones:
Primera, que el sistema, tiene otro pilar, aparte de las relaciones y la superestructura (esto es, su cultura e ideología) y las personas que ejecutan esa ideología, como son las infraestructuras con las cuales se materializan las ideologías del sistema. Hay diversidad de opiniones sobre si destruir infraestructuras de forma quirúrgica es o no violencia, lo que está claro es que si se destruyen las infraestructuras con las que se ejecuta la opresión, esta se vuelve impracticable.
Segunda, que el sistema tiene una cúpula, el Poder, formada por personas y que, a través de acciones y ataques contra esas personas (que no tienen por qué ser atentados contra su vida) se puede cambiar su forma de ejercer el poder, conseguir contraprestaciones o condicionar su política. Algo parecido puede decirse de altos funcionarios que desempeñan cargos de cierto poder y a los que podemos atacar para conseguir esos mismos efectos, si bien las posibilidades de éxito no son tan altas.
• La creencia en el poder de la convicción. Algunas personas, simplemente, no quieren o no pueden cambiar de ideas, no vale la pena que esperemos convencer a todo el mundo de las nuestras, separémonos del resto y procuremos hacer justicia. ¿Y si alguien está empeñado en ejecutar un genocidio? ¿Qué es más práctico, intentar convencerle mientras sigue matando gente, o matarlo a él y parar la masacre?
• La creencia en la omnipotencia de la no-violencia. Hay cosas que sólo se pueden hacer recurriendo a la fuerza; ningún teórico de la no-violencia ha explicado jamás qué haría él para parar una intervención militar, ya sea interna (golpe de estado) o externa (invasión), mucho menos proponer alternativas a la violencia para parar un genocidio. Si de ell@s dependiera, Europa todavía estaría dominada por Hitler y l@s hebre@s, gitan@s, anticapitalistas, homosexuales, etc. de este continente habrían perecido en los campos de exterminio.
Recomandamos la lectura de La no-violencia como «espada sanadora», crítica a un plémico texto titulado «El pacifismo como patología» de Ward Churchill.
Sin entrar a discutir pormenorizadamente el artículo, hay varias cosas que me llaman la atención
• La creencia en el poder de la convicción. Algunas personas, simplemente, no quieren o no pueden cambiar de ideas, no vale la pena que esperemos convencer a todo el mundo de las nuestras, separémonos del resto y procuremos hacer justicia. ¿Y si alguien está empeñado en ejecutar un genocidio? ¿Qué es más práctico, intentar convencerle mientras sigue matando gente, o matarlo a él y parar la masacre?
Vaya, ¿y en que asamblea u órogano decisorio similar se decide quien es «ejecutable» y quién nos? ¿son decisoones que hay que tomar por consenso o por mayoría simple? ¿se pueen revocar esas decisiones? (lo digo porque las técnicas en los mmss para resucitar a los muertos no estántodavía muy desarroladas).
• La creencia en la omnipotencia de la no-violencia. Hay cosas que sólo se pueden hacer recurriendo a la fuerza; ningún teórico de la no-violencia ha explicado jamás qué haría él para parar una intervención militar, ya sea interna (golpe de estado) o externa (invasión), mucho menos proponer alternativas a la violencia para parar un genocidio. Si de ell@s dependiera, Europa todavía estaría dominada por Hitler y l@s hebre@s, gitan@s, anticapitalistas, homosexuales, etc. de este continente habrían perecido en los campos de exterminio.
Personalmente, no conozco a nadie que crea que la noviolencia es omnipresente. Y hay que recordaruna vez más que la noviolencia ES UNA ALTERNATIVA A LA PASIVIDAD, no a la violencia (lugar común en el que caen TODOS los críticos a la noviolencia). Recomendamos la lectura de Situaciones históricas de resistencia noviolenta
que a buen seguro sorprederá a autor del texto.
Besos.
No entiendo por qué se pone a criticar a los teóricos de la noviolencia y no se ha leido una sola página de lo que han escrito.
1) solo le gustan los métodos noviolentos que no han sido inventados por los teóricos... curiosamente los teóricos no han inventado ni un sólo método, eso lo han hecho los prácticos,...el propio Gandhi, que pasa por ser uno de los inventores de métodos reconocía que había tomado la idea del boicot del boicot chino a Estados Unidos a principios del siglo XX, de la objeción fiscal por la negativa de los revolucionarios norteamericanos a pagar impuestos a Gran Bretaña en el XVIII, la huelga general por las movilizaciones rusas de 1905, etc etc
2) «Defensa del amor...» esto solo lo hacen teóricos de la corriente ética, los de la corriente pragmática se centran en torno a la efectividad de los métodos. En cualquier caso, es totalmente respetable ese punto de vista, aunque no se comparta.
3) «Entender la reconciliación como una tarea en la que l@s promotores/as de un nuevo mundo tenemos más responsabilidad que los guardianes del viejo.» No conozco ningún texto que diga que reconciliación signifique sumisión, eso es un mito más de los comunistoides que se niegan a ver un mundo en el que hay más variedad que la división de clases,por ejemplo, divisiones étnicas, nacionales, de género, de edad... Además, las divisiones sociales se efectúan en torno a criterios de consumo, y no de clase, como es la forma de vestir, la música que se escucha, el equipo de futbol etc...
4) Todo ese rollo marxista de superestructuras e infraestructuras no es más que una desastrosa opinión que la Unión Soviética se encargó de demostrar errónea. Si asesinas a un funcinoario otro ocupará su lugar, ya lo dijo Etienne de la Boitie en el siglo XVI. Si basas tu poder de negociación en la capacidad para ejercer la violencia quedarás totalmente al margen la legitimidad de la causa por la que estás luchando... (Muller dixit) Estas objeciones son tan sólo opiniones vanas cuando no delirios de magnicida frustrado.
En cuanto al poder de la convición. De nuevo esa es una teoría de la corriente ética (Tolstoi, Gandhi, Luther King etc) que los autores de la corriente pragmática (Weber, Sharp, De Ligt, Brian Martin etc) ya se han ecargado de refutar precisamente mediante el análisis del el papel de los medios de comunicación británicos en las campañas de satyagraha de Gandhi.
Curiosamente la mayor parte de los esfuerzos de los teóricos de la noviolencia se dirigen a señalar estrategias para casos extremos de ocupación militar, invasión, dictadura fascista etc. Ya es la época de entreguerras hubo grandes esfuerzos al respecto, como fue el Plan de Ligt.
En resumen: hay decenas de teóricos de la noviolencia y varias corrientes: ética, pragmática, alternativa de defensa nacional, antimlitarista/anarcopacifista... es curioso ver como la gente retiene una imagen distorsionada y se atreve a escribir algo sobre lo que desconoce. De hecho la propia grafía no violencia, no-violencia o noviolencia implica serias diferencias de criterio.
El artículo bien se podría titular: mitos marxistas sobre la noviolencia...
Ejem, yo no sé si soy de la corriente ética o la pragmática, el caso es que aunque no baso mi opción por la noviolencia en el amor que me inspiran los demás humanoides -por razones obvias-, tampoco es que la defienda por su eficacia. Para mí tiene más que ver con lo que decía Gandhi de «hacer la experiencia de la verdad». En fin, yo soy muy raro.
Estoy bastante de acuerdo con la respuesta de Narciso Bello, aunque no creo que este tipo de argumentaciones sean monopolio de «los marxistas» -incluso diría que son más endémicas de la jerga ’black block’, los marxistas ni se preocupan-. De hecho, lo de traer a colación las infraestructuras y las superestructuras me parece uno de los méritos del texto original, y no deja de tener un paralelismo con los escritos de los teóricos de la noviolencia sobre «violencia directa» y «estructural». Lo que pasa por alto el texto original, a mi juicio, es una de las aportaciones de la noviolencia: para liberarse del poder de las infraestructuras no hay que destruirlas y construir después el mundo mejor, hay que construir ya las estructuras alternativas, creando espacios donde el personal podamos romper la dependencia del sistema. Si no se tiene esto, la fuerza no sirve de nada, y sí se tiene, la fuerza es, seguramente, innecesaria.
