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El militarismo como agente destructor  del medio ambiente y de los seres humanos (y3)

El militarismo como agente destructor del medio ambiente y de los seres humanos (y3)

3. Securitocracia y control social. El militarismo del enemigo interno

Ante diferentes emergencias climáticas, la respuesta por parte de los estados es la utilización del ejército, las fuerzas y cuerpos de seguridad de los estados y las empresas de seguridad privada. Como ejemplo, la respuesta del Gobierno de EEUU al huracán Katrina: la mano dura y el enfoque racista. Una respuesta similar se dio en la respuesta militar en el terremoto de Haití del 2011 y en el tifón de Filipinas de 2012.

La gestión de las crisis climáticas pasa por la reducción de los derechos humanos en todo el planeta, incluidas las poblaciones del Norte Global, con un aumento del control social. En la gestión de riesgos de EEUU se diseñaron planes, no para hacer las casas más resistentes a un posible terremoto, sino para un sistema de control por parte del ejército de los posibles disturbios que se pudieran provocar en caso de un terremoto. Esta política que era principalmente usada por EEUU, la están adoptando el resto de los países del mundo.

Las emergencias climáticas dan lugar a la aprobación de leyes que permiten a los gobiernos declarar el estado de excepción sin requerir el voto parlamentario. Una vez que se declara una emergencia los ministros pueden introducir “regulaciones de excepción” sin recurrir a los parlamentos.

En los EEUU en la sección 1042 de la Defensa Nacional autoriza el uso de las Fuerzas Armadas en Importantes Emergencias Públicas y autoriza al presidente a movilizar a los militares para responder a un desastre natural, un brote epidémico, a un ataque terrorista o a cualquier circunstancia en la que el presidente determine que la violencia interna ha llegado a un punto en el que la policía ya no puede mantener el orden público.

Un aspecto particularmente peligroso de este enfoque es tender a equiparar las protestas contra la inequidad y la injusticia social con los nuevos escenarios que demandan una “intervención de gestión de crisis”. En otras palabras, el activismo y la protesta se convierten en signos, no de la necesidad de una modificación de políticas, sino de amenazas a la seguridad que deben ser evitadas, neutralizadas o impedidas.

Resulta preocupante que, con frecuencia, las evaluaciones de riesgo que efectúan los gobiernos citen la disconformidad social y la resistencia como grandes amenazas a la seguridad. Más “emergencias” alrededor del mundo no favorecerán las libertades civiles y los derechos fundamentales (1).

Conclusiones y propuestas

Los únicos procedimientos de que puede valerse un pueblo para protegerse a sí mismo contra la tiranía de los gobernantes que cuenten con fuerzas modernas de policía son los procedimientos noviolentos, como la no cooperación en masa y la desobediencia civil.
Aldous Huxley

No puede haber una actuación contra la crisis medioambiental que soslaye el importante factor de destrucción de la naturaleza que suponen los ejércitos. Las causas del grave problema medioambiental que padecemos (y también del resto de problemas sociales, políticos, económicos) son estructurales, y deben abordarse en su integralidad. El militarismo está en el mismo centro de esa estructura formando parte de ella, por lo que debe ser acometido y combatido de forma preferente. En este caso, como en otros, y no solo por razones de tipo ecológico, no basta apostar por una reducción, por un «ejercito sostenible»: es preciso reclamar la completa abolición de toda institución castrense. Y denunciar el lavado de cara “verde” del el complejo militar-industrial.

Desastre tras desastre vemos a las comunidades apoyándose, protegiendo a las personas más vulnerables y movilizando asistencia de manera eficiente y efectiva. La pandemia provocada por el coronavirus deja muchos ejemplos de ternura y solidaridad de los pueblos. Esto es lo opuesto a las respuestas militarizadas.

En este contexto nuestro planteamiento defiende que la única forma de enfrentar esta situación de injusticia climática es promoviendo procesos masivos, primero de no colaboración y segundo de desobediencia civil, para intentar colapsar los engranajes de esta maquinaria de opresión y control social.

Nota:

1- Cambio Climático SA (FUHEM, 2017, cap. 4: “Un estado de excepción permanente: contingencias civiles, gestión del riesdo y derechos humanos”).


Ver también:

El militarismo como agente destructor del medio ambiente y de los seres humanos (1)

El militarismo como agente destructor del medio ambiente y de los seres humanos (2)

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