07 Sep 2008
publico.es
Los franceses tienen un concepto de la libertad de prensa que en España
no cabría poner en práctica sin grave quebranto para quien lo hiciera.
Esta semana, un semanario satírico de París se ha permitido caminar
sobre la cuerda floja comparando los trofeos logrados por sus atletas en
los Juegos Olímpicos con la trágica muerte de 10 soldados integrantes de
la misión militar francesa en Afganistán. Se lee en el (llamémosle)
chiste: “40 medallas en Pekín. Y otras 10 en Kabul… a título póstumo”.
El conflicto de Afganistán está enquistándose, pudriéndose, pero, a
diferencia de lo que sucede en Francia, aquí casi nadie parece
interesado en preguntarse por qué narices están participando nuestras
Fuerzas Armadas en la ocupación militar de aquel país. Las razones que
suelen esgrimirse para justificarlo resultan de una inconsistencia
supina. ¿Para impedir que haya una dictadura? Punto primero: si los
gobiernos occidentales se asignaran la misión de ocupar manu militari
todos los países que corren el peligro de ser sojuzgados por una
dictadura, o que ya lo están, no darían abasto. En segundo lugar: las
fuerzas estadounidenses y de la OTAN han intervenido en Afganistán para
quitar una dictadura, pero para poner otra y, ya metidos en gastos,
matar a un montón de gente no combatiente.
Dicen: “La presencia militar extranjera en Afganistán está apoyada en
una resolución de las Naciones Unidas”. Otra broma de mal gusto. El
Consejo de Seguridad de la ONU ha amparado acciones militares
bochornosas y se ha llamado andana ante injusticias clamorosas. No es
garantía de nada. Nadie medianamente informado –y el Gobierno español lo
está bastante mejor que medianamente– ignora que EEUU decidió ocupar
Afganistán, apelando a la agresión del 11-S, porque ese país se sitúa en
una línea geoestratégica de primerísima importancia (la que va desde el
Himalaya hasta el Mediterráneo) cuyo control Washington viene
pretendiendo desde hace años.
Bueno, pues allí están las tropas del Gobierno español, que lo mismo
valen para un roto que para un descosido, esperando que no les hagan ni
un roto ni un descosido, como se lo han hecho
a las francesas.
Javier Ortiz