Un gato al que es difícil ponerle el cascabel. El caso es que hay una película precisamente soviética de los años 30 -aunque prohibida, si mis informaciones no fallan- que ilumina mucho sobre estas dificultades: La felicidad, de Alexander Medvedkin. A paso de mula se puede encontrar -la película, y la felicidad supongo que también-.
El texto original comete el olvido -de bulto- de no considerar el sabotaje entre los métodos coherentes con la noviolencia (lo siento por el pretendido monopolio del black block, pero el sabotaje es un método noviolento), y el error -menos evidente-de tomar la manifestación como algo típicamente noviolento. Mi experiencia es que hay pocas cosas tan militaristas en la meseta central de la península ibérica que el 90% de las manifestaciones «para las masas», -incluso acompañadas de actividades lúdicas, tambores and co., como penosos sucedáneos de la cabra de la Legión a la hora de dar una nota de color-. Y en todo caso, conozco a poca gente tan aficionada a convocar manifestaciones como los de la izquierda más favorable a la lucha armada.
En fin, insisto en que no son las razones de la corriente pragmática sobre la eficacia las que me parecen más convincentes. De hecho, creo que no contamos con éxitos tan elocuentes -un Michael Randle, en «Resistencia civil», consigue una lista abultada de éxitos incluyendo movilizaciones contra gobiernos del pacto de Varsovia que no creo que haya que considerar propiamente noviolentas, visto para que han sido eficaces-. Con la noviolencia como proyecto político pasa lo que decía Einstein del socialismo -«no merece la pena discutir con alguien tan obtuso que no se dé cuenta de su superioridad»-; pero a la hora de hablar de la capacidad para llevarla a cabo, creo que tenemos que ser al menos más prudentes, porque los obtusos son muchos y a lo peor a alguno lo tenemos cerca.
Interesante debate sobre la efectividad y legitimidad de la noviolencia. A mi modo de ver es que la gente, y en ello incluyo a algunos autores teóricos, muchas veces confunden los diferentes niveles de la noviolencia: ya sea como filosofía de vida, como forma de entender las relaciones interpersonales o como estrategia de acción política. Si hablamos de filosofías de vida cada cual es cada cual, y todas merecen su respeto, pero no se pueden articular estrategias de acción políticas que no incluyan otras filosofías divergentes... el fracaso será inevitable si no se trata de llegar a consensos en torno a aspectos prácticos de organización.
En cuanto a legitimidad, el debate es siempre el mismo, no se plantea en términos de si es legítima o no la acción noviolenta, a menos que hablemos de formas de desobediencia civil altamente antisistémicas, sino si es legítima o no algunos tipos de acción violenta. El problema habría que situarlo entonces en torno al objetivo de la acción política, si se trata de acabar con una situación de opresión y violencia (estructural o social o como se quiera etiquetarla) entonces es totalmente contradictorio, y se transforma en inefectivo. El caso es que muchas veces no se hace un análisis lo suficientemente sosegado acerca de las consencuencias directas, indirectas, queridas y no queridas de la acción, y se oculta un discurso irracional lleno de odio, rencor, humillación y rabia que exige sangre para calmar la ira, pero que adolece de una falta de consideración de factores que llevan al «otro» a posicionarse en posturas antagónicas. Legitimidad y efectividad son sinónimos por tanto si partimos del presupuesto ético de que el fin no justifica los medios o del práctico de que el fin se hace mediante los medios.
Para llevar la contraria al amigo Crates, señalar que el sabotaje no está oficialmente considerado como uno de los métodos de la acción noviolenta (Sharp en The politics of nonviolent action dedica un capítulo a esta discusión, espero traducirlo en breve para Insumissia, lo cual todo parece indicar que es un error plantear el debate en términos de elección entre estrategias de acción violentas o noviolentas, sino que hay otros tipos de acción: destrucción de moviliario urbano, quemarse a lo bonzo, sabotaje sin víctimas, etc que no se pueden encuadrar dentro de ninguna de las dos. Yo propondría una tercera forma de acción: incruenta, que no es noviolenta en cuanto no asume sus presupuestos estratégicos pero que sin duda alguna no son violentas. ¿son legítimas? Cada uno tendrá su opinión para cada caso.
¿Oficialmente?
Sí, a mí también me chirría que haya algún tipo de estamento capaz de catalogar lo que es o no Noviolencia. De hecho también me resulta complicada de entener esa diferencia entre lo ético y lo pragmático que se establece más arriba. A lo mejor porque yo me considero aspirante a ambas cosas sin renunciar a ninguna. Todo podrá ser...
Lo que sí me molestaría mucho -no digo que haya pasado aquí- es que se invocaran academicismos, personalidades, teóricos, intelectuales para fundamentar algún tipo de teorización sobre la Noviolencia. No pretendo negar el trabajo de la gente que se molesta en pensar y poner por escrito sus reflexiones, pero reivindico la mente popular, la mente colectiva, la mente no reconocida por las universidades y/o editoriales, y sobre todo la mente y el cuerpo que realizan de modo tangible la noviolencia, sea estilo de vida personal, sea herramienta de lucha revolucionaria, sea ambas cosas.
Salut.
No sé quien tiene autoridad para decidir si el sabotaje es o no noviolento. Pero limitándonos a sabotaje de objetivos militares, si -matices aparte- para identificarnos con esta acción o esta otra -por dar sólo dos ejemplos- las gentes de la noviolencia tenemos dudas y «necesitamos más debate», mal andamos.
Hombre, yo no creo que haya que trazar esas distinciones entre filosofías de vida y organización, moral privada y estrategias públicas, entre ética y política, entre fines y medios, y menos tratando de noviolencia. ¿No servirá la noviolencia para desinfectar la herida de la separación entre ética y política? O al menos, sin riesgo para nada más que la conciencia de quienes queremos restañarla así.
Dice Narciso que hay que buscar campañas que unan a la gente por encima de convicciones personales / privadas. No puedo estar más de acuerdo. En el marco del mundillo alternativo, nunca me he sentido tan satisfecho como cuando he participado en campañas y movilizaciones donde coincidíamos gente de tradiciones muy diversas. Pero para participar en estas movidas no tenía que abandonar mi opción por la noviolencia; en realidad, yo veía que una de las señas de identidad de la noviolencia -según Gandhi-, el antidogmatismo, daba resultado.
Está bien que haya gente que analice las campañas desde el exterior, objetivamente, desapasionadamente. Pero que esta gente analice las campañas externamente, y de paso separando lo técnico de lo ético, no significa que sus distinciones formen parte de las campañas ni de la filosofía que las inspira. Un Gandhi, un Martín Luther KIng, un Thoreau, una Simone Weil no cosecharon solo éxitos; pero por lo que sé, tampoco un Sharp o un Randle o un Muller se pueden apuntar éxitos mayores que los de las anteriores como para aceptar que ellos separen lo que los anteriores unieron -separarlo para tomar aire y volver a unirlo en la acción sí; separarlo en la acción no-.
Yo no veo por qué razón los noviolentos -entre nosotros o de cara a los demás- debemos considerar nuestras convicciones un asunto privado -más allá de la indispensable diplomacia-, y quedarnos sólo con la presunta eficacia como si estuviéramos vendiéndonos un crecepelo a nosotras mismas. O a los demás. ¿Estamos tan seguros de que eso nos permitirá llegar a más gente, hacer campañas más «amplias», como para que nuestros principios nos den igual? ¿Es un objetivo llegar a la gente?; como decía aquel director de teatro a sus actores, «No busquéis llegar al público; os perderéis, porque el público no sabe donde está». Entiendo que alguien abandone sus principios por el bienestar ajeno, o por la utilidad, pero abandonarlos por la opinión de la gente -para no crear conflictos- es algo que no se merecen ni los principios de la noviolencia -siguiendo a Gandhi- ni la gente.
Claro, que una cosa es predicar y otra dar trigo.
No hay ningún mensaje ahí ¿no?
