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¿Por qué a la UE le interesa (y fomenta) la secesión?

La utilidad de la secesión de Sudán del Sur

La utilidad de la secesión de Sudán del Sur

Gracias al apoyo de Berlín en los últimos años, tras el recién iniciado referéndum de independencia, la secesión de Sudán del Sur es inminente. No hay duda de que una clara mayoría se pronunciará por la separación de Jartum. Culmina así una operación geoestratégica de Occidente que tiene por objetivo sustraer al control árabe las zonas de Sudán ricas en recursos para ligarlas a los Estados prooccidentales del este de África. Con ese propósito, Berlín ha invertido sumas millonarias procedentes de la llamada ayuda al desarrollo para apoyar sistemáticamente la construcción del nuevo Estado y crear infraestructuras. A fin de que esta operación obtenga el respaldo de la opinión pública, se pone por delante el argumento de que hay acabar con la guerra en Sudán, cuando es en realidad la secesión la que supone una amenaza de nuevas guerras. En vista del desabastecimiento que sufre la población y del carácter represivo del Gobierno del Sudán del Sur, observadores independientes auguran una gran decepción de los habitantes de la zona, que esperan que sus condiciones de vida mejoren con la secesión. Prevén además nuevas luchas de poder entre grupos rivales de lenguas diferentes que podrían cobrarse muchas más vidas que la guerra civil en Darfur.

Riesgo de guerra

Una vez que la población de Sudán del Sur se pronuncie en favor de la secesión del respecto del norte del país, algo que todos dan por seguro, la proclamación de un nuevo Estado en esa zona será inmediata. El recién iniciado referéndum se decidió, a comienzos de 2005, en el acuerdo de paz que el Gobierno central y el Movimiento Popular para la Liberación de Sudán (SPLM) firmaron a instancias de EE. UU., Gran Bretaña y Alemania. Nunca ha habido duda de que la mayoría apoyaría la secesión, objetivo geoestratégico de Washington y Berlín. Occidente presiona ahora a Jartum para evitar que el Gobierno sudanés trate de mantener la unidad del país por medio de la fuerza. No obstante, se corre el riesgo de que estalle la guerra: no sólo no está claro que Jartum acabe cediendo, se esperan también duros enfrentamientos en la región de Abyei, cuya población está dividida entre partidarios del norte y del sur. Existen allí grandes yacimientos de petróleo reclamados tanto por Jartum como por Yuba. Una vez se produzca la secesión, Yuba controlará el 80% de las reservas petrolíferas de todo Sudán. Los comentaristas señalan que en esa zona ya ha habido guerras por motivos de menor importancia.

La construcción del nuevo Estado

Alemania apoya la secesión de Sudán del Sur, de forma clara, desde la segunda mitad de los 90. El Instituto Max-Planck para el Derecho Público Extranjero y el Derecho Internacional, con sede en Heidelberg, se ocupa de temas relativos a Sudán del Sur desde 1998. Su labor comprende programas de formación para jueces y funcionarios judiciales y el asesoramiento en materia legislativa. Para mantener al menos la apariencia de neutralidad, dichas actividades se llevan a cabo no sólo en Sudán del Sur, sino, en parte, también en Jartum. El borrador de la futura Constitución de Sudán del Sur se ha redactado asimismo bajo la dirección de este Instituto de Heidelberg. El ministerio de Asuntos Exteriores ha proporcionado 2,8 millones de euros para la creación del cuerpo de policía de la zona independizada, y la Joint Integrated Police Unit, de Abyei, ha recibido otros 550.000 euros. Ambos proyectos están siendo llevados a cabo por la agencia para el desarrollo GIZ (Sociedad Alemana para la Cooperación Internacional; hasta 2010, GTZ), que desde 2007 realiza en Yuba un “Programa de asistencia para la construcción del Estado” de diez años de duración. La GIZ trabaja también en un proyecto para fundar en Sudán del Sur un magazín de noticias y, en cooperación con la Deutsche Welle (radio pública alemana), ha organizado cursos de formación para periodistas radiofónicos de esa parte del país. Según datos del ministerio de Asuntos Exteriores, desde 2005 Yuba ha recibido más de 50 millones de euros en concepto de “ayuda al desarrollo”.