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Queda confirmado, soy un inútil.
Hola, soy el autor del texto ke alguien (amablemente) ha colgado en Insumissia y me asomo a esta página ke (lo confieso) no conozco mucho para hacer un par de comentarios.
· Empiezo por lo más anecdótico: alguien, entre los comentarios del texto, ha empezado a citar a personajes conocidos de la no-violencia (o noviolencia, como prefiráis) y se le ha colado Simone Weil. Ke yo sepa, una de las cosas por las ke es conocida Weil es porke vino a España a combatir en la guerra civil y, no nos engañemos, a una guerra convencional (como fue akella) se va a matar personas, aunke sean combatientes enemigos. O sea ke no creo ke fuera muy «noviolenta».
· Respecto a kien es «ejecutable», empezaría por decir ke el derecho a la vida es muy importante, pero ke, en todo en la vida, cada uno debe guiarse según su propia conciencia. Dicho lo cual hay ke añadir ke hay un cierto consenso en torno a la llamada «legítima defensa», según la cual si es evidente ke una persona va a matar a otra u otras (porke es sorprendido «en acción» o porke ya lo ha hecho y hay motivos para entender ke va a seguir haciéndolo), es legítimo matarla en el acto o, incluso, ke la persona o personas ke temen van a ser asesinadas por ellas, la maten a sangre fría.
Si kien hace esto es una institución (por lo general, una fuerza militar, policial, paramilitar o parapolicial) se adapta y lo legítimo es no sólo matar al agente ke va a matar, sino también a todos sus compañeros en la ejecución de ese exterminio y, sobre todo, a sus superiores ke, en última instancia, suelen ser políticos (ministros, jefes de estado y/o de gobierno) y/o militares. En este último caso, podemos hablar de una guerra (ya sea convencional, de baja intensidad o lo ke sea). Es por esto ke algunos (nos llamen lo ke nos llamen) entendimos como legítima autodefensa la muerte de policías y militares de regímenes como el franquista o el pinochetista.
Por tanto, la decisión de matar a un enemigo no depende del número de personas que toman la decisión sino de quién es el enemigo, ké ha hecho y ké es probable ke haga (así, el anarkista italiano Santo Caserio «condenó» y «ejecutó» él solo al presidente de la república francesa Sadi-Carnot por guillotinar a otras personas antes, incluidos anarquistas).
· Lo ke critico no es la noviolencia, sino su pretendida exclusividad. Sinceramente, me molesta ke tantísima gente renuncie a la violencia, cayendo en una semi-complicidad y aduciendo ke «la violencia sólo engendra violencia» o ke «los cambios producidos por la violencia sólo se sostienen mediante la violencia», cuando todo el mundo sabe ke la parálisis económica ke puede producir una huelga de 10.000 personas es infinitamente más pekeña ke la ke pueden provocar con sabotajes 10.000 personas con martillos, artefactos incendiarios, cizallas, etc.
Como ejemplo histórico, recordar ke los millones de manifestantes pacíficos en las movilizaciones contra la guerra de Iraq (entre los cuales me incluyo) no conseguimos nada, mientras ke Mary Kelly, ella sola, paralizó un avión del ejército gringo y provocó a ese ejército daños por valor de cientos de miles de dólares. La violencia contra propiedades, considérese o no «violencia», puede ser útil y pragmática. La violencia contra personas ke nos oprimen con violencia, también.
Lo repito: si fuera por la noviolencia, el Tercer Reich dominaría europa y sus múltiples genocidios se habrían consumado, ¿alguien puede, acaso, negarlo? Pues eso.
· Por otro lado, como ya expuse en Indymedia Barcelona, el artículo sólo pretende ser una exposición de «Algunos errores de teóricos de la no-violencia». El título no engaña a nadie, como veis; no es un análisis pormenorizado ni lo es de toda la teoría de la no-violencia, sólo un análisis más bien breve de algunos errores de algunos teóricos (y, si keréis, os digo de kienes), ya ke está escrito a raíz de la lectura de un libro ke (no me importa decirlo) era el primero ke leía sobre la teoría de la no-violencia, uno de 1.976 en el ke Gonzalo Arias recopilaba textos de Jean-Marie Muller, Gandhi, Lionel Colbère, Ramamurti, André-Paul Frognier y otros autores y ke se titulaba «La no-violencia, arma política». Aparte de eso, mi única fuente sobre no-violencia son mis propias ideas y lo ke he oído en diferentes debates, asambleas y demás. No me importa decirlo: no tengo gran experiencia en estas lides y soy joven, por lo ke aún estáis a tiempo de ayudarme a evolucionar en mi «teoría personal».
· Yo no he dicho ke tal o cual método no-violento haya sido inventado por tal o cual teórico; me limito a señalar ke existen métodos de lucha ke no son violentos (y, por tanto, pueden ser calificados de «noviolentos») y ke existen teóricos políticos ke han intentado construir una teoría política noviolenta en torno a esos métodos de lucha.
· Tampoco he dicho ke «reconciliación» implike «sumisión», pero algunso de esos teóricos dan a entender ke tenemos ke intentar reconciliarnos con nuestros enemigos en el presente, cuando aún nos están oprimiendo y/o matando, lo ke me parece, cuanto menos inverosímil. Hagamos justicia y, cuando este planeta sea justo para tod@s, habrá paz, no anjtes. De la paz y el respeto vendrá la reconciliación.
· La existencia de infraestructuras y superestructuras no es ningún «rollo marxistoide», aunke reconozco ke en tiempos pasados fui marxista (casi sin haber leído a Marx ni Engels, igual ke, me temo, otr@s ke van de «marxistas»), si bien ahora soy anarkista.
Cualkier persona con ojos en la cara puede ver las infraestructuras del sistema (sin ánimo de ofender a l@s cieg@s): sucursales de E.T.T.s, sucursales bancarias, centrales nucleares, granjas, plazas de toros, bases militares, comisarías de policía, etc.
En lo ke respecta a la superestructura, es más sutil, pero también está ahí: las ideologías del sistema, sus valores y contravalores están en todo lo ke hacen (especismo, antropocentrismo, desclasamientos del proletariado, prejuicio cristiano según el cual la violencia - sobre todo si no proviene de la policía - es mala, etc.).
· Si asesinas a un funcionario, otro ocupará su lugar. Si matas a otro, y a otro, y a otro... cada vez menos gente kerrá ser funcionario (no pretendo legitimar el homicidio de funcionarios, es sólo un ejemplo, en el ke a «funcionario» se le puede añadir «ejecutor de un genocidio»). Y, si en vez de matar a cientos de funcionarios (como ha hecho E.T.A.-(m)) vas por los jefes de estado o de gobierno, verás lo poco ke tardan en sentarse a negociar contigo y lo mucho (cada vez más) ke les cuesta encontrar a un sustituto para el asesinado.
· Si basas tu poder de negociación en tu capacidad de ejercer la violencia, estarás haciendo lo ke hacen tus enemigos y así podrás comunicarte y negociar con ell@s (si es ke kieres hacerlo, ke eso es harina de otro costal). La negociación, hoy día, se basa en la fuerza. Si nos limitamos a la no-violencia, podremos tener mucho poder, pero si no nos limitamos a ningún terreno, tendremos todo nuestro poder intacto, incluido el poder de destruir, agredir y matar, ke es parte natural de neustro poder y ke no tiene por ké ser necesariamente malo. Si renunciamos a él, el enemigo sabrá ke sólo tiene ke llevarnos a ese terreno para vencernos.
La legitimidad de argumentos, por otro lado, la dan los argumentos, no la violencia o ausencia de ella, ni tampoco el número de gente ke los apoya.
Yo no tengo delirios (de momento), pero reconozco ke soy un magnicida frustrado... me habría gustado matar a Bush Jr. cuando lo de Iraq, o a Olmert hace poco, con la invasión del Líbano, etc., etc. pero no se puede tener todo en esta vida.
Ver en línea : Una reflexión particular parcialmente crítica con la teoría de la Noviolencia
En la mayoría de las cosas que dices no estoy de acuerdo contigo, prefiero considerar que tengo «oponentes» y no enemigos... en este caso estoy con Gandhi, puede que al fin y al cabo, yo no tenga razón, y usando la noviolencia por lo menos no habré causado mal irreparable alguno.
La legítima defensa no es un concepto tan claro... ¿ no es acaso el ataque preventivo legítima defensa? Todos los violentos fundamentan su violencia con legítima defensa, a muchos otros nos parece un simple pretexto para agredir, pero como bien dices, aceptar la noviolencia no significa renunciar a la legítima defensa.
podríamos seguir, pero creo que sería repetir argumentos y, al fin y al cabo, partimos de puntos de vista opuestos, creo que todo se reduce a una cuestión ética... si piensas que el fin justifica los medios no podemos seguir discutiendo.
1. He citado a Simone Weil como teórica de la noviolencia con toda intención y con conocimiento de su vida y peripecias, incluida la participación en la columna Durruti. Evidentemente, esto es un tanto abusivo respecto a un personaje complejo y dificilmente digerible para todas las culturas progresistas. Invito a su lectura.
2. No tiene sentido oponer la acción de Mary Kelly (y otras similares) a la noviolencia porque es una acción completamente asumible desde la noviolencia, al menos tal y como la entienden en su declaración ideológica muchos de los grupos que están detrás de esta página. Como noviolento, creo que en las movilizaciones contra la guerra de Irak y las que vengan sobraron manifestaciones y faltaron actos como el de Mary Kelly.
3. Al hilo de 2, creo que insistes en reducir la noviolencia a legalidad y tranquilidad, con lo que se hace muy dificil que nos entendamos.
4. Si vas matando funcionarios o jefes de gobierno, pronto se encontrará un sustituto para los funcionarios y los jefes de gobierno: el que los mata.
Lo que me parece muy acertado es lo de «La legitimidad de argumentos, por otro lado, la dan los argumentos, no la violencia o ausencia de ella».
Sucede que uno de los textos más importantes de Simone Weil sobre esta cuestión está en internet, completo y en castellano: La Ilíada, o El poema de la fuerza.
Por lo visto, Weil debe de ser la autora feminista más malinterpretada de la historia. No solamente la han alistado en las filas de la lucha armada sino que también hay quienes la hicieron formar parte de las tropas de la OTAN durante los bombardeos de Yugoslavia en 1999:
http://www.antimilitaristas.org/article.php3?id_article=1012
Ella distingue entre «fuerza» y «guerra», como no podía ser de otra manera. En la obra que citas más arriba toma la guerra de Troya y Elena como metáfora del origen de la guerra. Según Ida Dominijanni en el mismo artículo:
La raíz de la guerra es así una raíz fantasmagórica e imaginaria, denuncia Simone Weil, quien la relaciona más adelante a la raíz a su vez «delirante» del poder, que -a pesar de su pretendida racionalidad- vive y se auto-alimenta de una dinámica «ilusoria y arbitraria». Pero volvamos a las causas. En las guerras contemporáneas, continúa Simone, «el papel de Elena es interpretado por las palabras ornamentadas de mayúsculas... Las palabras que tienen un sentido y un contenido no son homicidas... Pero si se pone la mayúscula a palabras vacías de significado, a la mínima presión de las circunstancias, los hombres amontonarán ruina tras ruina repitiendo estas palabras, sin poder alcanzar jamás algo que las corresponda; nada real las podrá corresponder, porque no significan nada». Estamos, repito, en el 37, y Simone nombra entre estas palabras «ornamentadas de mayúsculas» el léxico político completo de la época: nación, seguridad, capitalismo, comunismo, fascismo, orden, autoridad, propiedad, democracia (hoy podríamos añadir: derechos, etnias...), se han convertido ya en su opinión en «abstracciones cristalizadas» incapaces de adaptarse al cambio real. «Podemos tomar todos los términos de nuestro vocabulario político y abrirlos:»en su interior encontraremos el vacío".
En este otro artículo hay también unas reflexiones de sobre la diferencia entre «fuerza» y «violencia»para Weil:
http://www.nodo50.org/tortuga/article.php3?id_article=1100
Para Simone Weil, si participamos del prestigio que la sociedad confiere a la fuerza, estamos apoyando, sin saberlo, algunos hechos criminales. Por contra, dice la escritora, pensar, como un ejercicio de desear conocer la verdad, más allá. de las ideologías que proporcionan pensamientos enlatados, puede ser enemigo de las fuerzas que dominan la sociedad. Es, como decir NO, negarse a someterse a ellas.
A «Narciso»: Respecto a lo de «oponentes» o «enemigos», «oponentes» me parece un término un tanto suave para hablar de genocidas, torturadores, asesinos, violadores y ese tipo de gentuza. Yo no tengo ningún problema en decirlo: son mis enemigos y les odio y es bastante probable ke acabe matando a algun@ de ell@s (el tiempo dirá).
De hecho, si aceptamos la lucha de clases (y hay que ser muy «especial» para no aceptarla), reconoceremos ke l@s ric@s son nuestros enemigos de clase, lo cual no significa ke haya ke matarlos.
Resepecto a la razón, me parece evidente ke nadie la tiene... yo soy relativista y creo ke no existe la Verdad Objetiva, pero existe mi verdad y una de mis verdades es ke si tengo ke elegir entre matar o morir... date por muert@.
No podemos luchar por la Verdad, pero podemos luchar por un mundo basado en el respeto, la libertad, la igualdad y la solidaridad; un mundo en el ke kepamos tod@s. No creo ke me ekivoke al decir esto.
Dices ke «usando la noviolencia por lo menos no habré causado mal irreparable alguno»... o sí. L@s chilen@s optaron mayoritariamente por la noviolencia para resistir al golpe pinochetista y al régimen posterior ¿resultado? La revolución chilena fue aplastada, miles de personas murieron igualmente y el capitalismo no fue derrocado en ningún país, cuando la revolución anticapitalista podría haberse podido extender por todo el mundo. Esto, evidentemente, es política-ficción y nunca sabremos lo que podría haber pasado, pero, en cualquier caso, podrían haberse salvado millones de vidas matando a unos cuantos genocidas milikos y policías.
No es cierto ke tod@s l@s violentos legitimen o legitimemos su / nuestra violencia con el argumento de la legítima defensa. Yo, al menos, hace años ke no lo oigo y no me extraña, es un argumento ke sólo puede aplicarse en casos muy concretos y, desde luego, no es compatible con la doctrina de la «guerra preventiva».
Respecto a si «el fin justifica los medios»... yo diría ke sí, entendiendo lo ke la frase realmente significa: ke cada fin justifica sus propios medios, ni más, ni menos. Podemos darle un puñetazo a un tipo porke nos está atacando, pero no a un niño porke nos keremos comer su caramelo, ¿no crees?
A «Crates decadente»: Respecto a la relación entre noviolencia y sabotaje, es cierto ke hay algun@s noviolentos ke consideran ke el sabotaje no es violencia, no obstante, reconocerás ke no deben ser much@s, siendo ke el sabotaje es una práctica muy minoritaria, incluso en ambientes altermundistas y ke l@s ke lo hemos practicado o lo practican suelen/solemos ser l@s violent@s.
Respecto a lo de matar jefes de gobierno, te hablo desde una posición anarquista, por lo ke entenderás ke en lo úlitmo ke pienso es en ocupar su lugar. Te remito (de nuevo) al caso de Santo Caserio y Sadi-Carnot.
Ver en línea : Mi artículo
Bueno, tampoco hay muchos noviolentos... y luego están los que dicen que no son noviolentos pero se quedan en lo que hacen muy detrás de lo que dicen ellos que harían y lo que hacen los noviolentos.
Supongo que no vamos a entrar en confundir la razón con el número. Lo cierto es que el sabotaje como tal no distingue a «los violentos» de los noviolentos. Por lo tanto, la noviolencia no es inferior en esto, como insistias; entonces, ¿por qué rechazarla o establecer diferencias?