Debilitamiento de los árabes

Las actividades alemanas van también enfocadas a la solución de uno de los problemas más serios de Sudán del Sur: la creación de infraestructuras que hagan posible la separación del Norte. Hasta ahora las infraestructuras sureñas estaban orientadas sobre todo hacia el norte del país; los oleoductos, por ejemplo, transcurren en la actualidad por áreas bajo el control de Jartum. Esto dificulta al sur su separación del norte. La GTZ empezó hace ya años a construir carreteras desde el Sur de Sudán hacia la fronteriza Uganda; de este modo se promueve una nueva estructuración de la zona secesionista. Empresarios alemanes planean desde 2003 crear una conexión ferroviaria con la costa keniana, a fin de buscar una alternativa al transporte de petróleo por el norte. Tras la quiebra de una pequeña empresa alemana (Thormählen Schweißtechnik), se ha hecho cargo del proyecto ThyssenKrupp GfT Gleistechnik. Los planes de infraestructuras ponen de manifiesto que su propósito es facilitar que los recursos petrolíferos del sur de Sudán eludan el control del norte árabe y, en su lugar, se dirijan a los Estados africanos orientales de habla inglesa y prooccidentales. Esta operación geoestratégica es el verdadero objetivo del apoyo occidental a la secesión.

Haciendo la vista gorda

La cooperación con los Estados orientales de África no está exenta de problemas, pero en el área central es satisfactoria. Así lo confirman algunos documentos publicados por Wikileaks. Desde hace tiempo se sabe que los 32 tanques hallados en un buque capturado en 2008 por los piratas somalíes tenían como destino el sur de Sudán, vía Mombasa. Fueron embarcados en Ucrania, y el acuerdo de compraventa lo cerró el Gobierno de Yushchenko, apoyado por Occidente, poco después de asumir la presidencia. Nuevos documentos publicados por Wikileaks confirman ahora lo que antes habían señalado los expertos: que Sudán de Sur se está armando de forma sistemática frente a Jartum, carros de combate incluidos, con el apoyo de Occidente.[1] Kenia, por cuyo territorio discurre el transporte, proporciona apoyo logístico. También presta ayuda el ejército federal, que, en el marco de la Misión de las Naciones Unidas en Sudán (UNMIS), tiene encomendada la tarea de preservar el alto el fuego, pero que, sin embargo, desde hace años hace la vista gorda al rearme del régimen secesionista, que ha recibido un número de carros de combate que alcanza los tres dígitos y otras armas de guerra igualmente fáciles de ocultar.

Derechos humanos

Mientras que Berlín, de cara a la opinión pública, asegura que su apoyo a la secesión tiene por objeto la protección de los derechos humanos, los observadores informan de que en Sudán del Sur se producen graves vulneraciones de derechos en las que Jartum nada tiene que ver. Ya en 2009, un informe de Human Rights Watch denunciaba que el Gobierno de Yuba no ponía los medios necesarios para atajar los crímenes de sus fuerzas represivas: las intimidaciones, saqueos y violaciones quedan a menudo impunes.[2] Y Amnistía Internacional informaba recientemente de medidas arbitrarias contra periodistas críticos, arrestados por el régimen de Sudán del Sur sin que existan cargos contra ellos.[3] Se acumulan también las quejas por el trato de favor que el Gobierno del SPLM dispensa a la tribu de los dinka, provocando así nuevos conflictos étnicos. Estos conflictos han venido siendo muy sangrientos en Sudán del Sur. Sólo en la primera mitad de 2010, la ONU contabilizó al menos 700 muertos y 150.000 desplazados tras los combates entre grupos que hablan lenguas diferentes.[4] Observadores independientes señalan que en las luchas internas entre grupos rivales de Sudán del Sur han sido asesinadas muchas más personas que en Darfur. Además, Occidente es plenamente consciente de que su apoyo a la secesión puede reavivar la guerra entre el norte y el sur, por ejemplo en Abyei: hace tiempo que se ha abierto el debate sobre el posible envío a la zona en disputa de un grupo de combate de la UE, lo que da muestra de que en Bruselas no hay duda de cuáles pueden ser las consecuencias de la secesión. Occidente emplea también en Sudán la retórica de la paz y los derechos humanos, pero en realidad esos objetivos se subordinan sin reparos a sus propios intereses; en este caso, a una operación geoestratégica.


NOTAS

[1] Pirates’ Catch Exposed Route of Arms in Sudan: www.nytimes.com, 08.12.2010.

[2] Human Rights Watch: “There is no Protection”. Insecurity and Human Rights in Southern Sudan, 2009.

[3] Amnistía Internacional: The Chains Remain. Restrictions on Freedom of Expression in Sudan, 2010.

[4] Consejo de Seguridad de la ONU: Informe del secretario general acerca de Sudán, 19 de julio de 2010.


Fuente: German Foreign Policy

Fecha de publicación original: 10/01/2011

Traducido por Javier Fernández Retenaga para Tlaxcala

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