El caso de Caserio y los otros ’propagandistas por el hecho’ supongo que no lo pondrás como un ejemplo de eficacia avalada por la historia, teniendo en cuenta la historia que vino después. En cualquier caso, si hubiera tanta gente dispuesta a matar jefes de Estado como para que el poder perdiese su atractivo, y esa gente no estuviera interesada en ocupar un puesto de poder -institucional o simbólico-, si hubiera toda esa gente, la violencia no sería necesaria. Sería tan multitud, que con que no colaborasen con el sistema, éste caería por su peso. Al menos yo no veo a los que han mostrado esas disposiciones haciendo mucho por la revolución, y desde luego el ejemplo de ETA, por parte de un anarquista, deja mucho que desear, no sólo por los principios, sino por los hechos y el «proceso de negociación».
La jerarquía sólo desaparece mediante la colaboración y el apoyo mutuo, el resto -victorias definitivas mediante la lucha armada y tal- es religión, y mala.
¿Has leído ya algo sobre Simone Weil?
El caso de Santo Caserio lo pongo como un ejemplo de coherencia y de eficacia operativa: se trataba de matar a Sadi-Carnot y fue este kien murió, nada de «daños colaterales» (ke dirían algun@s), ni herid@s, ni nada por el estilo. Tristemente, la muerte de Sadi-Carnot (tan trágica como la de cualkier otro ser humano o animal) no sirvió para ke otr@s tomaran ejemplo de Caserio, pero eso a kien deja en mal lugar es a la sociedad francesa de la época y a la humanidad en general, ke no estuvieron a la altura, y no al pobre Santo, ke hizo lo ke tenía ke hacer y dejó la vida en ello.
No estoy seguro de saber a ké te refieres cuando hablas de «la historia que vino después» (¿a su ejecución?).
Dices ke «si hubiera tanta gente dispuesta a matar jefes de Estado como para que el poder perdiese su atractivo, y esa gente no estuviera interesada en ocupar un puesto de poder -institucional o simbólico-, la violencia no sería necesaria. Sería tan multitud, que con que no colaborasen con el sistema, éste caería por su peso».
Ay, hij@ mí@. Estoy seguro de ke eres una buena persona (posiblemente, mejor persona ke yo), pero creo ke, al decir eso, pecas de ingenuidad. Para provocar un colapso a base de noviolencia, desobediencia civil y demás hacen falta millones de personas (salvo en países poco poblados como Tuvalu o Islandia), pero, con lucha armada, bastan unos pocos miles bien armad@s (armad@s, antes ke de armas físicas, de voluntad) para «liar la de Dios». Y con esto me refiero, por ejemplo, a forzar una negociación (si un@ kiere hacerlo) o arrancar una medida al enemigo. En el caso de Santo Caserio y Sadi-Carnot, si tras la muerte de amb@s otr@s hubieran matado el relevo de Caserio y hubieran matado al sucesor de Sadi-Carnot (o, al menos, lo hubieran secuestrado y puesto en un lugar seguro) y seguido así una y otra vez, con cuatro o cinco presidentes de la república francesa que hubieran atacado, dejando siempre claro que había una posibilidad de paz (la abolición de la pena de muerte), las autoridades francesas probablemente se habrían rendido y habrían abolido la pena de muerte. Después, serían tan sencillo como liberar a los presidentes secuestrados (caso de haber optado por el secuestro) o parar de matarlos (caso de optar por el homicidio) y objetivo cumplido. El hecho es ke lo de Caserio kedó en un caso aislado y la pena de muerte tardó más de 50 años en ser abolida en France (si mal no recuerdo). Kién sabe cuántas vidas se podrían haber salvado matando a unos cuantos presidentes asesinos.
Por cierto ke yo (como es habitual entre anarkistas) no he mencionado a ninguna de las E.T.A.s más ke, en el caso de E.T.A.-(m), para criticarla. No entiendo tu mención a ella.
Dices ke «La jerarquía sólo desaparece mediante la colaboración y el apoyo mutuo» y estoy de acuerdo, pero también me parece claro ke una de las razones por la ke l@s poderos@s son tan despóticos y violentos es porke se sienten invulnerables. Si lo más ke tienen ke temer es una manifestación delante de sus casas, eso no cambiará (y se kitarán de encima a l@s manifestantes llamando a l@s antidisturbios), si les demostramos ke podemos agredirles, secuestrarles e incluso matarles (en función de sus responsabilidades) empezarán a tomar nuestras reivindicaciones más en serio y a respetarnos más.
Yo no he hablado de «victorias definitivas mediante la lucha armada» lo ke digo es ke la lucha armada puede ser un buen complemento de la lucha pacífica, de cara a liberar detenid@s y pres@s, combatir la represión y para golpes de estado, invasiones y genocidios.
Me temo ke no he vuelto a leer nada de ni sobre Simone Weil, prometo hacerlo más adelante.
La historia que vino después es la I guerra mundial. Pocas veces ha habido tanta gente armada, y todos «del pueblo».
Con todo respeto a los pocos miles armados que se están jugando el pellejo, al menos unos pocos miles armados andan defendiendo al parecer proyectos revolucionarios en diversos países de America Latina, Oriente Medio... y no les veo salir adelante. O sea que hace falta algo más -o menos- que unos pocos miles armados.
En cualquier caso, unos pocos miles armados imponiendo sus ideas a golpe de pistola no son más que un gobierno más. Incluso si lograrán sus objetivos, luego tendrían que velar por conservarlos, supongo que con las armas.
Salvo que todo el pueblo decidiera seguir el ejemplo de Caserio y liquidarlos. O... ¿no sería mejor que esos revolucionarios se encontrasen enfrente con una población con convicciones noviolentas que aplicase métodos noviolentos -desobediencia civil, boicot, sabotaje- para que a esos nuevos gobernantes no se les subiesen los humos?
Sí, es un supuesto imaginario que toda la población esté dispuesta a defender un mundo más justo mediante la noviolencia. Pero según tú, también es imaginario suponer que un número suficiente de gente adopta los métodos de Caserio, así que no es esa la cuestión.
Y si hubiese una población suficiente para defender la justicia mediante la noviolencia, ¿no sería mejor que esa población se ocupase de bajar los humos a los gobernantes actuales, sin pasar por esos atajos interminables de la lucha armada?
No estoy en absoluto de acuerdo con ke «unos pocos miles armados andan defendiendo al parecer proyectos revolucionarios en diversos países». Andan defendiendo lo ke sus líderes les dicen ke defiendan, si est@s les dijeran ke defendieran el sexo de los ángeles, la mayoría de esos guerrilleros/terroristas/lo ke se kiera correría a hacerlo, la mayoría son leninistas, nacionalistas y demás elementos.
Cuando aparezca una insurgencia armada anticapitalista, siguiendo la estela del A.L.F., los F.T.P. o el E.L.F. veremos todo lo ke puede dar de sí la lucha armada, un nuevo concepto de activismo armado a años luz de toda la mierda ke la humanidad ha soportado hasta ahora, sin líderes, sin matanzas, sin «daños colaterales». Pura y simple defensa del ser humano, hasta sus últimas consecuencias.
Yo no digo ke la lucha armada sirva para articular una revolución, digo ke sirve como apoyo de ella. La revolución necesita reducir al mínimo las muertes en el tajo, pues ahí estará la insurgencia armada para amenazar a los patronos que no cumplan las medidas de seguridad y reprimir a kienes persistan en esa actitud y no hagan caso de las amenazas.
La revolución necesita dinero, pues ahí estará la insurgencia armada para robar a los ricos todo lo ke haga falta (secuestros, «impuesto revolucionario», atracos, robos, etc.)... ¿o es ke los noviolentos pensáis financiar al Tercer Mundo con las cuotas de l@s afiliad@s a O.N.G.s? ¿O dejar ke la gente en esos países siga muriendo de hambre hasta ke la mayoría sea consciente del problema?
No, señores. Los problemas como la desnutrición, el genocidio de los pobres, son urgentes. Antes de convencer hay ke empezar a vencer, aunke sólo sea para salvar vidas.
Este llamamiento a la lucha armada puede sonar desesperado, pero es ke estamos en una situación desesperada. Si hay ke matar a miles (de genocidas) para salvar a millones (de inocentes), hagámoslo, pero hagámoslo YA.
Ah, pensé que lo único que criticabas de ETA es que «se quedaba corta».
No sé de donde se alimenta esa otra verdad relativa tuya de que matando a «a unos cuantos genocidas milikos y policías» hay menos víctimas al otro lado. Aunque es cierto de que no dejan de ser elucubraciones (si tomas un camino nunca sabras cómo te hubiera ido con el otro), la historia nos demuestra que las reacciones del poder a la resistencia armada siempre son más enfermizamente desproporcionadas que ante la resistencia pacífica (de hecho, además de l@s resitentes armad@s siempre cae población civil en una proporción de 9 a 1, como en el resto de las «guerras», o ¿es que iban a ser estas diferentes?), y que en las guerras de «liberación» (por eso mismo) mayoritariamente muere mucha más gente que en la resistencia civil a las dictaduras.
Mi teoría de ke se puede parar un genocidio matando a sus dirigentes no se basa en ninguna experiencia histórica porke nunca se ha hecho y yo no puedo hacerlo porke no conozco lo bastante a nadie ke esté de acuerdo con ello como para proponerles ponernos «manos a la obra», lo ke está claro es ke a l@s dirigentes polític@s, policiales y militares les gusta vivir y ke, cuando se les pone una pistola contra la cabeza (metafórica o literalmente hablando) much@s de ell@s adkieren la capacidad de negociar (si no la tenían antes). Por tanto, si después de matar a Carrero Blanco, E.T.A.-V (o cualquier otro grupo de la insurgencia española) hubiera matado a Franco es bastante probable que el Borbón se hubiera avenido a pactar una tregua con l@s partisan@s de Hego Euskal Herria y del resto de España. No digo ke hubiera cedido a las reivindicaciones de sus enemigos, ni mucho menos, pero sí ke kizá hubiera dado orden a sus policías, guardias civiles y matones parapoliciales, de no matar más y las fuerzas armadas insurgentes se habrían comprometido, a su vez, a no matar más, de modo que hubieran podido proseguir la lucha con huelgas, sabotajes, manifestaciones y demás. Lo mismo (en mi opinión) vale para el Chile de Pinochet, el Israel de Sharon y Olmert o los EE.UU. de Bush Jr.
Esa, a mi juicio, es la función ke cumplen los asesinatos de genocidas por parte de partisan@s: forzar al poder a una negociación para rebajar el nivel de violencia bilateral y hacer el (a veces inevitable) conflicto menos trágico.
Respecto a ke la violencia de l@s poderos@s siempre es mayor contra opositores armad@s ke contra opositores desarmad@s... es cierto, pero también es cierto ke en la última invasión del Líbano han muerto tantos civiles como combatientes de Hezbollah, si no más. O sea ke la venganza de l@s poderos@s es un tanto ciega. Pero, siendo ke la rebelión violenta contra la opresión violenta es un derecho, yo diría ke la principal conclusión de esto es ke debería haber una insurgencia armada mucbo mayor, tan grande ke fuera capaz de liberar a tod@s l@s detenid@s y pres@s de la insurgencia y de matar a cuantos dirigentes estatales o paraestatales sean necesari@s si se dan los supuestos de ke he hablado.
Correcto. Dices que no se puede asegurar, pero entras a hacer fabulaciones. Ahí quedan.
A mí, al menos, como argumento no me sirve. No sé que edad tienes pero si viviste la transición ya de forma consciente recordarás que los de la caverna estuvieron a punto de reventarlo por la fuerza todo en varias ocasiones a partir del 75, tras la muerte de Franco. No me resulta creible, por tanto, que tras la muerte de Carrero la situación hubiera ido tan suave por cargarse a continuación a Franco. Tus análisis adolecen de bastante poco realismo. Más me imagino un reventón represivo del régimen (siguiendo con tu profundo análisis del perfil psicológico del borbón, el miedo no sólo produce sumisión, tambien violencia incontrolable por instinto de supervivencia). Pero, bueno, si te sirve a tí para vivir feliz con tus análisis...sigue así, yo ahí no me voy a meter.
Y respecto a las muertes civiles, está claro que no te lees con detenimiento estos comentarios, por que no haces más que darme la razón en tu respuesta: la resistencia armada siempre será peor tanto para la población civil como para la propia insurgencia. Otra cosa es que por encima de miles de muertos termine venciendo. Para mí queda claro: pero si tu prefieres incrementar el número de victimas civiles para que triunfe la revolución armada...tu mismo también: es la actitud habitual de algunos «revolucionarios»...no preguntar a las víctimas de sus actos (curiosamente, también la actitud de los ejércitos regulares) en pro de «un futuro mejor».
Y lo que es de una felicidad total son tus últimas líneas. «Valiente» argumentación. Dá la sensación que por un lado van las guerras reales, las realmente existentes hasta ahora, y por otro lado tus idílicas guerras «insurgentes liberadoras».
Perdona, donde digo:
«la resistencia armada siempre será peor tanto para la población civil como para la propia insurgencia»
quería decir
«la resistencia armada siempre será peor, tal vez no tanto para la propia insurgencia como, seguro, en sus consecuencias en la población civil»
No viví la transición de forma consciente (de hecho, nací en el 83, el año de los G.A.L.), pero me consta que la transición al liberalismo era una opción de clase de la oligarquía, por tanto, no parece muy arriesgado suponer que una muerte ligeramente anterior de Franco habría supuesto adelantar unos meses (o un par de años) esa transición. Otra cosa es que ese supuesto asesinato de Franco se hubiera respondido desde el búnker con una bravata tipo 23-F, un recrudecimiento del terrorismo parapolicial o unos disturbios de ultraderecha, hipótesis muy lógica, a mi modesto entender.
Que la reistencia armada es peor para todos implica partir de la idea de que se puede ir a peor, lo cual, si se me permite el tono negativo, es difícil.
Por ejemplo: si obligamos a l@s empresari@s de la construcción a aplicar medidas de seguridad en sus obras a punta de pistola, kizá tengamos ke matar a cuatro o cinco ke se nieguen, pero el caso es ke mueren mil obrer@s al año en accidentes, sólo en España. Yo creo ke el precio vale la pena, ¿y tú?
Si me dices ke una revolución noviolenta puede triunfar en Islandia (país muy civilizado) no te diré ke sí, pero te diré ke kizás... ahora, ke me digas ke puede triunfar en todo el mundo, me parece de una ingenuidad clamorosa (si no te lo crees, se lo preguntas a tod@s l@s ke han muerto en manifestaciones pacíficas, como l@s 5 de Gasteiz).
Lo he dicho y lo repito: si no estás dispuest@ a entrar en el terreno de la violencia interpersonal, tu enemig@ te llevará a él para ke pierdas. Es lo ke les hicieron a l@s chilen@s en el 73 y funcionó. Es triste, pero la noviolencia es impotente frente a la violencia.
Evidentemente, por un lado van todas las guerras habidas hasta ahora y por otro va la mía. La única guerra en la que creo (y en la que puedo participar) es una basada en el principio de legítima defensa, si no, no me vale y conmigo, ke no cuenten. Yo no voy a matar a nadie cuya muerte sea mayor tragedia ke su obra, eso lo tengo muy clarito.
Este debate es muy interesante, pero se está volviendo confuso por acumulación de tomas y dacas. Las cuestiones que centran las diferencias en este debate son, creo, éstas -las expongo en cursiva y las comento en normal.
1. El sistema social actual, en lo que tiene de malo, se sostiene en la pasividad de la gente.
En esto estarían de acuerdo los partidarios de la noviolencia y los de la violencia. Ocurre que el autor del artículo original cuenta la noviolencia como una forma de pasividad, cosa en la que los noviolentos, naturalmente, no estamos de acuerdo.
2. La noviolencia es sólo un método, ¿o es algo más?.
En esto no hay acuerdo ni siquiera entre gente noviolenta. De todas formas, parte de quienes pensamos pensamos que es algo más -proyecto político, filosofía de vida, etc- sentimos que debatimos con una mano atada a la espalda si sólo se nos toma en cuenta como proponente de un método, y no como algo más.
3. La violencia es sólo un método, ¿o es algo más?
Según el autor del artículo que ha iniciado esto, la violencia es sólo un método para hacer posible la revolución, con la peculiaridad de que muy poca gente la adopta. Si entiendo bien al autor, bastaría que unos pocos miles la adoptasen para abrir paso a la revolución.
En mi opinión, el autor incurre en optimismo y, desde luego, en contradicción. Salvo que espere que toda la gente que es pasiva bajo el actual sistema vaya a adoptar alegremente el nuevo orden al que abran paso unos pocos miles. Como si esa gente «pasiva» no estuviera obteniendo beneficios del actual sistema y no esperase recuperarlos.
Creo que sólo desde el marxismo puede asumirse con coherencia la violencia revolucionaria. Los marxistas están de acuerdo en que unos pocos miles pueden hundir el viejo orden, pero que ahí no se acaba la violencia, dado que hay que usarla por la seguridad del nuevo. Fuera de esto, las ideas de que mediante un golpe de mano puede abrirse paso a una sociedad anarquista son un acto de fe.
4. El sostén del actual sistema son unos pocos genocidas a los que se puede reducir con decisión, adoptando métodos violentos.
El autor del artículo parece estar seguro de que quien inicia la vía de la violencia es capaz además de asegurarse de usarla con control, unicamente sobre gente inmoral que pone en peligro vidas.
Tengo mis dudas sobre que alguien tenga tal claridad moral que sea capaz de hacer tales discriminaciones. El autor del artículo confía en ello del mismo modo que algunos drogadictos pensamos que somos capaces de controlar nuestras adicciones.
En un país como Israel, muchos de cuyos habitantes están comprometidos con la defensa de su política expansionista y depredadora, ¿dónde está la línea entre quienes son tiranos y quienes no lo son? Hay más ejemplos que el sionismo; la gente de la que se habla en este artículo seguramente son muy antisionistas, pero a efectos prácticos son como los israelíes en este sentido. ¿Dónde está la línea entre tiranos y el conjunto de gente que se beneficia de la situación?
En estas diapositivas-se avanza a la siguiente picando en pantalla- se estudian los resultados que tendría sobre las economías occidentales el que los países petroleros cobrasen algo cercano a un precio justo por el petróleo que suministran a Occidente. El golpe sobre el nivel de vida de los países occidentales es de los que seguramente sacaría a mucha gente de la «pasividad», pero no por la revolución, sino por la mano dura de los países que suben el petróleo. La situación se parecería a otras situaciones históricas, como el ascenso del nazismo; un ejemplo que preocupa mucho al autor del artículo.
Pienso que en la realidad hay muchas situaciones que exceden la capacidad de una vanguardia iluminada dedicándose a podar el mundo de tiranos -y de la mía-. En todo caso, la realidad es muy compleja como para depositar fe o anatemas en uno u otro método de lucha. Pero es el reconocimiento de esa complejidad el que algunos pensamos que caracteriza a la noviolencia -en sentido amplio, no sólo como método-.
5. La historia no es una prueba contra nuestros métodos, porque nunca han sido aplicados a gran escala.
Tanto el autor del artículo como algunos de sus rivales noviolentos echamos de menos la incidencia social de nuestros planteamientos. Si el mundo está mal, más o menos es por culpa de la gente, que no adopta nuestros planteamientos. Parece que preferimos nuestras ideas a la gente. Quizás tengamos razón, pero es una cuestión que no debemos pasar por alto, por el bien de nuestra salud mental.
Donde pone «no por la revolución, sino por la mano dura de los países que suben el petróleo», debe poner «no en favor de la revolución, sino en favor de la mano dura contra los países que suben el petróleo».
De acuerdo con que el debate se está volviendo un poco confuso.
Si os parece bien, aprovecho para aclarar algunas de mis posturas:
1) Los sistemas sociales actuales (pues hay más de uno, aunque tengan cosas en común) se basan en gran medida en la pasividad de la gran mayoría, pero da la sensación (por lo ke dices) de ke esa pasividad se debe a ke esa «mayoría pasiva» se beneificia del sistema, cuando, en realidad, (dime si no estás de acuerdo) se ve fuertemente perjudicada, si comparamos la situación en la que se encuentran con la situación de que disfrutarían en una sociedad de comunismo y sin autoridad.
Yo no pretendo decir que la noviolencia implique pasividad o que no dé algunos frutos, lo que digo es que, frente a la violencia, la noviolencia es impotente y sus activistas se ven reducid@s a la triste condición de mártires (condición poco deseable, por otra parte). Y la violencia no sólo es una realidad a pequeña escala (como en nuestra vida cotidiana: palizas de antidisturbios, alguna paliza de fascistas, casos de torturas a personas supuestamente relacionadas con E.T.A.-(m)), sino que también se da a una escala bestial (pena de muerte, muerte por inanición de millones en el Tercer Mundo). Frente a esa violencia, veo a la noviolencia más bien pasiva, no porque las manifestaciones (y alguna huelguecilla) no sirvan para nada, sino porque no le paran los pies a los violentos del poder ni salvan la vida de l@s que están a punto de morir.
2) Respecto a si la noviolencia es sólo un métdo o es algo más, supongo que es algo que debéis debatir l@s noviolent@s por lo que yo, ni entro ni salgo.
3) Lo que yo digo de la violencia no es que baste con que unos pocos miles la adopten para hacer la revolución, sino que ayudaría a dar grandes pasos, siendo siempre el sabotaje la principal herramienta y la violencia un plus para casos concretos: ello permitiría salvar millones de vidas y haría que mucha gente viera a l@s anticapitalsitas como gente consecuente y pragmática, lo cual haría que algun@s de ell@s se unieran progresivamente a nosotr@s, siendo cada vez más. Llamadme optimista, pero creo sinceramente que el futuro será vegano, anarquista y ecologista o no será.
Problemas de vida o muerte para miles como el hambre en el Tercer Mundo o la inseguridad en los centros de trabajo tendrán que ser resueltos (yo creo que ello es posible) por la insurgencia armada anticapitalista). Eso sí, uno de los requisitos para que esa violencia se popularice y se extienda por todo el orbe es que tenga un clarísimo código de honor, dicho de otro modo, que sus militantes utilicen la violencia de forma proporcional, para que evite males mayores de los que combate.
4) Yo no digo que el sostén del sistema actual sean un@s poc@s genocidas, digo que ell@s son l@s que mandan y que, por tanto, se puede secuestrar a algun@s de ell@s para obligarles a dejar de matar y, si persisten en su actitud, matar a l@s más obtus@s, para negociar después con l@s más abiert@s.
El sostén de esa gentuza son sus policías, soldados, espáis, chviatos y matones paraestatales, sin embargo (y aunque pueda ser legítimo) no creo que se deba matar a estos, pues sólo son unos «mandados».
Cierto que tengo bastante fe en la posibilidad de una insurgencia armada anticapitalista, pero también es cierto que l@s noviolent@s tenéis, igualmente, una fe (para mí excesiva) en los métodos noviolentos, de modo que cuando empiezan los tiros (y suelen empezar tarde o temprano) no sabéis dónde meteros.
5) La insurgencia noviolenta puede crecer y yo creo sinceramente que va a crecer en todo el mundo, pero si condena a la violencia (cosa que creo que no tod@s l@s noviolent@s hacéis, afortunadamente) y le da la espalda, cuando el Poder la ataque con violencia (cosa que puede ocurrir casi en cualquier estado, quizá se salve Islandia o alguno así) no sabrá cómo combatirla.
Eres muy poco creativo al hablar del uso de la violencia:
«que tenga un clarísimo código de honor, dicho de otro modo, que sus militantes utilicen la violencia de forma proporcional, para que evite males mayores de los que combate».
Eso ya lo ponemos en práctica los militares todos los días, es más, el codigo de honor militar es uno de los más antiguos del mundo y estamos muy orgullosos de que así sea. Tanto, que al parecer, despertamos envidia entre ingenuos anarquistas como tú, que nos quereis copiar nuestros manuales de propaganda.
Creo que ha surgido una cuestión previa. Dices que la mayoría «se ve fuertemente perjudicada (en la situación actual), si comparamos la situación en la que se encuentran con la situación de que disfrutarían en una sociedad de comunismo y sin autoridad».
No sé cual es tu imagen de una sociedad de comunismo y sin autoridad, pero creo que es un error verla como un mundo donde se disfrutará más. Para confiar en eso, habría primero que demostrar que es posible que en este planeta haya a la vez por un lado un reparto equitativo de recursos naturales y por otro niveles de consumo y de industrialización como los que se dan en la actualidad. Creo que no es posible, y que la justicia exige reducir esos niveles de consumo.
Una de las justificaciones actuales para los marxistas parte del que potenciar la justicia exija disminuir los niveles de consumo y empeorar la situación de los que disfrutaban de ellos -así como impedir que el resto caiga en la tentación de repetir tales derroches-; por tanto, según ellos, es necesaria una dictadura del proletariado a la escala que sea menester. Cuando hablo de empeoramiento, no me refiero a algunos ricachones con la chistera; si echas la cuenta, hay muchas profesiones que pierden sentido en una sociedad sin capitalismo y que ocupan hoy a muchas personas -por de pronto, todos los cuerpos represivos, la manutención de los cuerpos represivos, el equipamiento de los cuerpos represivos, etc-. Dado que muchos prefieren esas profesiones a vivir de otra manera, es de suponer que algun beneficio personal les reportan, aunque contribuyan al perjuicio colectivo.
Supongamos que como libertarios las ideas de la dictadura del proletariado nos parecen una grosería lamentable (aunque yo creo que tu propuesta de ’algunos miles haciendo justicia’ es una forma de dictadura); por tanto, confiamos en que una reorganización menos explotadora del consumo sea posible gracias a la acción libre de las personas. Pues bien, semejante cambio supondría un empeoramiento para muchas personas, quizás aún peor que la perdida de condiciones materiales. Porque ejercer la responsabilidad personal es muy duro, y sin duda muchas personas anhelaran una sociedad donde los líderes o la tecnología lo daban todo hecho. Como decían en otro hilo, «somos personas aunque no nos guste», y muchas personas en esa condición -que no les guste ser personas- agradecerán volver a un sistema que les proteja de tan desagradable condición.
Habrá quien no esté de acuerdo con estas cosas que digo; pero no creo que después me pueda decir que si soy noviolento es porque me baso en un optimismo infundado sobre la naturaleza humana. En todo caso, quien basa su confianza en la violencia en pensar que es viable una sociedad sin autoridad que sea jauja, comete dos errores encadenados; confiar en la eficacia de la violencia revolucionaria, y confiar en semejante utopía.
Me parece que el desacuerdo real está en torno a ideas sobre cómo sería una sociedad futura. Por eso lo de ver la noviolencia como algo más que un método no es sólo un asunto de noviolentos, sino que tiene que ver con todo lo expuesto más arriba, que nos afecta a todos.
Para mí, como noviolento, uno de los aspectos más interesantes de la noviolencia es precisamente no sacrificar la dignidad de la persona a ningún modelo social ni a ninguna certeza personal, por muy hermoso que resulte o muy firme que parezca. Y esto de la dignidad de la persona no significa que todas seamos maravillosas, significa que todas las personas son dignas de respeto por el hecho de serlo. No puedo dar más explicaciones, porque en cierto sentido es un pensamiento que sólo se puede entender en situación. De hecho, quizás hay gente violenta... bueno, lo dicho, sólo se puede entender en situación.
Pero si nos centramos en métodos: sigues reduciendo la noviolencia a algunas manifestaciones y algunas huelgas. Si tienes tan poca imaginación que esos son los únicos medios noviolentos que se te ocurren, es tu problema. A lo mejor resulta que hay más -el sabotaje, que nos lo sigues regateando-. También eres poco imaginativo en comparar violencia y noviolencia sólo como medios defensivos; sin embargo, la noviolencia tiene un componente ofensivo, de ofensiva para prevenir que se llegue a situaciones donde la noviolencia es inevitable.
Que no podamos exponer muchos éxitos en este sentido no es una refutación, porque por las mismas razones podríamos refutar las vías que tú propones. En términos de medios, me parece que lo mejor que se puede hacer es que este debate siga en la experiencia.
Yo no digo que se puedan mantener los niveles actuales de consumo y extenderlos a toda la humanidad porke creo ke está científicamente demostrado ke eso es imposible.
Ahora bien, sigo pensando ke viviremos mejor en un mundo de comunismo anarquista: no habrá guerras (o las ke haya serán pekeñas y con armas caseras), no habrá narcoindustria, no habrá pobreza, no habrá inestabilidad económica, la jornada laboral será mucho más corta, etc.
Yo creo ke esa es una vida mejor y lo ke me extraña es ke la mayoría de la gente no piense lo mismo.
La idea de «algunos miles haciendo justicia» no tiene nada que ver con la dictadura. Si la mayoría ni siquiera se plantean qué es justo y, de la minoría que sí se lo plantea, una mayoría no pasa a la acción (situación actual), los que hagan justicia serán, en el mejor de los casos, «algunos miles». Ahí entraría el debate sobre si deben utilizar la fuerza contra personas o es mejor dejar que siga muriendo gente por miedo a las consecuencias.
Yo tampoco me considero excesivamente optimista ni excesivamente pesimista: creo que una sociedad con menos violencia es posible y deseable, pero no vivimos en ella, vivimos en una basada en la ley del más fuerte donde la vida no vale una mierda. O pasamos a la ofensiva (aunque seamos minoría y lo tengamos todo en contra) y nos olvidamos de nuestros prejuicios o esto seguirá siendo insoportable. Hay personas que matan y es posible que la única manera de convencerles de que dejen de hacerlo es poniendo su vida en uno de los lados de la balanza.
Como ya se ha dicho, será en la práctica donde se vea la validez de la posición de cada uno.
Yo tengo hambre de justicia y me parece una condición ineludible para que haya paz en la Tierra
La cuestión no es si en una sociedad no capitalista la jornada laboral será más corta o más larga. En una sociedad no capitalista no habrá jornada laboral.
Ahora bien, que no haya jornada laboral no significa que haya holganza. Por el contrario, habrá menos comodidades que se puedan intercambiar por dinero y obtener a costa del saqueo del planeta, habrá que limitar muchos deseos espontáneos, no habrá cuerpos represivos en los que delegar la responsabilidad de resolver los conflictos y por tanto habrá mucha más actividad y muchas más responsabilidades.
Si le preguntas a mi espíritu, te dire que eso es mejor. Pero que eso la gente no lo percibe (percibimos) como un beneficio lo demuestra el que el personal no avanza hacia ello, sino prefiere lo actual. Yo entiendo que la gente no tenga hambre de justicia -o que se niegue a reconocer que la tiene, atemorizada por la libertad-, pero no entiendo que los individuos no quieran tener más bienestar. Si los individuos no buscan abolir el capitalismo -y las narcoindustrias, religión incluida-, es porque no perciben esa abolición como un aumento del bienestar. Para querer abolir el capitalismo, hay que buscar un aumento de justicia, no de bienestar.
Otro punto de vista en defensa de la violencia como antídoto o antónimo de la pasividad: Sobre la violencia revolucionaria en las manifestaciones.
Enlace a un texto que viene como anillo al dedo para la discusión; y es que en los años 30 en España ya se debatían estos temas.
Somos revolucionarios, sí; pero no partidarios del mito de la revolución:Manifiesto de los treinta (Agosto 1931)